El Caminante: Buen humor en tiempos de cólera

Por: Valentín Alejandro Ladra…

Ser optimista es tener buen humor y viceversa, especialmente cuando las papas queman y el infortunio se ensaña con uno.

Los que saben afirman que el buen humor denota inteligencia en una persona. Debe ser verdad porque las caras enjutas las vemos a diario y por doquier. Más allá de los buenos chistes, de los cuales hay un montón al igual que los bien malos, el buen humor contagia, se expande, y la risa sincera produce verdaderos milagros en la consciencia humana.

No hace falta ser un humorista profesional. Basta relajarse para que las ideas e inspiraciones lo atrapen a uno, y en un momento de oscuridad durante una reunión de trabajo, amistad o familiar alivie las tensiones ambientales, incluso cuando existe un grave problema por resolver.

El buen humor se convierte en una asombrosa válvula de escape.

Repasando algunos de mis libros me encontré “Consiga el Éxito a Través de Una Mente Positiva”, también publicada por la editorial Panapo de Venezuela –fueron varios libros que me encomendaron producir hace ya muchos años atrás— en 1991. Me permito describirles aquí el capítulo relacionado con el positivismo y el buen humor, que por cierto escribí “estando de un excelente humor…”

Y digo así con este subtítulo: “debemos aprender a expresar  nuestras alegrías”.

Ustedes preguntarán: “como estar alegre y de buen humor cuando cada día que pasa en nuestro país la situación es más dramática, problemática, casi asfixiante”.

Bueno, quizá lo que escribí en forma casi profética en esos años podría arrojar un poco de luz para separar tantas tinieblas y oscuros nubarrones. Veamos.

“Una nueva teoría sobre la forma en que se producen las emociones, ha hecho que ciertos investigadores lleguen a la conclusión de que existiría una relación recíproca entre las expresiones faciales y las internas. El sonreír o poner una cara llena de congoja y tristeza hace que la persona reciba sensaciones de agrado o desagrado con resultados positivos o negativos”.

“Hace más de un siglo tanto el célebre naturalista inglés Charles Darwin como el psicólogo William James, sugirieron que el rostro expresa lo que la persona siente por dentro en forma casi inevitable, (menos los jugadores de… póker)”.

“Quizá el reír no sea el mejor remedio para modificar el mal humor o el llorar de tristeza de un individuo, pero el forzar una expresión de alegría puede contribuir en forma por demás acertada, quizá un tanto modesta, de ablandar los pesares”.

La risa, el optimismo, es el frescor y calor que el buen humor otorga a las personas no solo en tiempos de crisis sino también en los triunfos en todos los aspectos de la vida. La risa es imprescindible para evitar no sólo melancolías sino males mayores.

“Eobert Jajong, psicólogo de la Universidad de Michigan, sostiene que es definitivo que la expresión facial influye en el buen humor”.

“El profesor Joseph Le Doux del Centro de Ciencia Neurológica de la Universidad de Nueva York, considera que tanto la temperatura como determinadas zonas influyen en los procesos bioquímicos de un individuo, incluyendo la cantidad de neuronas y transmisores nerviosos que actúan como mensajeros al cerebro”.

“Todo nuestro ser está unido en equilibrio y armonía con la mente y hasta el cuerpo etérico. No se puede individualizar a uno de ellos sin tener en cuenta al otro. Siendo positivos, todo nuestro ser vibra en equilibrio y al unísono. Para un bien común. La alegría o pesadumbre determina no solo nuestra fuerza anímica sino la futura actitud ante la vida. Tanto con los demás seres como con nosotros mismos”.

“La violencia en las calles, el tráfico de las grandes ciudades, el conocido flagelo del estrés, la terrible conducta del egoísmo en muchos seres humanos, pone de mal humor al más bravío y desequilibra a cualquiera en cualquier circunstancia. ¿Cómo defenderse entonces de ese angustioso mal humor, de las tensiones? Ser positivo al quererse a uno mismo. Se debe aislar de todo aquello que hace daño a uno. Si una persona no se quiere el mundo a su alrededor se derrumba. ¡Que nada ni nadie perturbe nuestra paz interior! El verdadero triunfador es aquel que se respeta a sí mismo y a los demás. La rabia, el mal humor, la ira y desesperación son pésimas consejeras. ¡Escápese, sea quien sea, de ese tipo de personas que pueden estar a su lado, no sólo en el trabajo sino también entre sus amistades y hasta familiares o de relaciones sentimentales!”

“Ser pesimista es envejecer prematuramente. Morir lentamente. Perder las esperanzas. Ser optimista, en cambio, donde se requiere de mucha fuerza de voluntad ante las adversidades y valentía dentro de la autoestima, soluciona muchos problemas y obstáculos que se pueden presentar en el camino evolutivo de la vida. Y para todo ello, he aquí la píldora milagrosa: ¡el buen humor!”

Y éste, nadie ni nada me lo puede quitar.

 valikvalik@hotmail.com