Camiula y la tarde de los cristales rotos

Este martes el Centro de Atención Médico Integral de la Universidad de Los Andes (Camiula) vivió la tarde de los cristales rotos, escribiéndose así una de las páginas más tristes de la historia reciente de la institución.

Relatan los testigos que todo comenzó cuando un grupo de personas ingresaron al centro de salud para resguardarse empujados por las acciones que ejecutaban los organismos de seguridad del Estado, orientadas a disolver la manifestación que desde la mañana tenía lugar en la Av. Urdaneta, a una cuadra de la sede del Consejo Nacional Electoral en Mérida. Sin embargo, todo alcanzó su punto máximo cuando entraron en escena, y a decir de los testigos, “cientos de motorizados” que lanzaron bombas molotov contra el centro de salud, así como piedras e incluso disparos de armas de fuego que dejaron su marca en puertas y paredes del lugar.

En la mañana de este miércoles pudimos hacer un recorrido por el centro de salud merideño en compañía del equipo rectoral, parte de los decanos del Consejo Universitario, profesores y empleados del Camiula. Resulta difícil describir el ambiente de tristeza que embarga los pasillos y que contrasta con el optimismo y la voluntad que impregnan día a día cada uno de los trabajadores universitarios que allí hacen vida. Hoy cada paso hace crujir los cristales rotos que cubren los pisos siempre limpios de la clínica de todos los universitarios.

Consternación es tal vez la palabra que más se apega al sentimiento que se respira hoy en el Camiula, en donde con lágrimas en los ojos y la voz entrecortada los trabajadores del centro de salud se preguntan la razón de lo que califican como un acto de barbarie incomprensible, esos mismos trabajadores que dedican sus días a atender a todos los merideños sin preguntar por preferencias políticas, y que sacrifican incluso a veces su dinero para poder brindar al menos tratamientos paliativos en medio de la crisis presupuestaria que va menguando los servicios de la Universidad de Los Andes.

Al momento del ataque había ancianos y niños dentro del lugar, había personas hospitalizadas que tuvieron que ser evacuadas a todo riesgo pues sus vidas peligraban. Así por ejemplo se pudo conocer de un señor que estaba experimentando un preinfarto y tuvo que ser sacado en la ambulancia, la cual fue requisada por personas encapuchadas al momento de salir. Dejaron seguir el vehículo no sin antes descalificar al paciente por su tendencia política.

Como un crimen de lesa humanidad calificó el rector Mario Bonucci lo ocurrido, señalando que aun en las guerras existen tratados y acuerdos que protegen a los médicos y los centros de salud. Se trata del Derecho Internacional Humanitario (DIH), este agrupa las distintas normas, en su mayoría reflejadas en los Convenios de Ginebra de 1949, y los protocolos adicionales que tienen como objetivo principal la protección de las personas que no participan en hostilidades o que han decidido dejar de participar en el enfrentamiento. Este establece que “se respetarán el personal y el material médico, los hospitales y las ambulancias”.

Finalmente, quienes vivieron la tarde de los cristales rotos en Camiula se preguntan ¿cómo es posible que todo esto haya ocurrido si a menos de una cuadra se encontraba el piquete de la Guardia Nacional Bolivariana con vehículos antimotines resguardando al CNE?