Casas vacías, ventanas cerradas

El éxodo de venezolanos hacia diferentes países del mundo, es además de inédito, trágico y angustiante, un problema de dimensiones incalculables. Al  profundo dolor que causan las despedidas, se le suma la soledad y tristeza en la que quedan los hogares cuando uno o más miembros de la familia ya no están. Las casas se quedan vacías, con sus ventanas cerradas  y sus rincones inhabitados. Ya no hay sonrisas en la cocina cuando al levantarse todos venían a compartir un café, mientras la mamá preparaba el desayuno. No se escuchan las voces, las carcajadas, las canciones: el hogar se quedó callado, silente, sepulcral.

Pesa en el corazón la ausencia de Valentina, esa niña preciosa de apenas 17 años, que ayer se fue para Chile. Su hermana la mandó a buscar, con mucho sacrificio, sí, pero con el deseo inmenso de “rescatar a la más pequeña” para que pueda tener un futuro, estudiar, y disfrutar de una vida normal. Sus padres  se quedan con su recuerdo, con sus fotografías, con sus cuadernos de la carrera de Comunicación Social que estaba comenzando en la ULA, pero lo peor es que se quedan sin su alegría, sin sus conversaciones, sobre todo y sobre nada, se quedan sin su mágica presencia que llenaba todos los espacios.

Se sienten desolados los abuelos  de Carlos, que se quedaron con los abrazos guardados, con los besos en los labios porque ya no tienen a quién dárselos. Su nieto tomó la decisión de irse porque, aun cuando titulado con honores, no encontró, aunque buscó, un trabajo digno que le permitiera continuar con su vida, realizar sus sueños. La abuela, recorre la estancia con lágrimas en los ojos y una nostalgia infinita, rezando con su rosario en la mano, las oraciones que conoce de memoria, encomendando a su nieto para que todo le salga bien.

Estremece la historia de Sofía y Miguel, novios, amigos, amantes  que tuvieron que despedirse porque sencillamente, aquí realizar un amor es prácticamente imposible. ¿Cómo consiguen un lugar dónde vivir, cómo pueden planificar tener una familia, cómo pueden inventar un viaje de luna de miel? Si  el dinero que ambos  perciben,apenas sirve para subsistir. Entonces, Miguel se va primero, se ubica y comienza a trabajar, después Sofía lo sigue, al menos esos son los planes, pero en el trayecto , habrán de enfrentar un sinnúmero de obstáculos que  ojalá  puedan sortear, para que al final de la espera, puedan volverse a encontrar .

El mejor lugar

Tu país siempre será  el más entrañable. Conoces sus aromas, sus sabores, las costumbres, las calles, los paisajes… En tu país fuiste al colegio, hiciste amigos, cantaste aguinaldos y esperaste la llegada del Niño Jesús. En tu país, tal vez sentiste por primera vez la chispa de la pasión y caminaste de la mano con esa persona especial, viendo caer la tarde bajo el sol de los venados. “En tu país no eres ni serás nunca un extraño”, como lo asegura un joven  que está evaluando  la posibilidad de tomar nuevos caminos más allá de su Mar Caribe.“No hay mejor lugar para vivir que tu propia tierra”. En mi caso-dice- no me imagino estar lejos de las hermosas playas de Chuao. Montar las olas sobre mi tabla, correr de madrugada por las blancas arenas  hasta ver salir el sol pintando de rosado el horizonte infinito, pero las circunstancias han cambiado”

Pese a todo ese sentimiento que se desborda,ahora, los complicados escenarios impuestos por la grave situación que atravesamos, hacen que  cada día más,las ilusiones de este muchacho y de muchos otros,se disipen. Cruzan, con temeridad,  las fronteras, que con el transcurrir del tiempo, se están volviendo más inhóspitas .La gente en otras regiones nos está “mirando feo” –dice Vicente-quien lleno de esperanzas viajó hasta Colombia, pero al llegar cansado y hambriento, tuvo que saborear la amargura de no ser bien recibido. No puede devolverse, pero tampoco tiene cómo seguir alguna ruta, la que sea.

Negar esta realidad, que se patentiza, se sufre, se ve plasmada en imágenes que laceran la alama,  es  absurdo. Existe una crisis migratoria irrefutable y que, lamentablemente, se propaga.Nos asemejamos a una nave sin rumbo sumida en un mar de leva,que no encuentra el faro que la guíe hacia un puerto seguro lleno de luz y de paz.   Si los que conducen esta nave no terminan de acertar con las coordenadas, llevándonos a sortear la tempestad, más y más hijos, de nuestra amada Venezuela, la abandonarán. Y las casas seguirán vacías, con  sus ventanas cerradas, a la espera de que muy pronto, el sol vuelva a brillar  sobre todos los rincones de nuestra hermosa geografía.

La esperanza es, que las crisis no se instalan, la propia palabra implica  que tienen un desenlace y deseamos que la grave disyuntiva que nos agobia: “me quedo o me voy”, se resuelva con un “aquí me quedo, Venezuela”

Arinda Engelke.