Celebración del Centenario de la Guerra Civil de Mérida del 2014

Por: Gerard Páez Monzón

En los archivos de la biblioteca del estado, «Tulio Febres Cordero»,  se encuentran intactos, por sus envolturas especiales, los periódicos de ese año 2014, donde podemos palpar a través de sus reseñas,  los fuertes eventos que se generaron durante la  guerra civil entre los ciudadanos de la ciudad de Mérida. Los historiadores denominaron el período 2014-2018  como «El Período de Los Principios», en honor a la gerencia de la Alcaldía, y a la guerra civil como «La Guerra Limpia», en honor a los triunfadores.

Se observa, igualmente de los repositorios digitales, que la guerra civil fue declarada oficialmente por la Alcaldía del Distrito Libertador el 13 de Enero del año 2014, al presentar su plan estratégico. Hace precisamente cien años, cuando el recién electo alcalde, días antes, enviaba su primer mensaje de lucha al convocar públicamente a los ciudadanos a participar en una limpieza de la ciudad de manera voluntaria, todo un día. La convocatoria según las imágenes y testimonios, constatan su éxito.

Como en toda guerra,  hay malos y buenos. Como en toda guerra hay un enfrentamiento de ideales. Para distinguir quien era quien, la naturaleza de la guerra y sus objetivos hablaron por si solos, develando con claridad los bandos y sus fines.

La guerra fue alrededor de algo que, en nuestra época actual de plenitud de consciencia que gozamos hoy, en el 2114, se nos hace  imposible  de creer e  increíble  a crear. Fue alrededor de la salud del ambiente; de la salud de la ciudad;  de la salud de la convivencia; de la salud de nuestros ancestros ciudadanos quienes, por cierto, muchos de ellos aún hacen vida activa en Mérida, gracias al milagro de la tecnología.

Se lee en las noticias de esos meses que los auto, y por todos, declarados enemigos de la ciudad la bombardeaban constantemente botando los desechos a cualquier hora y en cualquier sitio. Las explosiones, según lo que señalan los vídeos almacenados, fueron tan estruendosas que llegaban hasta a ser incendiarias. Eran expertos en el ataque por la espalda y en la oscuridad, como cualquier cucaracha traidora. Pareciese que esta, fuera su líder. Al recibir la información que la basura había sido recolectada, entonces, de manera dogmatizada, estos individuos botaban más basura almacenada como municiones, perjudicando a su propia zona residencial,  su propia gente,  su propia familia,  sus propias hijas. Secuestraban los ahora inexistentes camiones recolectores de basura; los traslados de otros lugares hacia la ciudad de las compactadoras eran bloqueadas en el camino. Es claro que no se vivió una paz social.

Se deduce  fácilmente que estos individuos, además de no importarles nada ni nadie,  tenían atrás un soporte económico de gente ligada a otros poderes con claras intenciones de hacer daño en la ciudad: Producir una epidemia;  Atacar fuentes de ingreso, como sigue siendo el turismo para esta ciudad, restaurantes, cines, la vida social; etc. con el único fin de  atacar la alcaldía per-se, a la ciudad per-se, a los seres humanos per-se. Tenían hasta un modelo económico en el que algunos recogían la basura de las casas privadas cobrándoles una tarifa, y luego esos mismos desechos eran transformados en misiles de tanques al ser tirados por toda la ciudad. Estos eran sus peores infiltrados.

Era una sociedad muy simple sin grandes valores ni metas. Especialmente era una sociedad del día a día, ya abatida por un gobierno central dogmatizado e ilegal, y minoritario. Dominado por el desaparecido régimen dictatorial Cubano en el que, justamente, se encontraba el dínamo del origen del parasitismo. Hoy cuando la visitamos se hace inimaginable pensar que existió un régimen militar en la otrora isla.  La Rebelión Anticastrista del 2017 erradicó ese engaño obsoleto de la galaxia.

El avatar cuenta la historia, recopilada también en memorias fotónicas, que esta guerra civil había existido en el período anterior, y a cuyo alcalde le había costado su vida política al ser herido de gravedad por una serie de bombas de basura lanzadas por toda la ciudad constantemente desde unos camiones rojos rojitos.  Lograron dañar el ambiente de nuestros ancestros al superar la capacidad gerencial y de financiamiento requerida por la guerrilla de ese momento.

El dicho que dicta: «Se puede perder una batalla pero no la guerra» hace vida con este evento que nunca debió existir.  Resulta que el bando de los buenos, esta vez, se trataba de un nuevo equipo de trabajo en la alcaldía. Era liderado por  un joven profesional claramente motivado y  quien supo rodearse de gente con diferentes experticias necesarias para sus responsabilidades, llenos de energía y pensamiento joven. Se percibe, al estudiar cuidadosamente las crónicas de la ciudad, que esta alcaldía estaba para convertirse en ganadores. Activaron de inmediato el plan de ataque al enemigo a través de la desactivación con tractores y 450s de las numerosas minas explosivas de basura colocadas, fuera de horario,  por toda la ciudad. También se implementó la cárcel por basura,  multas  cobradas, etc.

Mientras tanto la comunidad también se acopló a la causa y utilizó como armamentos principales: La conversación entre todos para levantar la consciencia (Para esa época no se crecía con consciencia como se vive hoy); La fotografía y la filmación infraganti de las personas enemigas en plena acción que iban siendo publicadas y diseminadas en los sitios sociales, conocidos como Facebook, Twitter, Instagram, y muchos más con el lema «Este no es de Mérida»; y las mismas diferentes comunidades se partieron en dos partes inigualables cuando decidieron tomar las riendas del problema de la basura en sus manos.  La mayoría, sin esfuerzo alguno,  avasalló a los del bando enemigo pagados-a-sueldo, recuperando inmediatamente la salud de sus hijos y lugares y la paz de la calidad de vida. .

Cada guerra presenta su geografía y su zonas de batalla. Cada general de cada bando, reconstruye su estrategia sobre una maqueta. Se dice que habían varios centros de guerra fuerte: Todo el centro de la ciudad era atacado por los llamados «Los Buhoneros» y «Los Camioneros»; La Milagrosa, Santa Anita,  Campo de Oro, La Parroquia,  y cada una de las otras zonas residenciales  eran atacadas además por su propia gente enemiga infiltrada.
Específicamente, el ejército de esta guerra civil que le dio el triunfo final al Alcalde,  a la Alcaldía,  a la Comunidad de la ciudad de Mérida, fue estructurado por la implosión repentina, de la noche a la mañana, y definitiva que fusionó a toda la comunidad alrededor del liderazgo de la Alcaldía, importando solamente la salud y la belleza del ambiente de esta ciudad de Mérida. Hoy 100 años después, conmemoramos en honor a todos esos seres que lucharon responsablemente en el momento exacto por su calidad de vida,  por ende, por nuestra calidad de vida.