comunicArte: “Cena con Lenny”

¡Saludos Amigos!

“El sabio es el que lee siempre los mismos textos, para conseguir nuevas ideas”. Así, se expresó, hace unos siglos antes del nacimiento de Jesús Cristo, el famoso filosofo chino Confucio. Aunque no tengo la pretensión de tomarme por sabio, me gusta mucho volver a leer los libros que me marcaron, especialmente los pequeños, las perlitas sabrosas que disfruté una vez y que tienen una fuerza increíble de concentración. La lectura siempre ha sido para mí una pasión y mas allá, una aventura solitaria exquisita. Además, en la vida de un artista, se trata de algo indispensable para su cultura y para desarrollar el mundo sinfín de lo imaginario.

Durante mis estudios musicales en Paris, pasé mi tiempo recorriendo las bibliotecas y librerías con un gusto inmoderado. Me convertí en poco tiempo en ratón de biblioteca. En cuanto a las librerías, elaboré una estrategia muy afinada que aún sigo teniendo. Mi gozo supremo es entrar en una librería sin tener la menor idea de lo que voy a conseguir, mirando aquí y allá, hasta que un libro me tiende la mano y me diga:” tómame, no estarás decepcionado!”

¡El último encuentro fue mágico, intenso! Cuando regresé por última vez a Francia, hice la tradicional visita a mi cuartel de Ali Baba preferido en Paris, la librería Monnier, calle Roma, a dos pasos de la venerable institución del antiguo Conservatorio Nacional Superior de Música de Paris, en la que Berlioz estrenó su Sinfonía Fantástica en 1830. No sé porque, pero un librito me llamó la atención rápidamente. Se llamaba “Cena con Lenny”. Lenny? Si, el diminutivo de Leonard Bernstein, el famoso director de orquesta americano, ídolo de una generación de músicos, que se convirtió en una de las batutas más carismáticas y excéntricas del siglo XX. Apenas había pagado, camine cincuenta metros al café parisino más conocido de todos los estudiantes de música, el famoso “Café de l’Europe”, para devorar en dos horas esta delicia de ciento cuarenta y un páginas.

Publicado en su versión original (en inglés) en 2003, este librito cuenta la última larga entrevista con Leonard Bernstein (pocos meses antes de fallecer) acordada a un periodista americano, Jonathan Cott. ¡Gentil hombre, Bernstein le invitó a compartir una cena en su casa “Fairfield”, en Connecticut, una granja de 1.750! Al final, doce horas de conversación plenas de humor, de espíritu, de sencillez, de erudición, con una personalidad excepcional, de una cultura general realmente estupenda. Quien quiera conocer a este maestro tan particular en la historia de la dirección de orquesta debe leer esas líneas sabrosas. ¡Así, era el fenómeno Leonard Bernstein, un hedonista de la vida, de un entusiasmo desbordante y con un arte poco común de comunicar!

Director de orquesta (director musical durante once años de la Filarmónica de Nueva York), compositor (de la famosa comedia musical West Side Story), pianista, escritor, educador, conferencista, animador de televisión, militante por la paz y los derechos humanos, Bernstein encarnó el artista en todas las dimensiones (artísticas y universales), y ha sido considerado como uno de las artistas más creativo y productivo del siglo XX. Ganó veintitrés Grammy Awards, diez Emmy Awards y fue nombrado veintidós veces Doctor Honoris Causa de universidades. Además, escribió cinco libros que hoy en día siguen siendo las mejores introducciones a la música clásica.

En “Cena con Lenny”, Bernstein, una vez más, se desnuda, se muestra totalmente libre, sin ningún complejo, chistoso, usando un idioma a veces crudo, a menudo familiar, pero, sobre todo, sin cualquier tipo de hipocresía mundana, asumiendo perfectamente sus contradicciones de ser humano. El gran pianista italiano Aldo Ciccolini decía:” No comparto el culto del rigor y de la objetividad… existe un rigor anti musical cuyos objetivos son, ante todo, morales. Sin embargo, la música no es moral, ella es amoral. El rigor deforma la música. Hay que tocar con Amor, no de manera bien pensante”.

Amor, la piedra angular de la personalidad de Bernstein. Una necesidad excesiva, enfermiza de amor? Quizás; pero, nadie puede negar su voluntad permanente y autentica de abrirse a los demás, de compartir con una sinceridad conmovedora su pasión absoluta en la música. Ningún director en la historia de la dirección de orquesta ha asumido con tanta generosidad la dimensión sensual, amorosa, erótica de la dirección. En una de sus emisiones “Omnibus”, en 1955, consagrada al arte de la dirección de orquesta, Bernstein declaraba: “El director no debe solamente hacer tocar su orquesta. Hay que darle las ganas de tocar… No se trata de imponer su voluntad como un dictador sino más bien de proyectar sus emociones a su alrededor afín que puedan alcanzar al segundo violín mas lejano. Y cuando se llega (cuando cien personas compartan sus emociones, exactamente, simultáneamente, reaccionando a cada respiración de la música, a cada punto de llegada, hasta el último temblor interior), entonces existe una identidad de emociones que no tiene equivalencia en ninguna parte. Es, en mi conocimiento, la cosa que se acerca más al Amor”

Bernstein sentía una necesidad permanente de ser amado, tenía un apetito sexual totalmente asumido, pero, ante todo, tenía un amor profundo por sus hermanos músicos (como los de la Filarmónica de Viena que llamaba “Mis niños”) y ha servido con un amor absolutamente sincero a los genios que Dios regaló a la humanidad, para vibrar al unísono alrededor de una belleza eterna.

Gracias querido Lenny, por estas horas de intensas palpitaciones que dan un sentido único a la vida humana.

¡Hasta luego!

Christophe Talmont

Director Musical

Orquesta Sinfónica Universidad de Los Andes

George Gershwin – Rhapsody in Blue – Leonard Bernstein, New York Philharmonic (1976)

https://youtu.be/cH2PH0auTU

¿Qué es un modo? Conciertos para jóvenes de Leonard Bernstein

https://youtu.be/VcpLOjJ8LIY

Candide Overture: Leonard Bernstein conducting

https://youtu.be/422-yb8TXj8

Beethoven: Fidelio – Ouverture / Leonard Bernstein

https://youtu.be/NA3bi_evCZk