comunicArte: ¡La risa en la música!

¡Saludos Amigos!

El domingo pasado les invitaba a descubrir las delicias sonoras de uno de los grandes compositores de la historia de la música francesa, evocando su gran riqueza y variedad. No lo escribí por chovinismo o pretensión (algo tan reprochado en el mundo a los franceses), sino más bien para describir la realidad del arte musical francés, ósea, para ser solamente sincero. El mundo de la música clásica francesa es plural y no se limita solamente a lo sinfónico, a la ópera, a lo coral, lo religioso, la música de camera. Una gran parte de su repertorio lírico se enfoca también en obras ligeras, conocidas bajo el género de opereta, ópera cómica, ópera bufa, algo sumamente francés, que los alemanes y austríacos han reproducido con las operetas de Johann Strauss, Franz Lehar, etc., pero, sin la diversidad de espíritu, de estilo, de lenguaje que anima este repertorio francés que podemos calificar, muy sinceramente, de gigantesco. De cierta manera, esta pluralidad podría recordarnos la riqueza extraordinaria del idioma castellano, que no se puede reducir solamente a la de la Real Academia Española. Sería una falta de respeto y de reconocimiento por su diversidad que se expresa de manera tan creativa y generosa en este continente fascinante.

En el corazón del repertorio lírico ligero francés encontramos a un personaje fuera de lo común, gloria universal, emblema del delirio parisino, de su espíritu cáustico, de su humor corrosivo. ¡He nombrado, por supuesto, a Jacques Offenbach! Aunque nacido en Colonia, Alemania, en 1819 (de un padre que eligió por apellido el nombre de su cuidad, “Offenbach sur le Main”) Offenbach, como una gran cantidad de judíos alemanes atraídos por el espíritu post-revolucionario que reinaba en Francia entonces, emigró muy temprano para Paris y fue rápidamente naturalizado francés. En pocos años, se convirtió en un virtuoso realmente impresionante del idioma, dominando las más finas sutilidades, entre ellas, la ausencia de acento tónico y el “e” mutuo al final de muchas palabras, verdadera pesadilla para los extranjeros. Pero, más que el dominio sublime del idioma, Offenbach entendió perfectamente el espíritu francés y especialmente parisino.

Aquel que fue nombrado “el Mozart de los Champs-Elysées” (en referencia a su teatro ubicado a dos pasos de la famosa avenida) se transformó en un guasón fabuloso de la actualidad política, del realismo social, de la especie humana, gracias a un género de obra cómica en el cual Offenbach fundó un verdadero mecanismo de la risa, algo sumamente fino, elegante, construido con una precisión diabólica, gracias a un lenguaje musical de una terrible eficiencia, transparente, brillante y diáfana como la música de Mozart. “Difícilmente accesible en su verdadero mecanismo, la risa de Offenbach, ambiguo en su candor, demanda hasta dar mala consciencia de haber reído, es una risa que engaña al público, una risa no fina en el sutil terreno de la mitología, pero una risa con clase en el brutal terreno político y social. Una risa en equilibrio en el hilo muy estrecho que atraviesa la segunda parte del siglo XIX. (Jean Louis Martinoty, Ópera de Paris)

En pocos años, Offenbach ofreció al público parisino y europeo (que se precipitó a Paris para compartir la borrachera de las noches parisinas) una pléyade de obras maestra (¡141 obras escritas para la escena!), de perlitas musicales para morir de risa, que siguen divirtiendo el público francés durante las cenas de navidad o de fin de año. «La Bella Helena» , «Orfeo en los infiernos», «La Vida Parisina», «La Gran Duquesa de Gérolstein», un ensamble de obras en las cuales Offenbach destila su apetito por la risa, gracias a una ciencia composicional extremadamente rica, que conjuga unas cualidades musicales, de orfebre orquestador, teatrales, dramatúrgicas, sin olvidar un talento innato para los chistes, los juegos de palabras, los equívocos y, la cereza por encima del postre, moviéndose con un tiempo trepidante , de un frenesís irresistible.

Sin embargo, evocar la risa en la música ocultando la figura emblemática de la ópera italiana en el siglo XIX sería indecente y cruel. Rossini, que Verdi el famoso compositor de la Traviata consideraba como uno de los padres fundadores de la Italia moderna junto con el poeta Manzoni, es un fenómeno en la historia de la música. Este niño prodigio tuvo una trayectoria absolutamente única, creando un verdadero delirio musical en el mundo entero, que hoy en día podemos reactivar gracias al trabajo musicológico de la Fundación Rossini de Pesaro. Rossini (1792-1868), con un físico cómico muy prometedor (¡sobre todo para los caricaturistas!), compuso una seria alucinante de farsas, de óperas bufas, cómicas (sin contar las obras serias) que crearon una relación de fiebre amorosa con el público internacional. Su ciencia teatral proviene de la riqueza y creatividad de la “Comedia del Arte” y anuncia, como un profeta, el lenguaje del teatro de Pirandello (1867-1936).

Su obra, “La Italiana en Algeri” (¡que escribió en doce días!!) da un ejemplo magistral del mecanismo de la risa que Rossini desarrolló con un virtuosismo apabullante, especialmente al final del primer acto. “Con una carcajada empieza el ensamble de la “campanita”, una de las páginas más locas de Rossini. La confusión es tan grande en el escenario que un viento de locura lo invade y hace perder a los personajes el sentido común. Su discurso se embala, se escacharra, como lo haría un mecanismo de relojería. El resultado que aparece constituye un verdadero jueguito sonoro, una intrusión en el universo de lo absurdo. El uso de las onomatopeyas, frecuente en Rossini, se desarrolla hasta lo extremo. Para cada tesitura vocal aparecen ruidos asociados al universo infantil. El “din” de la campanita combinado al “tac” del martillo crea la imagen sonora del campanario. (Damien Colas, musicólogo especialista de Rossini). ¡Finalmente, una página de un virtuosismo musical increíble que crea un ambiente de histeria en el publico!

Con estas notas de locura, de humor, de la risa contagiosa, me despido de ustedes queridos lectores, por esta temporada, puesto que debo asumir compromisos profesionales y familiares fuera del país y del continente. El universo de Offenbach y de Rossini me acompaña desde hace treinta años, con una pasión desbordante, que resume a la perfección lo que me anima profundamente y que descubrí en esta tierra tan fascinante: la alegría de vivir y el gozo de la vida. ¡Trabajar con seriedad sin tomarse en serio hubiese podido ser la divisa de estos genios y sin ninguna duda es mi credo!

¡Hasta luego!

Christophe Talmont

Director Musical

Orquesta Sinfónica de la Universidad de Los Andes

Offenbach – La vie parisienne Act 3 :

https://youtu.be/oqxJHvj_hdU

Offenbach- Galop Infernal – Orphee aux Enfers :

https://youtu.be/38lIfgWIg8o

Rossini- L’Italiana in Algeri Nella testa ho un campanello – Fine 1 Atto:

https://youtu.be/R-X8KDJQbes

Rossini-Cenerentola-«Questo è un nodo avviluppato»:

https://youtu.be/NB14yuKef1s

Rossini – Come un’ape ne’ giorni d’aprile (La Cenerentola) :

https://youtu.be/H3-miucC_28