comunicArte: Las virtudes del Silencio…

Saludos Amigos!

En enero pasado, en esta misma página, anunciaba con tristeza el fallecimiento del gran director de orquesta francés, George Prêtre. Hace poco tiempo, leí en una revista francesa que el maestro había pedido un funeral muy sencillo, con una misa sin música… Eso me llamó la atención, dado que esta elección es poco usual de parte de un músico, de un director de orquesta que ha dedicado toda su vida a la música, a la voluptuosidad de la música. Sin embargo, esta decisión nos demuestra una vez más la profunda sensibilidad del maestro, su verdadera espiritualidad.

El hombre contemporáneo, con lo que se llama el progreso de la sociedad moderna, ha perdido el sentido del silencio. Se ha convertido en un espectador del ruido permanente. En las ciudades, el zumbido de los motores, de carros, de motocicletas, de camiones, de ambulancias, de carros de policías, de bomberos, sin hablar del escándalo de los radio en los autos, inunda constantemente nuestros oídos. Y los centros comerciales difundan también una cantidad de música que nos vuelven prisioneros de un ruido de fondo anestésico. Con esta dictadura inconsciente del ruido, es muy difícil de aislarse y buscar un espacio de serenidad y silencio.

Es la razón por la cual la música clásica se revela tan importante para nuestro camino espiritual, nuestra serenidad. El silencio precede la palabra, como precede la música. De cierta manera, el silencio funda la música. La música nace del silencio para desmayarse en el silencio, gozando de su expresión tan poderosa en el seno del lenguaje musical. De hecho, a cada figura de nota, corresponde una figura de silencio… Es decir, el silencio no es este vacío que incomoda tanta la gente, a los jóvenes músicos que prefieren correr tras las notas más bien que dejar el espacio suficiente para que la música del silencio se exprese.

Para apreciar las virtudes del silencio, su canto infinito, hay que hacer el vacío en sí mismo, lo que los grandes yoguis practican en sus horas de meditación, así como también los budistas que se unen en el pensamiento con los hermanos de la humanidad. “El silencio es un sonido inefable más allá del ruido que solo percibe el alma sosegada” escribe Manuel Fernández Márquez en su libro “el Silencio es la música del alma”. Muy profundo, muy sutil, el silencio es la resonancia del sentido humano de Dios, o del sentido divino del hombre. Buscar el vacío en sí mismo es tener una consciencia plena y serena de nuestra vibración con el cosmos, con el universo, con lo Divino, para resonar en una perfecta armonía y equilibrio.

La actividad de un director de orquesta requiere esta capacidad de hacer el  vacío en sí mismo para unirse con la mente, el espíritu de los compositores. Dirigir supone un cierto don para aislarse de la realidad material, primitiva y conectarse con las fuerzas espirituales que rodean a nuestro alrededor. Dirigir significa hacer el vacío en sí mismo para disfrutar del silencio supremo, el que lleva a la contemplación, al oído de la esencia de la música. Desde este punto de vista, la música es la respuesta normal al silencio superior. El silencio la contiene, ella contiene al silencio….

Georges Prêtre, como todos los grandes directores de orquesta, ha refinado durante su carrera profesional su paleta de matices musicales y espirituales, de colores, acercándose cada vez más de los límites del sonido, de este espacio infinito en el cual la onda musical se pierde en la música del cosmos, en la música del alma. Invitar a los músicos y al público a gozar de esta contemplación radiante es sin ninguna duda una de las misiones de un director de orquesta. La música clásica es el camino hacia una experiencia espiritual única, que nos eleva, nos revela nuestra parte divina, nuestra parte sagrada.

Irse al paraíso sin música, es la prueba de un estado de contemplación, de serenidad absoluta, de confianza total en la música suprema, la música del alma… Que disfrute estimado Georges Prêtre de este silencio eterno, donde se unen con una sensibilidad exacerbada los coros y orquestas celestiales.

Hasta luego!

Christophe Talmont

Director musical

Orquesta Sinfónica de la Universidad de Los Andes