Con fundamento: La sonrisa del Presidente

Por: Bernardo Moncada Cárdenas…

«Comprendo a las personas que tienden a la tristeza por sufrir graves dificultades, pero poco a poco hay que permitir que la alegría de la fe comience a despertarse, aun en medio de las peores angustias»… «La sociedad tecnológica ha logrado multiplicar las ocasiones de placer, pero encuentra muy difícil engendrar la alegría»… Su Santidad Francisco, Evangelii Gaudium «He aquí por qué el cristiano es un hombre, una mujer de alegría, un hombre, una mujer de consuelo: sabe vivir en consuelo, el consuelo de la memoria de ser regenerado y el consuelo de la esperanza que nos espera» Francisco, de nuevo. 28 mayo 2018).

Actitud casi generalizada entre los venezolanos rechazando la forma de gobierno que se ha querido imponer, independientemente del nivel de responsabilidad política en que estemos, es la falta de verdadero entusiasmo. Desde el líder partidista hasta el más sencillo comentarista callejero, la expresión adusta, entristecida, colérica, o temerosa, ponen en evidencia un fondo de desesperanza resignada, un inducido acostumbramiento a la infelicidad, que enmarca todo intento de razonamiento, de análisis, frente a la situación que se vive y sus consecuencias inmediatas para cada uno y para su entorno laboral o familiar. Aún en los momentos de eufórica manifestación colectiva, la estrepitosa expresión de las consignas deja asomar la falta de serenidad con que vivimos el desafío que hoy en día tenemos delante.

En una conversación reciente, ante la usual pregunta que viene después de “¿Qué crees que va a pasar?”, es decir: “¿Qué crees que podemos hacer?” vino a la mente señalar la expresión reinante en ese momento, en el rostro de todos. “Hagamos exactamente lo que estamos haciendo: departiendo sobre la situación en un ambiente de serenidad y alegría; difundamos esa actitud y desterremos la todopoderosa negatividad en que estamos empeñados y hundidos a la hora de contemplar la situación”. Hay que empezar por recobrar la especial sonrisa venezolana.

Y prosiguiendo: “No somos líderes políticos, no ostentamos altos cargos públicos ni comandamos ejércitos, pero ahora tenemos un líder sorpresivamente surgido que nos presenta al primer encuentro dos actitudes en las cuales podemos seguirlo o imitarlo, actuando como el interino primer magistrado de la República: la ecuanimidad y la alegría”.

Estamos ante un hombre que perdió todo como cualquier habitante del Estado Vargas, cuando la vaguada destrozó el territorio; estamos ante alguien que ha sabido obedecer y acatar, aunque tuviese ideas diferentes; estamos ante alguien que ha afrontado directamente la violencia represiva del régimen en la calle; estamos ante alguien que defiende su curul con todos los deberes inherentes, aunque el poder le haya negado sistemáticamente la dignidad de Diputado y el estipendio a que tiene derecho habiendo sido elegido por el pueblo. Juan Guaidó está sosteniendo su familia y criando a su pequeña hija con las dificultades de todos en la empobrecida clase media del país y, sin embargo…

¡Juan Guaidó sonríe! El Señor Presidente mantiene en su rostro la franca sonrisa de quien sabe lo que está haciendo, la expresión jovial y decidida de quien se sabe en la cresta de la historia, sin habérselo propuesto, sin codiciar, y confiando en las fuerzas superiores de las que su fe religiosa cristiana da certeza. De esa sonrisa brota gran parte de la fantástica energía que ha puesto en marcha todo un país, devolviéndolo a la ruta hacia el futuro.

En palabras del Papa Francisco, «…el cristiano es un hombre, una mujer de alegría, un hombre, una mujer de consuelo: sabe vivir en consuelo, el consuelo de la memoria de ser regenerado y el consuelo de la esperanza que nos espera.» Así vive el Mandatario interino que nos enorgullecemos de tener en este momento. Ojalá viviésemos todos como él.

Que nuestra primera contribución al futuro sea este contagioso cambio de actitud: sigamos y compartamos la sonrisa del Presidente.