Con fundamento: Nadie gana en carritos chocones… parte II e infinita

Por: Bernardo Moncada Cárdenas…

No falta en las ferias la atracción de esos rechonchos aparatos que, desplazándose en un recinto cerrado, divierten a sus tripulantes por módico precio con el inexplicable alborozo de estrellarse unos contra otros. Mientras más fuerte el choque mayor la carcajada y el deseo de pagar otra ronda. En mis años infantiles me abrí una bonita herida en el cráneo en el frenesí de una colisión demasiado violenta.

No solamente los infantes se desbocan en estos “Carritos chocones”, como lo llaman los niños venezolanos, encantados de lanzarse a una carrera donde la diversión es la múltiple colisión, fíjense en la actitud de los mayores cuando acompañan a sus niños al volante; disfrutansin recatos en estaabsurda carrera sin meta ni ganadores. El nombre castizo parece ser “Coches locos”, aunque pareciera que locos no precisamente son los coches, a decir verdad.

Me vino a la mente esta atracción de feria observando, desde la barrera, la conducta de los autodenominados líderes de la política partidista venezolana. En este momento se da rienda suelta a una competitividad que cualquier observador avizor ha captado desde siempre, y que impide el surgimiento de genuinos liderazgos con un tremendo gasto de energía y recursos cada vez más escasos. Hay ya tres bandos que, respectivamente, se multiplican en facciones internas en pugna. La diferencia visible es que el bando en el poder se aferra con grandes ganancias a una codiciosa potencia extranjera cuyas pautas obedece a la letra y cuya ascendencia controla, en última instancia, cualquier intento de división. Dicen querer perar esta situación los otro dos bandos (dándose el lujo de dividirse) pero estos bandos, aparentemente, tampoco tienen otro fin que continuar en el juego dejando pistas averiadas y hierros retorcidos tras de sí. Uno sacude la cabeza viendo el país confinado en esta costosísima pista de carritos chocones; resulta tan indignante como triste.

Muy pocos parecieran interesados hacer política que vaya más allá de lo electoral, pocos parecieran querer encontrar aperturas ni armar escenarios de progreso. Y cuando alguien así es detectado, encima se le van los carros chocones hasta paralizarlo.

Tenemos un gobierno dedicado a obstaculizar todo intento de mejorar y regularizar la situación del pueblo, saliendo al paso de cualquier medida que no sea irracionalmente coercitiva, represiva y punitiva; tenemos una oposición demasiado definida por el oponerse en sí. ¡Hasta a ella misma se opone! En otro escrito decía que tal denominación, impregnada de negatividad, debería cambiarse por algo más propositivo. En verdad sólo queda frenéticas carcajadas, bolsillos vacíos y agotamiento, como en las ferias.

Los ciudadanos que pagamos el pato tenemos que exigir, de un lado o del otro, el surgimiento de una conciencia política con finalidades y estrategias que se dirijan verdaderamente al bien común.  Tiene que haber un cambio de conducta y debemos exigirlo. La política nacional debería criticar seriamente su propio modus operandi, porque de otra manera se sigue actuando cual carros chocones y más de uno termina con el cráneo suturado sin ganancia objetiva. Además, aunque más arriba se lee que no hay meta ni ganadores, sí hay quienes ganan: el dueño de la pista y los carritos, conjuntamentecon quienes gustosos les alquilan el lote de terreno. Es imperativo que gane Venezuela.