Cultura de prevención

Por: Ramsés Uribe…

La sociedad venezolana envuelta en tantos sinsabores existenciales, ocasionalmente olvida o se hace de la vista gorda, la prevención de situaciones amenazantes. Desde luego que no es deplorable tal lapsus mental involuntario. Para nadie es un secreto sacrosanto que estamos en la era de la incertidumbre planetaria, tal como aseguran las voces agoreras quizás un tanto pesimistas de filósofos, economistas, politólogos y sociólogos muy estudiosos.

En nuestro país si bien hay que reconocer el esfuerzo gubernamental por mantener la protección civil contra los desastres naturales, no es menos cierto que no existe una cultura de prevención de calamidades de la ciudadanía en general y de algunas autoridades. Con la situación país no hay chance para reflexionar juiciosamente y estudiar la incertidumbre nuestra de cada día corriente. Apenas alcanza algo de tiempo para enfrentarla de manera reactiva sin planes de contingencia científicos. La frase popular del personaje de la famosa telenovela, “ Por estas calles”, Eudomar Santos, sigue en flagrante vigencia: “ como vaya viniendo vamos viendo”.

Desde 1997, el Estado venezolano reglamenta la protección civil por medio de los organismos públicos de seguridad, tales como Funvisis y Protección Civil, como entes nacionales tienen la compleja y difícil tarea de prevenir y atender las situaciones de emergencia y desastres naturales y los ocurridos por causa artificial o social. Especialmente en épocas de huracanes, terremotos, inundaciones, crisis por migraciones y conflictos armados, entre otros, por doquier. Ahora lo fundamental es que se siga cumpliendo con lo establecido en la ley y se divulgue a todos los rincones del país.

En su obra más emblemática, o al menos una de ellas, Edgar Morin, importante pensador contemporáneo, propulsor del pensamiento complejo, , señala que la incertidumbre por fin ha sido abordada seriamente por la ciencia. La educación contemporánea dice, tendría … “ que enseñar principios de estrategia que permitan afrontar los riesgos, lo inesperado, lo incierto, y modificar su desarrollo en virtud de las informaciones adquiridas en el camino. Es necesario aprender a navegar en un océano de incertidumbres a través de archipiélagos de certeza.” Al seguir a este connotado pensador posmoderno hay que analizar sus definiciones tan acertadas e inquietantes sobre el rollo actual de la incertidumbre que está de visita permanente por las calles desprotegidas del mundo cotidiano y extraordinario.

Las instituciones educativas están llamadas a cumplir el rol de capacitar con estrategias basadas en la teoría de la complejidad, serias y permanentes a toda la ciudadanía para enfrentar la incertidumbre personal que cambie la actitud individual y subjetivo de la improvisación. En este sentido la dirección tendría que apuntar más allá del curriculum educativo para impactar la conciencia grupal y desencadenar el compromiso de todos en esta importante labor de supervivencia de la sociedad en virtud de las amenazas constantes de la naturaleza, de la economía y de los antisociales que desprecian y desdeñan la normativa social y constitucional. También hay que derrotar la incertidumbre de la sociedad en su conjunto con estrategias comunitarias donde la cooperación intervecinal sea la clave del éxito en esta materia. Por último se minimiza la incertidumbre nacional con políticas coherentes que establezcan alertas tempranas en todas las regiones vulnerables a eventos catastróficos tales como inundaciones o sismos.

En la historia tenemos un gran ejemplo del manejo de la complejidad en la incertidumbre como es la época del profeta Daniel, del Antiguo Testamento, quien logró sortear calamidades y vicisitudes con la visión de un futuro mejor para su pueblo.

Ramsés Uribe, profesor Nuvm de ULA
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