El Caminante: Los que nacen para el Mal

Por: Valentín Alejandro Ladra…

Psicoanalistas, historiadores, filósofos, religiosos –hasta genetistas- a través de eones temporales han tratado de dilucidar sobre el origen del Mal.

 Los psicoanalistas, sentados en sus divanes bien pertrechados, con miradas tratando de ser comprensivas, escuchan con atención las divagaciones de turno. Los historiadores, desde su punto de vista, bucean en sangrientas páginas de guerras y conflictos desde que el hombre descubrió el fuego y comenzó a quemar a sus congéneres en las hogueras.

Los filósofos buscando la elusiva y fantasmal quinta pata del gato, que por supuesto, a no ser un injerto quirúrgico como en la novela de Robert Louis Stevenson hecha película, “La Isla del Doctor Moreau”, jamás la encontrarán por más que busquen palabras hasta alienígenas para demostrar lo indemostrable.

¿Religiosos? A cada cual su Dios particular y todopoderoso, algunos fe ciega que se transmuta en abismal fanatismo que destruye almas y cuerpos, visto en las oscuras páginas de la historia y cruenta actualidad, donde el terror siembra odios en vez del amor, todo lo atribuyen a “Sheitan”… Satán.

La contraparte divina. Por cierto, hace años cuando Benedicto XVI era el Papa reinante, cundió en la prensa internacional un dicho suyo de que “el infierno no era de fuego sino de hielo”, frase que me hizo recordar la sabiduría budista que cita dos infiernos: “uno de fuego y otro de hielo”.

Y nos quedan los genetistas, quienes tratan de descubrir a través del ADN y RNA qué carrizo somos los humanos, pulgas y bagres.

¿Está la maldad, al nacer, existente ya en nuestro código genético? ¿Es una energía cuya fuente, el origen, es aún desconocido pero que puede encontrarse en algún punto de la doble hélice de millones y millones de eslabones? Pues los científicos investigadores de los genes no tienen la menor idea. Aún.

¿Entonces? ¿De dónde viene el Mal? ¿Por qué hay seres humanos que destruyen todo de la manera más horripilante? Todo el mundo ha leído lo que acontece. Muchos sin que los atañe. Otros se lamentan. Otros agradecidos que no les toca de frente. Pero llega un momento en las vidas que sí se producen las tragedias, dolores y angustias. No sólo en las guerras, el letal terrorismo, asesinatos y cuanto desastre quiera contar. También sucede en el factor económico, desastres naturales, niños atacando otros niños, el “bulling”, en los matrimonios, hijos, familias, lugares de trabajo, etc.

Los niños son hermosos. Buenos genes. Buenas almas. Pero hay niños que, a medida que van creciendo serán altos valores morales y espirituales, pero otros demuestran predisposiciones a maldades. Es un tema Tabú. Pero si el mundo no ve la realidad por el que se encamina nuestro, no sé cómo conceptuarlo, extraño nuevo siglo XXI, “el futuro nos alcanzará”.

Veamos sólo dos sórdidos ejemplos de la maldad, sea por locura, por estupefacientes… lo que sea. Pero es la Mal en su expresión más pura. Y esto pasó hace sólo pocos días. Un hecho ocurrió en nuestra Venezuela, y el otro en Estados Unidos. El primero, el nieto –nada más ver su foto en los periódicos me hace recordar al diabólico Charles Manson- descuartizó a su abuelo, se lo comió y con su sangre comenzó a pintar un cuadro.

¿Quién o qué creó a este infernal sujeto? ¿De dónde se originó su vida para cometer este horrible hecho? ¿De un planeta alienígena donde todos son antropófagos?

El segundo suceso fue tan terrible o quizá más aún: una madre le cortó la cabeza a su hijo. Maldad pura unida a locura total.

Hace años en un café en Sabana Grande en Caracas, un amigo docto me porfiaba que “el Bien y el Mal son relativos, lo que para uno es bueno para el otro es malo y viceversa”. Si eso es así y esa persona está en lo cierto cualquier cosa es factible. Pero no es así. Porque entonces el mundo y toda la vida existente deja de tener sentido. Hasta las religiones. Y bien sabemos que no es así.

¿Entonces? Veamos lo que sucede en nuestra Venezuela actual. El Mal se apoderó de todo. La destrucción es visible, palpable, oscuras tinieblas se han cernido sobre cielos negros. Es el Mal en su máxima expresión. Ya conocen los detalles, no hace falta seguir cacareando sobre ellos. Ya nadie puede estar ajeno a lo que ocurre. Mientras los beatos rezan el Mal irrumpe cada vez más. Son dos energías cósmicas batallando en nuestro país, en la Tierra toda hoy día. Ahora mismo.

Pero la burbuja destructora, como un globo que se infla e infla, reventará en su propio veneno y bañará a quienes dentro de ella estén. Es la ley del Bien. Pero mientras tanto el sufrimiento es atroz. No tiene sentido ni razón de ser.

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