El caos inducido y la transferencia de culpa

Por: Juan Carlos Delgado Barrios

La revolución significa cambios radicales y, para ello, es necesario destruir el  estado de cosas existentes para imponer el modelo que se promueve, así podemos observar en los postulados del socialismo del siglo XXI:  desmontaje del Estado “burgués” para ser sustituido por el Estado Socialista o Comunal, ósea destruir el Estado Constitucional Republicano, sus instituciones y sus marcos legales; cambiar el ordenamiento político administrativo del territorio nacional, léase estados, municipios, y parroquias,  para imponer la Nueva Geometría del Poder;  destruir la economía capitalista, sus leyes, mecanismos  y actores hasta lograr  la consolidación de la economía socialista.

Así mismo, se proponen a  desarrollar  el poder popular y las nuevas organizaciones de base revolucionarias para desplazar la organización social y ciudadana mediante un colectivismo controlado desde el centralismo y el partido único; promoción de  la división de la sociedad a través de la lucha de clase profundizando las contradicciones, los antagonismo y los resentimientos aislando y desprestigiando así a la contrarrevolución; demoler la historia patria para imponer la historia revolucionaria con sus proceratos y épicas. Conversión de la institución militar en estructuras de milicias para defender la revolución y la militarización de la sociedad.

Para lograr estos objetivos es necesaria la implosión institucional, que no quede piedra sobre piedra, promover  la crisis cultural, política, económica y social hasta llevar a la sociedad al caos para luego desde las cenizas construir el modelo socialista, por tanto, lo que nos lleva a inferir es que  estamos frente a un caos inducido desde el mismo poder constituido. Lo que implica es que nada es improvisado mucho menos azaroso, toda la estrategia esta fielmente planificada y calculada: caos y control social, económico,  político y  cultural para imponer el modelo revolucionario del socialismo del siglo XXI.

Pero pese al apoyo de la experiencia de más de medio siglo de los cubanos en materia revolucionaria, el modelo no ha cuajado, la implosión y el caos se ha prolongado en más tiempo de lo previsto y las instituciones y sistemas públicos emergentes no han dado muestra ni de eficiencia ni de reconocimiento de la sociedad, la crisis se ha agudizado, el caos inducido se les está saliendo de control, no han podido levantar vuelo, todo lo contrario,  la revolución cae en barrena.

Los signos más relevantes de ese estado de desorden emergente que esta dejando como una estela el fracaso del caos revolucionario inducido, es la corrupción que crece de manera exponencial;  la inseguridad que los arrincona y los hace declararse impotentes; la ineficiencia  por lo pesado del modelo de Estado totalitario y centralismo que se deriva del paradigma socialista, la caída de la calidad de  los servicios públicos y demás competencias  estatales que se han hecho improductivas, costosas y decadentes; colapso del sistema económico expresado en la perdida de confianza para la inversión,  altos niveles de dependencia de la importaciones, parálisis del aparato productivo,  alto costo de la vida, desempleo, desabastecimiento y escasez.

Pero lo más aberrante de las estrategias de control social y político es la estrategia que conduce al aprovechamiento de las necesidades básicas de la población mediante el control de la producción y la distribución de los alimentos,  utilizando la satisfacción del hambre como vía de control social. “Mientras el Estado controle la distribución de los alimentos tiene al pueblo controlado-dependiente del régimen”. De allí, que el desabastecimiento y la escasez pareciera que no es casual o producto del azar, sino que parece algo planificado para llevar al pueblo a la incertidumbre de su sobrevivencia y así imponerse manipulando  la satisfacción de sus carencias. La máxima comunista se cumple en toda la extensión de la frase: “mayor pobreza mayor poder porque el pueblo depende del Estado quien reparte las migajas”

Este caos inducido bajo la dirección de  Maduro se le ha escapado de las manos y esta en camino al colapso total, entonces sus asesores propagandísticos le indican que hay que “voltear la tortilla” mientras pasa la tempestad. Recomiendan  ir a  los esquemas de la transferencia de la culpa, echarle la culpa a la oposición del caos que se esta desarrollando,  denunciar que hay un complot internacional  promovido por el imperio y por  la oligarquía criolla,  que fuerzas oscuras desarrollan el saboteo y la  subversión. Para ello, utilizan todo el arsenal comunicacional de miles de radios y cientos de canales de televisión oficial y así lanzar su ofensiva al estilo muy conocido de los 11 principios de la propaganda de Goebbels jefe de propaganda nazi, principios  muy practicados por todos los regimenes totalitarios, entre ellos, el de Fidel Castro. Y como decía la reina Amidala: “Así muere la democracia, con un estruendoso aplauso” y bajo la mirada indolente de muchos.

 

*Profesor Titular Jubilado ULA