El régimen promueve el miedo colectivo como estrategia de control social

Por: Juan Carlos Delgado Barrios*

De la psicología social hemos aprendido que un miedo colectivo es el miedo compartido por una parte importante de la sociedad ante la perdida de las condiciones de su seguridad personal, económica o política. Tal miedo provoca que se actúe de manera condicionada o que se acepten situaciones impuestas con reacciones tendentes a la histeria colectiva,  a la parálisis social, a la anomia, al conformismo,  como consecuencia, a la desmovilización social y política.

Además hemos aprendido  que organizaciones particulares o de gobierno han utilizado muchas veces  los miedos colectivos o en promoverlos a los fines de asegurar su poder sobre las poblaciones o las personas susceptibles a tal estado psicosocial. Cuando los gobiernos promueven los miedos colectivos con propósitos de alcanzar control político y social sobre la sociedad se dice que se esta frente al desarrollo de  actos de terrorismo de Estado, actos propios de dictaduras y regimenes totalitario.

En Venezuela el gobierno promueve abiertamente el miedo colectivo como estrategia de control social de la población. Desde el mismo momento en que se declaran  en revolución y amenazan  que radicalizarían el proceso de cambio social e institucional para imponer el modelo del socialismo del siglo XXI crean una gran incertidumbre e inestabilidad emocional en la ciudadanía, crisis emocional que se acrecienta  aún más cuando  todavía no se ha comprendido de que se trata el tal socialismo del siglo XXI, solo se sabe que han ido progresivamente destruyendo las instituciones, la economía, las organizaciones sociales, políticas, culturales,  la armonía comunitaria y familiar,  imponiendo una nueva historia y una nueva cultura, pero lo más grave es  que las instituciones que sustituyen a las demolidas  no dan la talla a las complejidades y demandas de la sociedad venezolana contemporánea.

Desde el Estado mismo se promueve y se practica la desobediencia a la Constitución y las Leyes de la Republica vigentes. Secuestro de la libertad de expresión, de opinión y participación (recordemos la triste celebre Lista Tascon), inequidad y parcialidad en la aplicación de las leyes,  secretismo y no entrega de cuentas de la gestión de gobierno, irrespeto a la propiedad y los derechos ciudadanos, sobre todo, los derechos políticos, impunidad judicial y abuso en el manejo de las armas de la republica. Esta inestabilidad político-emocional se convierte en confusión y desesperanza y, con ello, en fragilidad del ciudadano frente a las manipulaciones del poder.

En nuestro país se mantiene un estado de amenaza de guerra permanente y progresiva, de tensión y de zozobra, en un estado de alerta continuado, por una parte,  se fabula una guerra  contra un enemigo externo que nos invadirá  y que en alianzas con fuerzas contrarrevolucionarias internas sabotean la vida de la republica y, en este sentido, el régimen se apertrecha con armamento militar para la gran confrontación y prepara la población para enfrentar al invasor en una guerra asimétrica de guerrillas. Paranoia que nos recuerda a los “molinos de viento” con que combatía Don Quijote de la Mancha.

Y por la otra, una guerra abierta y sin cuartel contra un enemigo interno que son los opositores a los cuales, como dijo Chávez, “deben aniquilar y  pulverizar”, para ello, se inculca el odio visceral utilizando los medios de comunicación del Estado para manipular la verdad, difundir infamias, crear falsos positivos de saboteos económicos, eléctricos, hasta inventan magnicidios que nunca se saben los planes desmontados y los indiciados, todo siguiendo las enseñanzas del Che Guevara cuando expresaba “El odio es el fuego que hace arder la revolución, debemos cultivarlo hasta la exacerbación”.

El miedo colectivo se propaga al ser definido el opositor como el enemigo a destruir, – el enemigo de la revolución -, sobre todo, cuando desde el gobierno se advierte que se desarrolla  una revolución pacifica pero armada dentro de un movimiento cívico militar que deriva en el desarrollo de  una activa militarización de la sociedad. A esto se le añade una profunda  restructuración de  la institucionalidad de la FANB con un nuevo paradigma que  sustituye al ejercito de la republica por el ejercito del pueblo, – el pueblo en armas -.  Estrategia que se concreta en el desarrollo progresivo de  milicias fanáticas a la ideología del régimen y en  la declaración de la fuerza militar como socialista, revolucionaria y chavista, lo que las hace parcializadas con la visión política del régimen  y excluyente frente a los que no comulgan con la “religión” del régimen, su nueva ley establece que su misión es la  defensa de la soberanía nacional de enemigos externos e internos. ¿Cuáles son los enemigos internos?. Es una definición de la FANB para atemorizar a la población.

Así mismo,  el desarrollo de grupos comunitarios de defensa de la defensa de la revolución, llamados colectivos revolucionarios y  círculos bolivarianos, que  son complementados por grupos de motorizados y encapuchados que actúan como fuerzas de choque en contra de las protestas pacificas de los ciudadanos. La presencia de  estos grupos que gozan de una gran impunidad y apoyo de la fuerza publica muestran la intencionalidad de atemorizar, de crear pánico para desmovilizar la sociedad y arrinconarla mediante el miedo colectivo

El miedo colectivo se ha generalizado en la cotidianidad de la sociedad venezolana, son  los  mismos miedos que  sienten todos los días los venezolanos, el miedo a quedar indefenso en plena noche debido a  la oscuridad por un apagón imprevisto, al ataque del hampa que actúa a sus anchas con gran impunidad,  al abuso de poder de los cuerpos policiales. A estos miedos se le suman el miedo a perder el empleo ya sea por que cierran la empresa donde labora o por persecución política, el miedo a no poder encontrar los alimentos o las medicinas para sus familias o el más común que no le alcance la quincena para los gastos de sobrevivencia familiar ante el alto costo de la vida o llegar a casa en la noche con las manos vacías luego de transitar  buscando infructuosamente un empleo. Estas amenazas son  unas constantes en la vida cotidiana de las ciudades y de las familias, tanto así, que podemos decir que la  sociedad venezolana sufre de miedo colectivo integral

*Profesor Titular (Jubilado) ULA—

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