En Mérida: colapsaron todos los sistemas

Cada día trae su afán, reza un dicho muy popular, pero para los venezolanos, y para los merideños en particular, esos  afanes son demasiados, constantes, angustiosos y muy difíciles de enfrentar porque ya las fuerzas y el coraje  nos están abandonando al tener que presenciar y sufrir el desplome del articulado que conforma nuestra sociedad.

Ayer, 19 de Julio, todos los sistemas fallaron, es decir colapsaron  y la ciudadana  tuvo que soportar estoicamente:alteraciones en la telefonía  fija y móvil, caída en los puntos de venta, inexistencia del transporte público,problemas  graves en el abastecimiento de combustible , el deprimente espectáculo de nuestra ciudad cubierta de basura pestilente, falta de agua en algunos sectores y por si fuera poco otro apagón que duró muchas horas y que puso en jaque, no solamente a los comercios que no pudieron atender a su ya escasa clientela, panaderías y restaurantes sin gas para preparar los alimentos ,caos automotor , sino también  y por si fuera poco, la alteración del ritmo de vida de las personas: trabajo, estudio, actividades bancarias, en fin  un pandemónium .

¿Dónde quedó nuestra calidad de vida?

La calidad de vida es el bienestar que un individuo, como integrante de un grupo, aspira o puede llegar a aspirar. Según los expertos los indicadores son:Seguridad, ingresos,acceso a servicios, empelo, alimentación  educación, salud, medio ambiente, vivienda, y  participación cívica.Los gobiernos, tanto nacionales como estadales, al menos en teoría, deberían velar por el bienestar de los habitantes de su territorio y lo ideal sería que esa calidad de vida aumentara con el paso del tiempo. Lamentablemente, en nuestro país ninguno de estos indicadores se está cumpliendo, porque de lo contrario no se presentaría el deterioro que hoy exhibe nuestra nación. Basta con ver la lucha  pacífica y organizada en la que nuestros médicos, enfermeras, bioanalistas, y en general el sector salud vienen manteniendo desde hace ya varias semanas, en una justa protesta, por la dignificación de su estatus de vida y dotación para los hospitales donde ejercen sus funciones. Suficiente con observar las huelgas y las amenazas de paralización de servicios por parte de trabajadores del sector eléctrico, de la CANTEV, y de otros gremios por mejoras en sus condiciones laborales. Basta con observar los problemas en el suministro de hidrocarburos. Basta con sufrir la agonía de colas interminables para tratar de sacar de los bancos algo de efectivo, que como sabemos no alcanza ni para pagar el transporte. Y algo que se suma y nos preocupa sobremanera, la posible paralización de las actividades académicas en la ULA con las nefastas consecuencias para esos jóvenes, que no se han sumado a la diáspora y que desean fervientemente, estudiar. Todos estos factores negativos, y muchos más que conocemos, inciden, definitivamente, en el deterioro acelerado de nuestra calidad de vida.

Tapar el sol con un dedo

Esta expresión “tapar el sol con un dedo” es muy elocuente: no se puede. Como tampoco se puede seguir llevando a la nación por un rumbo equivocado, sin rectificaciones categóricas, sin explicaciones convincentes, sin buscar soluciones concertadas, tratando inútilmente de esconder con discursos tal vez, bien intencionado, la realidad de un país que se está cayendo a pedazos por sus cuatro puntos cardinales.

Urge  corregir, urge unir esfuerzos, urge comprender que es nuestra patria la que está herida, y aun cuando las desacertadas políticas gubernamentales hayan causado gran parte de la problemática que hoy nos aqueja, también es responsabilidad de los ciudadanos que todavía apostamos al país, aportar soluciones, colaborar con los más necesitados, mantener una conducta cívica, desde no botar más basura en la calle y aprender a reciclar, pasando por no ofender, no maltratar, no insultar y sobre todo respetar al otro sin quebrantar sus derechos fundamentales. Y como dijo Nelson Mandela:” Mi ideal más querido es el de una sociedad libre y democrática en la que todos podamos vivir en armonía y con iguales posibilidades.

Arinda Engelke.