Con Fundamento: El «Papa Negro», ¿una papa caliente?

Por: Bernanrdo Moncada Cardenas…

Cual huracán amarrado al sur del Caribe, Venezuela surte fuentes noticiosas con suceso tras suceso. En una semana nos sorprendió gozosamente el anuncio papal de un nuevo cardenal en nuestro atribulado país, luego la carambola que vino, rebotando en siete estados, y clavando su aguijón -con su golpe a la solicitud constitucional de Referendo Revocatorio- en las esperanzas de una inconmensurable mayoría de venezolanos, nos regresó a los diarios. Inmediatamente la importante orden de los jesuitas se reunió y eligió su primer Superior General no europeo… ¡Y es latino americano! No sólo eso: ¡es venezolano! ¡La trigésimo sexta Congregación General de la Compañía de Jesús, la orden religiosa más numerosa de la Iglesia, este 14 de octubre ha elegido como su trigésimo primer Prepósito General de la Compañía de Jesús al padre Arturo Sosa!

Y las noticias  siguen (a menudo para nuestra vergüenza), aunque me detengo a enfocar esta elección en particular. Pues leyendo las reacciones en los medios y redes, se constata que -contrariamente al anuncio papal respecto a nuestro querido cardenal- celebrar la elevación del jesuita venezolano a tan conspicuo sitial no suscita el esperado entusiasmo. Hay quienes se rasgan vestiduras acusando su supuesto pasado comunista o sus publicitadas expectativas frente a la presidencia de Hugo Chávez, frente a esta malhadada aventura «cívico-militar». Para colmo, el último escrito del padre Sosa, con sinceridad rayana en lo ingenuo, critica la falta de proyecto país de parte de gobierno tanto como de opositores. ¡Blasfemia! ¿Cómo osa mirar críticamente a esta nueva figura idolátrica que de nuevo parece estar erigiendo la opinión pública venezolana?

La elección que la Societatis Jesus en su pleno derecho ha realizado, con el voto decidido de representantes de 127 países, se interpreta de muchas maneras en un ámbito cultural cada vez menos identificado con la fe. Así, se piensa en una astuta estrategia vaticana, una pinza Porras-Sosa contra el régimen de Maduro, o en otro signo de un supuesto giro a la izquierda del catolicismo, siguiendo un plan del Papa Francisco. En todo «análisis» se hacen resaltar declaraciones que hace más de una década profirió Arturo Sosa, ciudadano libre a quien ni reglas jesuitas ni leyes nacionales prohíben emitir opinión política. Nuestra opinión pública no quiere entender la rebeldía de un hombre acostumbrado a convivir con los más desfavorecidos en nuestra sociedad, compartiendo frustraciones, injusticias y dificultades, y se omiten las declaraciones que, como venezolano informado y racional, han ido documentando su independencia frente a grupos de interés político, su desencanto frente a aquella ilusión de fin de siglo, y su posición firme frente al drama, cuyas profundidades rebasan la unidimensional pugna gobierno-oposición o izquierda-derecha, que vive su patria. Hablamos del llamado ‘Papa Negro’, pero lo más oscuro parece ser los preconceptos que provienen de un hipócrita maniqueísmo. Del padre Sosa leo comentarios en los que resuena el fariseo del Evangelio (Lucas 18) con su auto-justificación y su desprecio del publicano, del pecador, del otro. Hace poco compartí el texto de sus declaraciones en Medellín: «Quince años de gobierno chavista no han logrado establecer las bases de una nueva legitimidad política, ni la del chavismo ni otra. Entonces, me refiero a este régimen como un sistema de dominación, no como un sistema legítimo» (2014). Ya en dichas palabras es patente el desencanto y la adopción de una posición más real respecto a los desvaríos del proceso, desencanto que quienes mantienen una imagen rígida, esquemática, se niegan a percibir. Y ello sucede cuando intentamos juzgar la persona y ejecutorias de un individuo obviamente formado en los principios católicos en el carisma de San Ignacio, condenando su elección por no compartir él nuestros extremismos. ¿Qué esperamos suceda cuando llegue a cada uno el momento de curar las abismales heridas de esta nación desgarrada?

Aceptar hasta con orgullo la elección de Arturo Sosa en tan significativo cargo, aunque no nos haya complacido lo que en ocasiones dijo, tratando de entender y esperando de él lo mejor es, créanme, un test para todo venezolano sumergido en nuestra polarización. Para nosotros, este Papa Negro nunca debe ser visto como una «papa caliente”. ¡Larga vida y buen servicio, padre Sosa!

 Bernardo Moncada Cárdenas  – bmcard@hotmail.com

23.10.2016