In memoriam MONS. LUCIANO COLOMBOTTO PELLEGRINO

Cardenal Baltazar Porras

In memoriam

MONS. LUCIANO COLOMBOTTO PELLEGRINO

Por: Mons. Baltazar Enrique Porras Cardozo

 El domingo 17 de marzo, quinto de cuaresma entregó su alma al creador, Mons. Luciano B. Colombotto. Desde hacía algún tiempo se encontraba recluido en el Hospital San Juan de Dios de Mérida. Fueron sus ángeles de la guarda, con amor de madre y hermano la Sra. Ramona del Carmen Contreras y el Dr. Ricardo Contreras.

El Padre Luciano había nacido en Boves, provincia de Cuneo, Italia el 8 de junio de 1933. Le sobrevive su único hermano Giuseppe, hijos de Giuseppe y Anna. Hizo sus estudios primarios en Cervere (1939-44) y en Penango (1945-49). Vino a Venezuela en 1950 para el noviciado y los estudios filosóficos con los Padres Salesianos. De 1953-55 en el Colegio San Francisco de Sales de Caracas hizo el tirocinio, tiempo de aprendizaje educativo y comunitario. La teología la cursó en Italia recibiendo en su tierra natal la ordenación sacerdotal el 1 de julio de 1960. Licenciado en Educación por la Universidad de los Andes (1966), fue excelente profesor y comunicador, músico, tocaba con maestría el acordeó y dirigió las corales infantil y juvenil de las parroquias que regentó.

Como sacerdote salesiano trabajó en Judibana, Falcón (60-61), en el Colegio San Luis de Mérida (61-66), en el Liceo San José de Los Teques (66-67) y en el Colegio Santo Tomás de Valera (67-70). En 1970 fue trasladado a Mérida como profesor del Colegio San Luis y Párroco fundador de Nuestra Señora del Rosario. A esta labor dedicó sus mejores esfuerzos. Levantó el hermoso templo y casa parroquial y organizó la pastoral atendiendo los diversos sectores que la conforman durante 15 años.

En 1985 decidió quedarse en Mérida y pasar al clero diocesano. Mantuvo durante varios años un programa de divulgación cultural-religioso en la TAM, profesor del Seminario San Buenaventura, párroco de la Sagrada Familia (86-88) y desde este último año hasta el 2001 en la parroquia Santa Bárbara de Mérida que entregó por comenzar a resentirse en su salud. El alzheimer fue minando sus fuerzas y su ánimo, impidiéndole ejercer el ministerio. Los superiores salesianos le ofrecieron atenderlo pero él hizo de Mérida su querencia y morada definitiva, al lado de los muchos amigos que le tendieron su mano fraterna.

 Fue miembro del Consejo Presbiteral y del Colegio de Consultores, Capellán de Su Santidad (2009), y en sus últimos años atendió la Capellanía de las Hermanas Dominicas de la Presentación en la Urb. Belensate. Recibió la condecoración Tulio Febres Cordero en su primera clase (1985). En el Panteón Sacerdotal de El Espejo reposarán sus restos, mirando a la sierra nevada, a la espera de la venida definitiva del Señor. ¡Descanse en paz!