La crónica menor: Un sastre de lujo

Por: Cardenal Baltazar Enrique Porras Cardozo

La inmigración europea que llegó a Venezuela en los años siguientes a la segunda guerra mundial constituyó un aporte significativo y enriquecedor a la cultura local y al progreso. El cambio sufrido en nuestra patria no se debió sólo al petróleo sino a la capacidad de trabajo, a la incorporación de nuevas artes y oficios, al cultivo con técnicas modernas, y con la incorporación de hábitos hasta entonces desconocidos o subdesarrollados. A ello se unió la bonhomía criolla que acogió sin envidias ni xenofobias a los “musiúes” que entraron a formar parte de la vida cotidiana, del humor y la picaresca de nuestro pueblo.

De la población de Maceda, a quince kilómetros de Orense, una de las provincias gallegas peninsulares, vinieron a probar suerte los hermanos José y Manuel Borrajo Segín, no sin antes pasar por el amargo trago de la separación de la madre que les pedía permanecieran en la casa paterna. Los abuelos, eran campesinos cultivadores de la tierra, pero el padre de ambos practicó con éxito el arte de la sastrería masculina, oficio que aprendieron y con creces, ambos hijos. José, vendió la parte de un negocio que tenía con un cuñado, y se adelantó a venir a estas tierras de gracia.

En marzo de 1951 llegó Manuel a Caracas. Había nacido el 23 de agosto de 1924. Contaba entonces 27 años de edad. En las inmediaciones de la Plaza Bolívar montaron la sastrería en la “casa Garín” y se ganaron la buena pro del clero caraqueño en la confección de sotanas, traje talar eclesiástico que tiene su complicación sobre todo en la hechura del cuello. Uno de sus primeros clientes fue el anciano arzobispo de Caracas, Lucas Guillermo Castillo Hernández. Manuel vino soltero y se enamoró en estas tierras con una paisana, María Luisa Giner, noviazgo que aplaudió el arzobispo y les ofreció casarlos en la capilla del Palacio Arzobispal, lo que los novios recibieron con inmensa alegría y como un gran honor. El acto nupcial tuvo lugar el 23 de enero de 1954. Procrearon tres hijos, Alberto, Amalia y Manolo que murió en Canadá. Ante la reciente muerte de la madre, Alberto junto con su esposa Sandra se han convertido en sus ángeles custodios.

La sastrería borrajo estuvo más de veinte años detrás de la catedral, al fondo de una galería de negocios. Cuando crecieron los muchachos, Manuel y María se mudaron a La Guaira, y desde allí siguieron atendiendo las solicitudes del clero. Las telas eran traídas al principio de Italia, España y Colombia, pero cuando surgió Textilana, Manuel prefirió estos cortes por la calidad y el tiente que las hacía superiores a las importadas. Quien suscribe esta crónica ha sido empedernido cliente de Borrajo. Me hizo la primera sotana que vestí de seminarista cuando tenía catorce años. Costaba entonces la astronómica soma de Bs. 80 la negra y Bs. 60 la blanca. La inflación de hoy hace que estas cifras no alcancen ni para comprar un caramelo.

Manuel Borrajo me ha hecho a la medida las sotanas de seminarista, sacerdote, obispo, y a sus 93 años me ha confeccionado las de cardenal. Conserva vista y pulso envidiables y la elegancia en el bien hacer. En diversas oportunidades, en Europa, han alabado mis sotanas y me han preguntado en cual sastrería de Madrid o Roma las he mandado a hacer. Con orgullo les he respondido: “en Caracas, donde tenemos un sastre eclesiástico que puede codearse con los mejores del mundo”. En su vejez solo atiende a sus “antiguos clientes” y se enorgullece de haber vestido a los seis cardenales venezolanos, a numerosos obispos y sacerdotes que conoció desde seminaristas, y de haber recibido encargos del extranjero, pues su fama de buen sastre ha traspasado las fronteras.

Hace algo más de un año le pedí recibiera a una joven modista merideña para que perfeccionara el arte de la vestimenta eclesiástica, a lo que accedió gustoso. Hoy día, ella atiende a los seminaristas y clero merideño. Sirva esta crónica menor como un cálido homenaje a un hombre sencillo y bueno, servicial y conversador, que por más de sesenta años ha vestido a buena parte del clero venezolano.

58.- 11-11-16 (4112)