De la destrucción programada al genocidio selectivo

Por: Germán Rodríguez Bustamante…

Esta última semana un conjunto de eventos atragantaron las palabras,  secaron el tintero y entumecieron los dedos para poder articular palabras y escribir mi acostumbrado artículo. Los hechos se convirtieron en un lastre, la crudeza de los mismos minaron mi enfermizo optimismo; a pesar de ello debemos continuar por el camino para contribuir con mi humilde esfuerzo, para la recuperación  de nuestro añorado y querido país: arriba corazones.

En estos años de esta engañosa revolución, la gerencia publica tránsito por el camino de la total y absoluta improvisación hacia la destrucción programada de la nación. Fue evidente que en los primeros años del socialismo del siglo XXI, la gestión pública estuvo marcada por un conjunto de decisiones desquiciadas, alocadas sin sustento en estudios serios,  para resolver los problemas presentes en la economía nacional. Decisiones tomadas sin considerar los contextos y los posibles cambios que inexorablemente ocurrirían. Eran tiempos de vacas gordas, en consecuencia la incapacidad y la corrupción derivada de la improvisación se podía ocultar.  En la medida que la negligencia y la corrupción atravesaron todas las estructuras organizativas públicas, la destrucción de las instituciones se hizo visible. Comienza entonces un proceso acelerado de destrucción del aparato productivo nacional producto de nacionalizaciones, expropiaciones motivadas por posiciones políticas, que produjeron una merma significativa de las capacidades productivas de los diferentes segmentos y sectores intervenidos. Las intervenciones sirvieron para que un grupo reducido de esta simulada unión cívico-militar distribuyera los activos como botín de guerra y el remanente reducido a  chatarra inservible. En paralelo la estructura de servicios públicos, las empresas estatales y las básicas pierden su capacidad competitiva incluyendo PDVSA, transformándose en paquidermos deformes pesados, incapaces de poder ajustarse a las nuevas realidades de una economía global y una nueva era industrial, y más grave aún en una carga para el presupuesto nacional.

El asalto experimentado por el estamento militar en la estructura de gestión pública, produjo la destrucción institucional, los valores morales superiores de los militaristas quedaron seriamente cuestionados, teniendo en cuenta los resultados mostrados por todas las instituciones abordadas por el batallón.

El daño realizado por la acumulación de improvisaciones no se puede remediar, por lo tanto la Dictadura huye hacia delante profundizando el deterioro, de forma intencional mantienen el rumbo refundando y rebautizando instituciones, como oferta tramposa para supuestamente corregir los males experimentados en los  organismos reestructurados; lamentablemente no existía la disposición de corregir nada, por el contario la intención era rematarla. La escasez de recursos financieros por la destrucción institucional, fundamentalmente en PDVSA, limita la repartición de migajas del Estado dadivoso y entonces se produce la expansión monetaria desordenada por parte del BCV, institución que no se escapó a la treta revolucionaria, dicha expansión justifica los niveles de hiperinflación que padecemos.

En la actualidad la destrucción institucional es generalizada, en consecuencia las respuestas esperadas por los ciudadanos no aparecen, en este marco el genocidio selectivo surge como expresión de una estructura publica totalmente ineficiente, incapaz y profundamente corrupta que no puede afrontar los problemas y terminan condenado a los ciudadanos a la agonía por: falta de alimentos y medicamentos, ausencia de seguridad personal, falla en todos los servicios públicos y en la destrucción total de la nación. La diáspora espantosa que vive la nación es la consecuencia de la ausencia de una perspectiva de futuro para los ciudadanos,  y es el camino impuesto para huir del genocidio montado por esta Dictadura decadente. Luego de 19 años el presidente Maduro promete la recuperación de la economía, de salir favorecido en un proceso electoral montado para anticipar un fraude. Detrás de tal afirmación se esconde el profundo desprecio del régimen por los venezolanos, señalar que después del 22 abril los problemas serán resueltos es una bofetada para el pueblo. Termina el presidente reconociendo el rotundo fracaso del ensayo revolucionario, ya ni siquiera las “catacumbas” explican el deterioro de nuestra calidad de vida, pareciera que los “sarcófagos” son más elocuentes para expresar la precariedad de las condiciones actuales. 

Apostamos que la sensatez prevalezca en la dirigencia política de oposición para entender el momento que vivimos, la disyuntiva no está en participar o no, es fundamental construir una propuesta única y unitaria para decidir cualquiera de los dos senderos. Los costos políticos de las incoherencias son y serán elevados, esperemos que los partidos políticos entiendan la necesidad de edificar un gran movimiento nacional para la transición que inevitablemente vendrá, con su participación o no. La coyuntura exige un gran pacto nacional para detener el genocidio instrumentado en los últimos días de esta Dictadura, debemos hacer los mayores esfuerzos en esa dirección.         

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