La salida: elecciones parlamentarias adelantadas

Por: Juan Carlos Delgado Barrios

Para muchos venezolanos estamos en un callejón sin salida, para otros el fin del régimen que nació en 1999 esta en los últimos momentos y que la crisis que hoy vivimos dará fin a éste con la renuncia de Nicolás Maduro. Ambos apreciaciones interpretativas no tienen suficiente sustento y no pasan de elucubraciones emocionales por que en ambas tienen el componente violencia como catalizador del proceso y que se hace carencial por  la ausencia de una línea estratégica para su concreción. Este debate se da en un momento de mucha tensión en la sociedad venezolana, la masificación e intensificación de las protestas sociales.  Lo que empezó como protesta estudiantiles contra la inseguridad paso a una fase de mayor integración social  hacia las luchas reivindicaciones socioeconómicas de la población: desabastecimiento,  escasez, alto costo de la vida, desempleo, malos servicios e inseguridad condiciones deficientes que se deriva del fracaso del mismo modelo socialista que se trata de imponer desde el 2003 y que ha conducido a exacerbar el descontento ciudadano.

 En una segunda fase, se comienzan con  grandes marchas en todas las ciudades del país y protestas con barricadas callejeras luego de las marchas. Lo que  convirtió a las manifestaciones  en unas protestas políticas radicalizadas, hasta el punto de que las demandas originales se hayan convertido, hoy, en la renuncia de Maduro.  En ese ínterin observamos una indisposición del régimen  a corregir sus políticas, lejos de esto las ha radicalizado, llama al diálogo pero solo es un monologo. La pacificación que pregona solo ha sido un discurso vacío ya que  frente a las demandas sociales responde con violencia discursiva, represión desproporcionada  y el uso de moto paramilitares para   amedrentar a la población civil en abierto terrorismo de Estado que viola tratados internacionales sobre los DDHH,  violencia que es  justificada  como defensa de la revolución.

El Plan de la Patria como ley que impone el socialismo como credo para toda la sociedad venezolana se les ha convertido en una limitante para concertar una salida ante la terrible crisis que vive hoy Venezuela. Un pensamiento único, un Estado Socialista, un gobierno cívico militar, una economía socialista, una educación ideologizada, se anteponen  a demandas democráticas tales como exigencia de  la autonomía de los poderes públicos, de descentralización y respeto a la autonomía municipal, de libertades económicas, de respeto y tolerancia hacia el pluralismo político, por una  educación libre y democrática, sobre todo, el rescate del estado de derecho. La rigidez de su modelo socialista y la exclusión de cualquier diversidad política ideológica a la cual llaman enemigos de la revolución,  apátridas,  burguesía parasitaria lacaya del imperio norteamericano profundizan el conflicto y paraliza progresivamente la vida social y económica en todo el territorio nacional.

Como demócratas no creemos que la salida deba ser una asonada militar, podríamos entrar en una senda muy oscura y dolorosa, mucho menos una protesta colectiva masiva que enfrenten en las calles a los grupos violentos que defiende la revolución, habrían muchos muertos, pero además  caeríamos en la trampa que ha articulado el régimen cuando ha montado un plan de armar a sus seguidores por aquello de una revolución pacifica pero armada y un pueblo en armas. El poder de fuego del régimen es inmensamente brutal frente a una población desarmada, seriamos masacrados tanto por la FANB como por los colectivos violentos. Recordemos que la FANB se ha declarado socialista, revolucionaria y chavista, por tanto, según su misma ley orgánica los que nos oponemos al socialismo somos considerados por el cuerpo castrense como enemigos internos de la revolución.

Sostenemos, por ahora en solitario, que debemos ir por el camino democrático y constitucional, por la vía pacifica y civilizada. Debemos sentarnos a un dialogo sincero, abierto y dispuestos a salvar la Republica y preservar el futuro de la Nación y sus instituciones democráticas.  En consecuencia, propongo que se renové el Consejo Nacional Electoral con personas sin militancia partidista, equilibrado y transparente que permita enmendar las desviaciones de la Ley Orgánica del Poder Electoral, purificar de vicios el REP y derivar en elecciones limpias sin ventajismo de ninguna índole. Convocar de manera adelantadas las elecciones de la Asamblea Nacional con el propósito de rescatar su institucionalidad, su independencia y autonomía, sobre todo, su función contralora sobre el Poder Ejecutivo, – aquí esta la clave para iniciar la apertura hacia el rescate de la democracia -. Esta nueva Asamblea Nacional nombrará un nuevo Tribunal Supremo de Justicia, una nueva Fiscalía General de la Republica, un Contralor General y la Defensoría del Pueblo. Estos poderes públicos deben renovarse bajo el compromiso de rescatar su legalidad institucional,  su independencia y autonomía establecida en la Constitución Nacional. Cerraríamos con ello,  un ciclo político y entraríamos en la senda hacia a una nueva realidad política y social  que iría enmendando los entuertos hasta que lleguemos al referéndum presidencial donde volveríamos a  la senda que nunca debimos abandonar

 *Profesor Titular (Jubilado) Universidad de Los Andes

     juancdula@yahoo.es ; @juancdula

 

 

 

.