La Semana Santa es un sólido patrimonio merideño

La tradición espiritual arropa con su olor a incienso a la cultura y  al turismo

 ***   De las dos visiones en las que suele repartirse el interés por los días Santos  (una mundana, la otra espiritual)  Mérida termina siendo escogida por quienes prefieren el  acercamiento a los símbolos cristianos, expresados mediante ceremonias y actos culturales de profundo  contenido popular. Religión y turismo se fusionan y potencian lo mejor de una Mérida que cambia de voz y  se expresa a través del sonoro repiquetear de las campanas de sus  templos.

La historia de la religiosidad merideña que se vive en el período de la Semana Mayor, el más prominente por cierto del calendario católico a nivel mundial, da cuenta de una riqueza de manifestaciones culturales que buscan mantenerse en el imaginario popular, a pesar de los embates de la ciudad contemporánea en la vida de la gente. En efecto, sus valores, tradiciones y costumbres se vinculan a una memoria histórica que ha sido transmitida de generación en generación, convirtiéndose en un patrimonio cultural que ha trascendido como uno de sus elementos identitarios más reconocido por la sociedad merideña y los visitantes.

Gracias a la acuciosa pluma del genio merideño, Don Tulio Febres Cordero, ya para comienzos del siglo XX, muchas familias se movilizaban hacia esa Mérida plácida y de hermosos paisajes, para visitar sus numerosos templos y asistir a los actos religiosos. Desde el punto de vista social constituye sin duda un conjunto de vivencias que evidencian interacción de personas y grupos, lo cual tiene un efecto cultural, nutrido por rituales simbólicos religiosos y formas diversas que van de la mano  de esta fecha cristiana.

 La antesala de la Semana Mayor

 Una vez finalizada la celebración de los carnavales, la preparación de los actos de la Semana Mayor se inicia en el tiempo católico conocido como la Cuaresma, época de penitencia y ayuno. La vida se revestía de silencio y paz y hasta cuidaba de su vestimenta como parte de la costumbre asociada a la conmemoración del sacrificio de Cristo. Estas costumbres cambiaron a la llegada de la modernidad. Con debida antelación, muchas familias mantienen la costumbre piadosa elaborar los adornos florales con elementos de iluminación que engalanarían el paso de las procesiones con especial esmero. Por otra parte, la planificación y desarrollo del programa litúrgico ha estado a cargo de las autoridades de la iglesia con la participación de cristianos y el apoyo de organizaciones públicas y privadas. Este conjunto de prácticas, representaciones y motivaciones populares induce a una emocionalidad colectiva que se entiende como propia.

 Procesiones y cofradías

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El ritual social fundamental de la Semana Mayor lo constituyen sin duda las procesiones. Según algunos textos que narran la historia de la Semana Santa, las mismas fueron concebidas como homenajes de carácter público a Jesús de Nazaret, María y Juan el Apóstol, principalmente. Practicadas desde tiempos muy antiguos, el pueblo busca compartir a través de esta expresión colectiva, sentimientos asociados a la piedad y el perdón, así como la exaltación del sacrificio a favor del bien común, mediante la recreación de escenas de la pasión y muerte de Cristo.

De acuerdo a la investigación de la profesora Eligia Calderón y del propio Febres Cordero, las procesiones se apropiaban de los espacios públicos siguiendo un orden y número de pasos: el Domingo de Ramos salía de la Iglesia de El Espejo; el Lunes Santo partía de la Iglesia Nuestra Señora de Belén de Mérida; el Martes y Miércoles Santos partían del Templo de San Francisco; el Jueves Santo, iniciaba su recorrido en la Iglesia San Miguel del Llano; el Santo Sepulcro, la Dolorosa y San Juan salían el Viernes Santo del extinto Convento de las Clarisas cerca del mediodía y pasadas las nueve de la noche se llevaban a la Catedral. El Sábado Santo se conmemora a Jesús en el sepulcro y se celebra la Vigilia Pascual a partir de las seis de la tarde. Este ritual constituye para muchos la noche santa más importante del año por su contenido simbólico basado en la esperanza de la venida de Jesús. El Domingo de Resurrección, conocido también como la Pascua Florida, recuerda uno de los hitos fundamentales de la religión cristiana y determina el calendario de otras fiestas católicas tales como la Ascensión del Señor y Pentecostés.

Vale destacar que a partir del Domingo de Ramos la Catedral acogía a un pueblo que concurría en forma numerosa a las ceremonias, sin distingo social de ninguna naturaleza. Sin embargo, la mayor participación de las familias en los actos litúrgicos se apreciaba el Miércoles Santo, cuya procesión alcanzaba hasta cuatro cuadras. Por otra parte es necesario comentar que la ocurrencia del terremoto el Jueves Santo en el año 1812, mermó la asistencia de las familias al acto conocido como el Lavatorio, por el temor a que se repitiera el sismo.

Con respecto a las Cofradías y otros grupos asociados a las mismas, las mismas se conformaron en torno a la socialización de la devoción cristiana y el servicio a los más necesitados, contribuyendo en gran medida a la popularización de los actos de la Semana Santa, en tanto fiesta participativa y popular inspirada en el Nazareno, símbolo de libertad a través de la conversión. Desde el punto de vista cultural el arte barroco se expresa en la belleza de tallas e imágenes, así como de la ornamentación preparada por los cofrades para las procesiones. En el Estado Mérida son muy estimadas las labores que emprenden la Cofradía Hermandad de Rocieros de Corazón con sede en la Parroquia Universitaria,  Los Vasallos de la Virgen de la Candelaria en La Parroquia y las Cofradías del Santísimo Sacramento en Guaraque y de Nuestra Señora de Regla en Tovar, entre otros.

La religión: puntal del turismo

En el mundo entero cobra mayor fuerza el interés de la gente en conocer los referentes que  identifican  y dan rostro a las tradiciones de los pueblos, en tanto conjunto de prácticas y saberes compartidos, valores artísticos y religiosos, relaciones y convivencia que construyen eso que se llama la comunidad.  De lo anterior se   desprende la sostenibilidad de tradiciones culturales y religiosas vinculadas a la Semana Santa es de enorme trascendencia social, además del altísimo impacto que genera en la actividad turística como elemento sustantivo del anhelado desarrollo urbano sustentable para la ciudad de Mérida.

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Por la vida ciudadana

El presente trabajo forma parte de una serie de artículos elaborados por el Grupo de Investigación sobre el Espacio Público (Gisep) de la Facultad de Arquitectura y Diseño de la Universidad de Los Andes, en el marco del Proyecto “Revalorización de la identidad del merideño a partir de su cultura, espacios y vida ciudadana” que emprende en conjunto con la Empresa Venezolana de Teleféricos C.A.  (Ventel), a propósito de las actividades culturales a realizar durante la conmemoración de la Semana Mayor 2014. El objetivo de dicha iniciativa busca contribuir a la formación de ciudadanía a través del enriquecimiento de la vida urbana de la ciudad de Mérida, mediante el desarrollo de actividades culturales y turísticas en sus espacios públicos.

/ Sabel González /  AS/ CNP: 8965