Libertad y sociedad en apuros

Por: Ramsés Uribe…

Ciertamente el futuro de la sociedad venezolana está en un severo e inminente riesgo, como nunca antes en la historia contemporánea nacional. Es la etapa crucial que definirá el futuro inmediato y para el porvenir de las nuevas generaciones de venezolanos y extranjeros adoptivos. Es aquel momento clave, definitivo de la existencia del país, en la frase emblemática, ser o no ser, he allí el dilema, del escritor y dramaturgo, siempre recordado, William Shakespeare.

¿Y qué es la sociedad ? Traer alguna definición sistemática, vale para evitar un poco la especulación, que aunque saludable intelectualmente, podría traernos confusiones y malentendidos tanto teóricos como de calle lisa, en aras de aproximar un nivel de comprensión de la compleja y cambiante sociedad nacional. La ciencia y la filosofía siempre ilustran, informan, aclaran y fundamentan con precisión meridiana todo concepto o definición de las cosas que nos interesan. Especialmente, saber que puede ser la sociedad actual en nuestro país convulso como maravilloso todavía, es una tarea urgente, importante de nueva cuenta.

En el voluminoso manual de Sociología, los autores, Macionis y Plummer (2007), señalan que el concepto medular de sociedad …”  hace  referencia a las personas que interactúan en un espacio definido y comparten una cultura” (p.74). En Venezuela nuestra sociedad se encuentran en un espacio geográfico bien preciso y exacto  en el continente americano, no obstante la diáspora ha catapultado importantes oleadas demográficas de nacionales hacia otros países. (Se estiman unos 3 millones de migrantes criollos). Desde luego que no se han marchado alegremente por mero quehacer turístico, sino en la búsqueda de mejores condiciones de vida imposibles o poco plausibles en la patria del gran Francisco de Miranda.

La primera parte de la definición de sociedad citada, nos interpela en una interacción que efectuamos todos los días y desde hace décadas y algunos siglos, y ha venido a configurar la identidad como pueblo que se reconoce a sí mismo y que identifican en el mundo entero, tal vez agitado de manera extraordinaria por la ola migratoria de compatriotas. Lo que somos hoy como venezolanos, como sociedad, es un reflejo histórico, social y político. La sociedad va más allá de lo que somos individualmente.

La segunda parte de dicha concepción de lo societal, acusa que compartimos una cultura común, bastante cercana, más o menos asumida inconcientemente, por medio de nuestro quehacer concreto fáctico y típico: la música y demás artes, nuestro lenguaje cotidiano, gastronomía, popular, las tradiciones, la idiosincrasia magnífica y única de nuestro pueblo, entre otras,  son manifestaciones particulares que nos definen culturalmente. El problema estriba en que si bien es cierto que  como sociedad compartimos en un espacio geofísico puntual y una cultura propia, cada día la penosa y conflictiva situación social y política está minando negativamente esa interacción fundamental. Se ha fragmentado y lastimado seriamente la identidad  como pueblo donde la cordialidad, civismo y las relaciones humanas que teníamos hace unos años antes, eran una presencia  icónica, emblemáticas, admiradas y que levantaba comentarios favorables en otros países, ahora se extingue.

El enfrentamiento violento con resultados terribles de altas cifras de muertos, heridos, reprimidos y detenidos, entre venezolanos es un hecho sin precedentes muy preocupante para nosotros y para la comunidad internacional, que se suman a la calamidad ya existente hace algún tiempo de pobreza de millones de venezolanos, inflación gigante, inseguridad corrosiva, hambre creciente, censura arbitraria, persecución por un pensamiento distinto, retorno de enfermedades que ya habían desaparecido, etc.

La solución está en manos del poder ejecutivo porque manejan el poder público y podría darse sin mayor costo, que el político, si escuchara las exigencias y clamor de un pueblo golpeado por tantos infortunios y que lo que más añora es la libertad plena de una democracia auténtica con justicia social y donde todos podamos ejercer las diversas actividades productivas y culturales propias de los venezolanos de siempre. Quiera el Padre Eterno que se iluminen las mentes y corazones del gobierno en esa búsqueda y se pueda vivir en paz como antes o mejor que ayer.

Parafraseando al destacado profesor ulandino, diputado y politólogo, Luis Loaiza,   la libertad está disponible. Sigamos en ese camino pacífico hasta que Venezuela retorne por la senda perdida de verdadera democracia.

Ramsés Uribe, profesor NUVM de la ULA.

Correo: ramaseum@yahoo.com

Twitter: @ramthalneo