Pascuas 2017: La Navidad y los niños

Por: Arinda Engelke…

(parte V) 

Venezuela llega a las festividades de Navidad y fin de año en un momento muy difícil. Estamos en una crisis innegable. Cada vez hay más familias afectadas. La caída de los ingresos y la pérdida del poder adquisitivo no solo repercuten en la economía doméstica, los niños también lo notan.  

Lorena tiene ocho años. Es una niña alegre, inteligente con unos ojos muy vivaces, al igual que su personalidad. A Lorena le fascina la Navidad. Vive con su mamá lejos de la ciudad de Mérida. El papá está ausente de sus vidas y no se ha ocupado nunca de su hija. Así que ambas, como una llave, han aprendido a enfrentar el día a día con mucha decisión. Pero, la situación socioeconómica del país ha golpeado fuertemente su frágil estabilidad. La madre de Lorena tuvo que cerrar su negocio, porque le subieron el canon de arrendamiento del local donde impartía sus clases de danza. Imposible seguir. Así que, ambas, por decirlo de laguna manera, han quedado a la deriva. Sin embargo, Lorena con su ingenuidad infantil, no acaba de entender por qué se están tardando tanto los preparativos navideños y le pregunta a su mamá, frecuentemente, cuándo van a hacer las compras para las hallacas-porque le encantan- o cuándo van la librería a escoger los libros para regalarle a sus primitos, “como lo hacían siempre”. A la mamá de Lorena se le nublan los ojos de llanto y se siente frustrada e impotente, porque esta vez, tendrán de prescindir de muchas de sus antiguas y deliciosas costumbres. 

El caso de Lorena y su mamá, se repite en muchos hogares venezolanos donde los recursos económicos escasean y la inflación acaba con los ahorros, si es que se tienen. Entonces, ¿cómo pueden los padres hablarles a sus hijos sobre el tema, sin causarle daños colaterales? Para encontrar respuestas y orientaciones al respecto, consultamos la opinión de personas que por su calidad humana o experiencia profesional tiene buenas ideas de cómo manejar este escenario con tacto y sabiduría. 

“Los niños son seres espaciales y sensibles. A ellos les  gustan los cuentos, las comiquitas, la fantasía, entonces- dice Eduardo Castro- hay que aprovechar estas características para hablarles con naturalidad de las circunstancias que estamos viviendo. Hay que aprovechar los emblemas eternos de la Navidad, y en el caso de Venezuela, especialmente, la del pesebre. En esta representación encontramos un llamado a la fraternidad y a la igualdad, a la humildad y al servicio, a la esperanza en Dios que transforma toda condición humana y al amor que es capaz de hacerse solidario, porque allí, justamente, en medio de la nada, en una choza, en un lugar pobre, donde comen y descansan los animales, nació, Jesús, que vino a salvar al mundo. Y, a pesar de la humilde cuna, de no tener alimentos, ni recursos, el recién nacido contó con el amor de su excelsa madre María y de San José, un carpintero honrado y trabajador quienes lo cubrieron de amor. Además, poco a poco fueron llegando los pastores quienes lo acompañaron y compartieron con la divina familia lo poco que tenían. La moraleja es que no se necesitan demasiadas cosas materiales para sentirse contento, y además que siempre brillará la estrella, la misma que guió a los reyes magos, a llevarle, al niño Jesús, hermosos presentes. Así, aun cuando esta vez, no haya abundancia de comida en la mesa, habrá cariño, juegos, música de aguinaldos, paseos al aire libre, manualidades, y como la Navidad es mágica, puede ser que de lejanas tierras llegue un tío, un primo o una abuelita cargando con algún obsequio. Los milagros sí existen, asegura este joven profesional que dedica gran parte de su vida a ayuda a los que necesitan una palabra de aliento, una sonrisa, o un pedazo de pan. 

Rosa Uzcátegui, psicóloga infantil y psicopedagoga dijo “Es bueno, que nuestros hijos sepan, hasta dónde podemos hacer un esfuerzo para comprarles cosas y hasta dónde no. Eso les ayuda a crecer valorando lo que tienen. No hay que volcar sobre ellos nuestros miedos, angustias o desánimos, ni tampoco hacer que se sientan culpables por pedir mucho. Simplemente, hay que explicarles que la familia puede permitirse comprar y hacer ciertas cosas y otras no. ¡Y que no pasa nada! 

Como en todos los aspectos de la vida, también hay que saber ver el lado positivo de la crisis-señala la especialista- aunque dicho así parezca algo ilógico. Y es que la situación por la que estamos atravesando puede ayudar a los niños de una generación que ha nacido y crecido con un exceso de consumo, a valorar más las cosas y a diferenciar entre el valor y el precio, entre la necesidad y el deseo. 

Es importante que los niños no sientan miedo o desamparo. Deben saber que sus padres siempre cuidarán de ellos y los protegerán, que, aunque tengan que renunciar a ciertas comodidades, nunca les va a faltar lo más importante: el amor. 

Entonces en esta Navidad 2017 estrechemos los lazos familiares. Oremos, vayamos a las misas de aguinaldo con nuestros hijos. Salgamos a un parque por la tardecita para disfrutar de ese ambiente especial, colmado de brillo, que nos brinda el mes de diciembre. Leamos con ellos cuentos de Navidad, como el de Charles Dickens, y así poco a poco pasarán los días suavemente y en armonía.