Pido la palabra: ¿Gobierno de comiquitas?

Por: Antonio José Monagas

El régimen es gustosa víctima de “aquel inefable Principio de Peter” toda vez que cayó en la desgracia de improvisar por causa de las mismas equivocaciones en que incurre cada vez que pretende retroceder  con la fatua excusa de avanzar “a paso de vencedores”.

Las zarandeadas que flagelan a Venezuela por quienes fungen como gobernantes, dan cuenta de dos realidades cuyas lecturas infieren el avanzado grado de descomposición al cual se ha llegado a consecuencia de criterios gubernamentales cuyo endoso supone un encierro funcional absolutamente anodino. Primeramente, se tiene el estrecho concepto que estos funcionarios tienen de la complicada y exigente tarea que significa conducir una nación colmada de maravillas de todo género, aunque invisibles a su sectaria mirada. Por otro lado, la ineptitud que caracteriza los distintos procesos de elaboración y toma de decisiones utilizados para someter al país apostando a descocadas medidas. Aunque esta situación pudiera tener una primera explicación. Bien lo refirió Teodoro Petkof, al plantear que “el gobierno, en su conjunto alcanzó ya su nivel de incompetencia”. Es víctima de “aquel inefable Principio de Peter” toda vez que cayó en la desgracia de improvisar por causa de las mismas equivocaciones en que incurre cada vez que pretende retroceder con la fatua excusa de avanzar “a paso de vencedores”.

Indiscutiblemente, el país atraviesa momentos de crisis extrema. Sin embargo, tampoco es razón para aventurar el futuro nacional por la primera salida encontrada pues se corre el riesgo de entramparse sin siquiera medir el tamaños de las consecuencias. Y ello, pareciera ser el modo seguido por el régimen para palear las dificultades. En medio de los resultados alcanzados, la situación deja ver las debilidades que, equivocadamente o no, fueron escogiéndose como rutas de escape a los problemas.

Como dice el aforismo popular, “es peor el remedio que la enfermedad”, las soluciones giradas por el régimen han generado más inconvenientes que los problemas en sí. De hecho, las ambigüedades, imprecisiones y vaguedades que caracterizan el estilo discursivo del régimen, son expresiones chocarreras que por su pésimo gusto y confusa orientación, evidencian la vacuidad de la ideología socialista en cuestión. Pero igualmente retratan resentimientos, malevolencia e enajenadas actitudes.

Aprovecharse de la presidencia de la República, o de cualquier instancia del alto gobierno para hablar sandeces, despotricar o dejarse llevar por maledicencias para actuar desproporcionadamente desde la verticalidad gubernamental, es simplemente “poner la cómica”. Es “poner la torta”. De esa manera multiplican los desaciertos. Y no precisamente por culpa del infortunio que naturalmente puede jugarle una mala partida a la gestión de gobierno. Como si puede ocurrir, como en efecto acontece, por causa de la conjunción de incapacidades, indolencia e improvisación con la que suele actuar el régimen llevado por el ímpetu de un fanatismo miope y sordo.

En medio de estos resultados, resulta difícil tomar en serio al gobierno o lo que declaran o deciden sus estirados funcionarios. Su atropellada manera de llevar adelante sus decisiones, es claro motivo para hacer reír a la población del ridículo realizado pues detrás de todo buscan desviar, derivar o cortar una ruta en función de sacar ganancia, a fuerza de amenazas de toda situación. Ni siquiera porque pudiera verse como una maniobra alrededor de un obstáculo para mantener el momentum de ventaja, pues en esa misma medida el producto pretendido termina siendo peor. Un día hablan de una cosa, y al día siguiente lo contrario sin ilación.

Sencillamente, todo es un grosero enredo. Para ejemplificar lo criticado, basta aludir al caso de las “captahuella” o tecnología biométrica para “evitar el contrabando”. O lo extemporáneamente referido sobre el plan “desarme” y la eliminación del “porte de armas”, cuando el país entero ha sido testigo de la campante delincuencia y sus secuelas de amplio espectro. O la violación de derechos ciudadanos ante lo cual el régimen actúa con franca impudicia. Encima de esto, siguen procediendo y ordenando determinaciones funcionarios que habrían puesto sus cargos a la orden del presidente. Entonces, ¿qué es todo esto? Ahora Pdvsa importará petróleo en el país con las mayores reservas de hidrocarburos del mundo. Un pésimo espectáculo de circo o acaso un ¿gobierno de comiquitas?

 “Entender la política como mero acto de magia, es simplemente creer que la luna es de queso y que gobernar es un hecho salvado

de contingencias y malediciencias.  Craso error, grotesco horror”

AJMonagas