Pido la Palabra: Lanzamiento de Migajas

Por: Antonio José Monagas…

No se ha comprendido que el meollo donde reposa la razón de los problemas que han destrozado al país, está relacionada con el concepto y ejercicio de construcción de ciudadanía.

En medio del caos que tiene atrofiado al país, persisten problemas de distinta índole. En el fragor de tan cruda crisis social-política-económica, subsiste el asedio de la incertidumbre como causa que ha avivado un proceso histórico colmado de acopios y dislocaciones con graves consecuencias sobre el pretendido desarrollo económico y social del cual tanto se ha hablado y escrito. 

En el curso de tan profundo desconcierto, se han intentado esfuerzos en la dirección, al menos, de paliar los consabidos efectos. Sin embargo, todo ello ha caído en “saco roto”. Ha sido como arar en el mar. Particularmente, por cuanto el desorden se ha atendido desde el lado incorrecto del análisis que ha podido procesarse a instancia de lo que fundamenta la teoría social, la teoría política y la teoría económica. Dicho desorden, de alguna forma, ha sido provocado por una cultura política dominada por la inmediatez y un vulgar pragmatismo que, además de haber consumido tiempo valioso, ha agotado recursos. No sólo económicos y financieros. Sino más gravé aún, de capacidades. Y todavía peor, de recursos emocionales, morales y éticos.

Poco ha sido considerado que la crisis que hizo sucumbir al país, se confronta atendiendo los problemas terminales del sistema social. No los problemas intermedios del sistema político. El ejercicio de una gran política, es capaz de minimizar secuelas derivadas del desbarajuste bajo el cual quedó atrapada Venezuela. Sin que hasta ahora, haya podido escapar del marasmo en que se encuentra encerrada. Por lo contrario, continua confinada en la estrechez de un ortodoxo y perverso proyecto de gobierno con el equivocado nombre de “Plan de la Patria”.

No se ha comprendido que el meollo donde reposa la razón de los problemas que han destrozado al país, está relacionada con el concepto de ciudadanía. A tan importante estado de procesos, condiciones, consideraciones y circunstancias, se le ha tenido como un mero convencionalismo con el cual ha jugado obscenamente el populismo demagógico. Y el asqueroso militarismo.

Por lo que refiere la equivocada y exigua definición que el alto gobierno le ha endosado al concepto de Ciudadanía, las realidades se han visto seriamente atropelladas. Más, dada la indecencia con la cual se ha permitido actuar a toda persona. Desde altos funcionarios, pasando por quienes deberían dar ejemplo, hasta cualquier persona. Indistintamente del nivel social, económico o político al cual pueda pertenecer. 

Estos gobernantes, disfrazados al estilo “diablos de Yare”, se han valido de promesas de todo tipo, naturaleza, tamaño y alcance, a partir de las cuales han levantado profusos compromisos político-electorales. Pero que no pasan de un primer ámbito de estolideces. Además, totalmente ocupado por premisas y prelaciones que no dicen nada, más allá de desnudas estupideces.

De manera que no es difícil entender la razón que explica el nivel de miseria cívica y moral que comporta buena parte de la población venezolana. Sin distinción del credo político o religioso que comulgue. Es por igual la sordidez que se manifiesta en el común del venezolano toda vez que se arroga condiciones de superioridad respecto de otro. O que la culpa del problema que lo afecta, se muestra convencido de no ser suya. 

En definitiva, nadie piensa en el otro. El egoísmo es la mejor demostración de cuanta presunción lo hace diferente de otro. El país sociocultural, se degradó en respuesta a un discurso de altos funcionarios que lejos de exaltar la dignidad como bastión de la ciudadanía, la emplearon como justificativo para igualar a la población por debajo del nivel que traza la excelencia, la decencia y la educación.

Venezuela se perdió entre los espacios donde la impudicia y la iniquidad, maquinan sus desvanes en perjuicio de las valores sobre los que se depara la ciudadanía. Por consiguiente, bien puede decirse que sin ciudadanía, no habrá posibilidad de que el país alcance lugar alguno en cualquier contexto donde Venezuela se atreva a participar de cara a lo que concibe el desarrollo humano. A menos, que sea ante alguna circunstancia que evalúe inconsistencia, incongruencia y degradación como factores de atraso y obcecación. Precisamente en el terreno de tan desvergonzadas mediciones, el país podía ser referente internacional en lanzamiento de migajas.

“Cuando uno piense en el otro y ese en uno, el país rápidamente sabrá hallar la salida a cualquier crisis. De cualquier tamaño. Y en cualquier tiempo y espacio”

AJMonagas