Pido la palabra: «Voceros del engaño»

Por: Antonio José Monagas

Aunque el interés de una devaluación solamente favorece al régimen y sus compinches, los efectos de esta última se traducen en un aumento de los precios montante en casi un 100%. 

Luego de escuchar a Nicolás Maduro, en su discurso de Memoria y Cuenta 2013, diciendo que “hay dólares para todos”, su subalterno, ministro de Energía y Petróleo, además de presidente de PDVSA y vicepresidente para el Área Económica, Rafael Ramírez, lo desmintió al rebatirle tan comprometida y resonante declaración. De manera que todo aquello quedó como una pedestre “Memoria y Sin Cuentas” toda vez que una semana después, el personaje de marras, sorprendió al país político y económico sometiéndolo a una nueva devaluación por la cual el bolívar fuerte terminó escurriéndose entre las rejillas del colector de inmundicias instalado en Miraflores para vaciar la corrupción  que ahí se ha acumulado.

A todas estas se ve que el régimen se estremece ante sus infamias y en su propio patio. Le huye a problemas que el mismo provoca. Se escabulla al sólo percibir el nombre: devaluación. El desespero es de tal tamaño, que en su intención de aparejar el entuerto, tiende a estropearlo todo. Y del peor modo. O como dice el refrán, “el tiro le salió por la culata”. Con todo el sarcasmo que significa atreverse a decir que lo expresado son “decisiones económicas que buscan estimular la conciencia nacional”, las revelaciones de Ramírez sólo servirán para acabar de hundir no sólo el sentido de socialismo que el régimen ha pretendido reivindicar desde la escarapelada noción de “trabajo” cuando reitera que esta ideología apunta a elevarle la calidad de vida al trabajador otorgándole mayor valor a su trabajo. Asimismo, seguirá aplastando al país en términos de su concepción democrático–institucional como lo establece la Constitución de la República cuando exhorta a “la defensa y desarrollo de la persona y el respeto a su dignidad”.

Las medidas anunciadas por Rafael Ramírez, aparte de las complicaciones que habrán de generarle a las ya derruidas cuentas nacionales, a consecuencia de obtusas políticas públicas, infestadas además de un mal dispuesto populismo, deprimirán aún más el valor del trabajo ya bastante magullado por las anteriores contracciones que igualmente ha conllevado la moneda venezolana. De ahí que ante tan bárbaros anuncios, es indudable que el país entrará en una fase todavía más irritante y pesada de las que hasta ahora ha vivido. Aunque el interés de una devaluación solamente favorece al régimen y sus compinches, los efectos de esta última se traducen en un aumento de los precios montante en casi un 100%. El resultado de llevar  el cambio de 6,30 Bs/US$ a 11,30 Bs/US$, representa un duro golpe para el bolsillo de los venezolanos muchos de los cuales siguen sin entender o saber que Venezuela se convirtió en el país con la más alta inflación del planeta, con la más aguda corrupción y con la más sombría transparencia administrativa entre el resto de naciones del mundo. De manera que, cómo va a reponerse un país tan zarandeado por el colmo de gobernantes ineptos e indolentes que sólo saben prescribir órdenes con base en groseros enredos. No hay duda de que su insolencia los convirtió en voceros del engaño.

“Para el demagogo, vale más una mentira que incite ilusiones que una verdad que anime contradicciones. Por eso sigue mintiendo. A pesar que las realidades indiquen  lo contrario. Piensa que un engaño sostenido, puede  convertirse en una verdad, aunque sea