Por la calle real: A los estudiantes de la ULA

Fortunato González

Por: Fortunato González Cruz…

Daba gusto ver a los estudiantes votando en el proceso para elegir democráticamente a sus dirigentes. Desde la ventana del salón de clases, a las 7 de la mañana y en compañía de mis alumnos del primer año de Derecho Constitucional, observaba la fiesta en el patio central de mí Facultad de Derecho: muchachas y muchachos con sus escarapelas y distintivos iban y venían en el ajetreo propio de un ejercicio de ciudadanía. Más de 6 años duró el secuestro del derecho estudiantil al sufragio y continúa el del claustro universitario.

Fue una fiesta de la democracia, que aún boquea en reducidos espacios de nuestra Venezuela. Y como era de esperarse cuando se puede ejercer el derecho a opinar con la libertad de ser joven, desprovisto de vicios y la disposición para soñar y construir un futuro mejor, el oficialismo sufrió una aplastante derrota y quedó reducido a un mínimo grupito de consentidos del ministerio de educación superior que dan vergüenza. En algunos espacios surgió la violencia, previsible en un proceso de esta naturaleza y en un país asaltado por los delincuentes, que no logró disminuir la contundencia de la hermosa lección de ejercicio pleno de la responsabilidad ciudadana de nuestros jóvenes.

La controversia ha podido ser más dura porque la política es también pasión, que con facilidad desemboca en trifulcas, mucho más cuando el ambiente estudiantil es penetrado por intereses de los grupos políticos que no se ponen de acuerdo en las estrategias para superar esta tragedia histórica que azota a los venezolanos. Pero más allá de esas cuestiones, la ULA habló por boca de sus estudiantes que en más de un 90% rechazan la alianza de delincuentes que se han apropiado de las instituciones públicas. Hará falta curar los rasponazos y unir a Jorge Arellano y a Gaby Arellano, a todo el movimiento estudiantil para que continúen dando lecciones de coherencia, firmeza y pasión que alumbra tantas esperanzas.

Percibo entre mis estudiantes que llevan ya 16 años bombardeados de un discurso belicista, violento y vulgar que sus valores y principios no han sufrido mengua y que en el ADN venezolano anida la libertad, la dignidad y la pasión por el país. El futuro será, no tengo dudas, promisorio, aunque dejen el país arrasado.