¿Qué hago con mis libros?

Para los lectores, una de las actividades más atractivas y divertidas era, sin duda alguna, visitar librerías y comprar libros. Ir “armando la biblioteca” como decían muchas, personas con orgullo. Pasar una tarde de domingo, arreglando, en los estantes , la bibliografía acumulada, releer una que otra página, “echarles una limpiadita para que no les cayera moho”, hacer algún apunte de un párrafo interesante y revelador, detenerse , sobre algún texto y releerlo, eran los rituales más comunes de quienes, amando la lectura con pasión, protegían sus tesoros con esmero.

La gravísima situación económica que vivimos, está llevando a los lectores a despedirse de sus libros, incluso de los más queridos, para venderlos, negociarlos o canjearlos por productos de primera necesidad. Otros, que ya tiene planes de abandonar el país, no saben qué hacer con sus bibliotecas.

Cada día que pasa, y la crisis se agudiza, vemos cómo las personas meten a sus compañeros de existencia en una mochila, y sale a ofertarlos a particulares o a las  librerías, que se han convertido en centros de acopio para recibir, sí están en buenas condiciones, esos ejemplares, a veces, de gran valor,que sus dueños ya no los pueden tener y los libreros, tal vez los puedan vender.

Cada libro, una historia.

Cada libro que se adquiere,establece una historia personal con quien lo compró. Refleja un momento, una vivencia, un sentimiento, un deseo de conocer, este o aquel personaje o autor. Dentro de las páginas de un libro colocamos, alguna vez, la flor amarilla que recogimos en el camino, o guardamos la servilleta con un “te quiero”, quien lo escribió ya no está a tu lado, pero tu libro sí permanece junto a ti. Está ese libro entrañable de poemas que tu papá te regaló cuando cumpliste 15 años, con una dedicatoria sensible, que ahora te llena de nostalgia. También, el libro de emprendimiento que te animó a montar tu propio negocio o el que te enseñó la trayectoria de los de grandes maestros: Jesús, Gandhi, la madre Teresa de Calcuta, Buda, en fin, los libros nos ofrecen las enseñanzas que nos ayudan a transitar el camino de la vida. Los hay para todos los gustos, necesidades y deseos.

Duele desprenderse

Hay quienes defienden el desapego como una acción ineludible para no sufrir, pero, cómo duele renunciar a lo que apreciamos, y para los lectores, los libros tienen mucho valor. Más cuando ellos han sido parte de nuestra tradición. Hemos visto lágrimas en los ojos de quienes entregan su libro de cuentos empastado, su colección de clásicos, o ese Don Quijote que atesoró durante mucho tiempo, pero cuando el hambre, las deudas , el requerimiento de una medicina con urgencia, nos golpea, la solución tal vez sea vender los libros.

¿Cuántas cosas más, queridas y afectivas tendremos que entregar para sobrevivir en este país sumido en una profunda y lamentable situación?

Librerías sin novedades

Las pocas librerías que están quedando, a las que sus dueños se aferran y siguen luchando contra las adversidades, se enfrentan a un panorama desalentador. Las casas editoriales, están casi vacías, sin novedades, y la escasa bibliografía que llegatiene altos precios, por todos los gastos que implican la edición y distribución de libros. No obstante, en el mundo se siguen produciendo títulos y los autores continúan escribiendo, pareciera que solamente en este país latinoamericano, la falta de libros, es manifiesta.  Por ejemplo, la obra más reciente de Isabel Allende “Más allá del Invierno”, que ya va a cumplir un año de publicada, aún no la tenemos en Venezuela.

Ante la pregunta ¿qué hago con mis libros? La respuesta más genuina, es:lo que usted considere y  le  sirva para continuar subsistiendo.  Si  tiene que desprenderse de ellos para palear otras realidades más apremiantes, entonces, hágalo sin remordimientos, porque ellos seguirán allí, cumpliendo su misión; su mensaje entrará  en otros ojos que no son los suyos, pero también causarán sentimientos y emociones,  ellos no cambian, ni se transforman, permanecen.

Las estaciones se suceden, una tras otra, la naturaleza es sabia, y después del invierno, llega la primavera, con la promesa de flores multicolores, brisa fresca y abundantes cosechas.

Por: Arinda Engelke.