Por: Eleazar Ontiveros Paolini…
En este nuestro país, sumido en un conflicto que se acrecienta día a día, dado el hecho de que al mismo lo atiza la injusticia, el deterioro institucional, las mentiras, los apremios sociales respecto a necesidades básicas no satisfechas, los insultos, la violencia física y psicológica, la soberbia, el manoseo grosero de la Constitución y la leyes, el desconocimiento palmario de los derechos de la población y, por supuesto, las posturas irreductibles en cuanto concepciones ideológicas y administrativas, emerge a intervalos regulares la “necesidad” del diálogo que se aprecia ingenua o hipócritamente por efecto de algún aspecto circunstancial ( ex presidentes mediadores, Vaticano mediador) como la tabla de salvación.
El diálogo, y esto parece cuesta arriba con un gobierno que se debate prioritariamente en la necesidad de seguir en el poder, es posible si se entiende como concepto básico que la democracia no es un sistema de consensos; es un sistema para dirimir disensos, cuyo único consenso es el acuerdo que se lograría con el diálogo para logarlo.
Ahora bien esos disensos que se sustentan en posiciones irreductibles, es decir, que condicionarían de antemano el dialogo de parte y parte, hace casi imposible que se llegue a acuerdos satisfactorios. Y es que ejemplarizado, uno puede preguntarse ¿Se puede llegar a un acuerdo en cuanto a realizarse este año, respetando la Constitución, el refrendo revocatorio? ¿Llegar a un acuerdo en cuanto a que se respeten las funciones de la Asamblea, conformada por diputados elegidos popularmente, y que soporta la arbitrariedad del CNE y el TSJ que como actores políticos del PSUV y el Ejecutivo entorpecen su funcionamiento y declaran ilegales sus decisiones? ¿Se liberaría a los presos políticos?
Por nuestra parte y creemos que es una apreciación compartida por una mayoría, la única solución a nuestros problemas es permitirle al pueblo que se exprese, dando a conocer su satisfacción o no con respecto al funcionamiento del Gobierno? Por lo tanto, los mediadores, y creemos que algo han dicho al respecto, tienen que entender que su actuación debe centrarse en hacer que el Gobierno acepte contarse, de lo cual depende todo lo demás. Seguir negándole a la población que se exprese, es seguir mostrando un talante absolutamente antidemocrático. Qué bueno sería que todos cargos de elección popular, de mutuo acuerdo, se sometieran al escrutinio del pueblo: Presidencia, Asamblea, Gobernaciones, Alcaldías, lo que definiría sin apelaciones lo que la mayoría quiere.