Razones y pasiones: Osofobia

Por: Eleazar Ontiveros Paolini…

El nuevo gran profeta venezolano, Diosdado Cabello, como si en el país no estuviera pasando nada con la escasez de alimentos, expresó su gran satisfacción por suponer, dados algunos rumores, que las Empresas Polar podrían bajar la Santamaría. Con fruición dijo que era lo mejor que podría pasarle al país, pues tales empresas eran factor importante en la exacerbación de la nefanda guerra económica.

Ese menosprecio a las Empresas del “oso”, no es gratuito. En su fuero interno lo que les pasa es que al considerar al Estado como siendo todopoderoso e infalible, les es más que incómodo que la población dependa para alimentarse en alto porcentaje de lo que en dichas empresas se manufactura, a lo que se suma el hecho de que su eficiencia sea ensalzada por la población, que ni corta ni perezosa la compara con lo que son las industrias expropiadas, identificadas con el rimbombante título de “Socialistas”. Para colmo, y esto les genera un picante prurito, los obreros de la empresa son sus primeros defensores, expresión de que son tratados con justicia y de que aprecian día a día su pertinencia social. Son más de 30 productos, tiene 10.000 empleos directos y unos 300.000 indirectos, incluyendo los franquiciados, y para redondear la faena, genera impuestos por más o menos 11.000 millones de bolívares.

Empresas de tal magnitud, es obvio, dependen a su vez de materias primas que debe provenir de otros sectores productivos del país (leche, azúcar, tomate, maíz, etc.) o de otros países cuando la producción nacional es insuficiente o inexistente, lo que ha obligado a dejar de producir salsa, arroz, salsa de tomate, rikesa y Pepsicola. Ahora enfrenta la posibilidad de dejar de producir cerveza y malta, pues para producir tales renglones es indispensable importar cebada, que por razones climáticas no se da en el país.

¿Puede, entonces, un Gobierno regodearse ante la posibilidad de que el mayor productor de alimentos deje de funcionar? Eso sólo es posible cuando el odio, ese que surge anómalamente del dogmatismo a ultranza, obnubila.

Hasta los obreros han manifestado para que sean concedidas las divisas y sin embargo, presión típicamente capitalista, se deja de hacerlo a pesar de que la empresa las ha solicitado por medio del nuevo Sistema Cambiario de Divisas Complementarias, Dicom, con un cambio que en está en la actualidad en el orden de los 358,45 Bs, por $, lo que si se ha hecho con la competencia.

“No hay derecho contra el derecho” (Bossuet).