Por Eleazar Ontiveros Paolini…
Desde que el indescifrable Presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, planteó por primera vez en 2017 la posibilidad de una intervención militar en Venezuela, en momentos en que el país veía con impotencia la conformación de una Asamblea Nacional Constituyente del todo ilegal, a lo que se sumó la consabida represión de las fuerzas armadas a las manifestaciones de protesta, la oposición venezolana se dividió entre los que aseguran y consideran que la intervención es la única manera de lograr un proceso de transición a corto plazo y los que estiman que tal posibilidad no es conveniente, pues entre otros aspectos sería una demostración de nuestra incapacidad para resolver por nosotros mismos los problemas que deterioran sin contención la vida de los venezolanos.
La situación no solo ha determinado un debate de carácter exclusivamente nacional sino que diariamente es motivo de análisis en muchos otros países de nuestro continente y de Europa, en los que se dan posiciones contrapuestas. La argumentación para apoyar u oponerse externamente a la intervención, es generalmente la misma utilizada en nuestro país.
Es importante aclarar que en todos los casos se habla de intervención y no de invasión. La intervención sólo es posible apoyándose en decisiones de carácter legal, mientras que la invasión, arbitraria desde todo punto de vista, se da cuando un estado de manera unilateral, por su exclusiva responsabilidad, empleando la fuerza, ocupa otro país apoyándose en diferentes argumentos, generalmente sin valor si se toma en cuenta la legislación universal relacionada. Alegan, por ejemplo, que el gobierno del país invadido es inconveniente y puede influir negativamente en otros países; que el gobierno de un país trata de imponer un régimen sustentado en una ideología inconveniente, en especial la comunista; cuando se pretende monopolizar y hacer directamente la explotación de los recursos naturales del país invadido; y cuando se dice que es el apoyo a un país aliado con problemas insalvables. De manera general, las invasiones implican una ocupación por tiempo indeterminado. En América Latina las invasiones norteamericanas han sido reiteradas: Panamá 1989; Nicaragua en 1912; México 1914; Haití en 1915; República Dominicana en 1916; y Granada o Grenada en 1983.
Muchos analistas introducen en sus apreciaciones algo que puede ser orientador: ¿Hay la posibilidad de que legalmente haya una intervención? Sí; cuando se dé el respaldo del Consejo de Seguridad de la ONU, basándose en el Capítulo VII de la Carta de las Naciones Unidas, en la que se establece que, a fin de mantener o restablecer la paz y la seguridad internacional de los estados miembros del Consejo se pueden aplicar medidas que impliquen la fuerza militar. Pero si bien hay tal disposición, de hecho resulta discutible y hay controversias en el propio Consejo de Seguridad, pues entran en juego entre los miembros del mismo apreciaciones subjetivas respecto de la determinación de si en Venezuela hay o no una paz satisfactoria y porque resulta difícil afirmar que se está poniendo en juego la seguridad internacional.
Lo cierto y es lo que se debe tomar en cuenta, aunque el Consejo Superior determinara la Intervención, lo que resulta poco probable, la misma o una invasión ▬ya conocimos la diferencia▬ determinaría inexorablemente un caos interno que puede llegar a una guerra civil, para lo cual el régimen contaría con la mayoría de las fuerzas armadas, los colectivos armados, las denominadas milicias, el apoyo del ELN y de los cubanos residentes en el país, todos con formación militar. Como se aprecia, todo parece decirnos que lo que está en juego es la tautológica situación en cuanto a que resulta determinante una posición consciente de la fuerza armada, actualmente alejada de su deber de defender la Constitución.
Entonces, y creemos que es lo sustancial, se deben dejar de lado los deseos de la inmediatez. Se debe seguir nacional e internacionalmente disminuyendo la capacidad operativa del régimen, tal como sucede día a día, de manera tal que le resulte obligante darse cuenta, superando la obcecación, que debe negociar una salida honrosa, con el criterio por parte de la oposición de que no se actuará “vengativamente”; demostrándole a Maduro y demás responsables de las decisiones gubernamentales, que es preferible desde ya convocar a una elecciones generales, pues la situación en que viven los venezolanos es insoportable y por ende insostenible Que entiendan que les debe resultar honroso y patriótico evitar confrontaciones y tomar en cuenta que la desesperación, es decir, la pérdida de la paciencia y la acentuación día a día de la intranquilidad, puede llevar a situaciones indeseables, máxime cuando se entiende que todo es remediable si el causante deja de provocar esa intranquilidad.