Signo de los tiempos en Venezuela

Por: Ramsés Uribe…

Los tiempos pueden analizarse desde distintas perspectivas siendo fieles al filosofar perspectivista orteguiano. Así hay muchos tiempos como maneras de vivir, se presentan toda una gama de posibilidades temporales en la biblia tal como lo presenta Eclesiastés 3, todo tiene su tiempo. El tiempo da para todo con sus opuestos; tiempo para la salud y la enfermedad, para el ocio y el trabajo. Tiempo para esto o aquello otro distinto.

Tiempo para sobrevivir. Se ha dicho popularmente que hay tiempo para todo: para amar, trabajar, estudiar; hoy casi únicamente, exclusivamente, el tiempo se dilapida en una mera sobrevivencia en el día a día de la cotidianidad apabullante por sus desafíos domésticos que exigen arduos y tremendos esfuerzos para conseguir el sustento familiar. Somos una degradación de “los hijos de los días”, como títuló el escritor Eduardo Galeano su obra literaria.  Se marchitan los segundos y minutos en bagatelas descoloridas, en colas o filas interminables en la búsqueda de alimentos, medicinas o servicios imprescindibles para la vida.

Tiempo perdido. Se afirma con hondo pesar que todos estos años se han tirado al caño. Se han desperdiciado miserablemente en querer implantar una ideología política por completo caduca. En lugar de mayor pluralidad de pensamiento,  se perdió la oportunidad de oro o mejor todavía de diamante o de coltán (nombre científico: columbita-tantalita), para desarrollar al país de manera extraordinaria con un progreso material y espiritual satisfactorio para todos los ciudadanos independientemente de sus posturas políticas, religiosas o filosóficas.

Tiempo filosófico. El asunto del tiempo en el campo filosófico es un tema estudiado durante siglos con resultados más que fascinantes que en algunas ocasiones coquetean con la ciencia ficción más lúdica de la temporada fílmica de Cannes o el Oscar. Ya hace un pocote de siglos, empezando por el filósofo Heráclito de Efeso, con su concepción del tiempo como parte del devenir, que es algo así como el cambio en general.  Platón creía que el tiempo era un tipo de idea que resultaba una cierta copia inmediata de la eternidad con ciclos de los movimientos celestes, de las estrellas. Hay otras definiciones más amables y elevadas como las del filósofo Plotino, quien dice que el tiempo es la prolongación sucesiva de la vida del alma.   

La filosofía del tiempo en Ortega: tiene una connotación metafísica e histórica. Su temporalidad es de actualidad e interesante al mil por ciento, ya que está fundamentada en la historia. Una de sus frases más reconocidas que lo identifican claramente es aquella de “yo soy yo y mi circunstancia y si no la salvo yo, no me salva ella…” Esto puede interpretarse, entre otras alternativas plausibles, como una alusión temporal en el sentido de que no podemos separarnos del momento histórico; del presente con toda su carga concreta de posibilidades existenciales. Abstraernos de esa vivencia es cuesta arriba por lo complejo que es renunciar o dejar nuestra vida en una sociedad determinada. (Exceptuando a los que huyeron fuera del país).  Independientemente de cómo sea dicha situación, tenemos el deber de comprenderla cabalmente y actuar según esa circunstancia proyectando una nueva y radical realidad mejor en todos los sentidos; léase otra circunstancia creada o impulsada por nosotros. Si nos quedamos, pasivos como rocas enmudecidas, nada pasará, todo sería exactamente igual, como siempre fue. La circunstancialidad orteguiana también nos circunscribe al presente y compresente. Esto es: el presente es la situación dramática que tenemos adelante, lo inmediato de la cotidianidad, es aquello que interpela el carácter y obliga a tomar partido en alguna dirección futura. El resto de la escena es el mundo circundante y de fondo. No somos ajenos a la realidad del contexto social, somos parte de ella. En palabras del pensador madrileño, “la vida es una serie de colisiones con el futuro: no es una suma de lo que hemos sido, sino de lo que anhelamos ser”. Estar a la altura de los tiempos era otro de aquellos lemas orteguianos. Es el ideal de una patria superior a la actual, con mejores oportunidades de progreso y justicia para todos.

El tiempo del cambio. Estamos en una época convulsionada por la inmensa problemática social y económica sin precedentes en la historia contemporánea nacional. El Papa italiano Juan XXII, gran pontífice de aquel período en que descollaban los revoltosos y revolucionarios sociales años sesentas, dice el escritor José Jiménez Lozano, “ tenía una muy aguda conciencia del tiempo nuevo, de los signos de los tiempos, como él decía, y se propuso hacer entrar en ellos a la cristiandad, a toda la historia humana.” Los signos de los tiempos posmodernos en Venezuela son pésimos, desalentadores en tanto críticos, y ameritan asumir posiciones de parte de los ciudadanos, especialmente cuando las instituciones fallan, para bien del país. 

En este orden de pensamiento del devenir social, la editorial de la revista del Centro Gumilla, SIC, año LXII, No. 619, muy conocida desde nuestra época de estudiantes ulandinos, publica un ejemplar titulado “ Tiempos de organización”, que se refiere a otra situación histórica distinta, sin embargo nos plantea un mensaje de plena vigencia, que “ el cambio en el que estamos empeñados los venezolanos, requiere de tiempo para proponer, asimilar y comprender, y de procesos para construir. Es necesario retomar nuestro patrimonio histórico, nuestra cultura democrática, afianzar lo aprendido, insertar las nuevas oportunidades y avanzar consolidando nuestras transformaciones.” Además recuerda la importancia de articular el ritmo histórico con la reflexión sobre sus procesos y el obligatorio “proceso de organización, consolidación y gestión política en un proyecto común”.

Así es, hoy en día falta un proyecto común para todos los venezolanos; es el clamor del pueblo empobrecido: la falta de una auténtica unidad nacional guiada por un liderazgo responsable para todos los sectores de la sociedad civil en aras de reconstruir democráticamente y con urgencia un país maravilloso pero virtualmente en ruinas. Como el tiempo de Dios es perfecto, entonces este es el mejor de los instantes para cambiar, mejorar, crecer, soñar y luchar por nuestros ideales.

Ramsés Uribe, profesor ULA, del Nuvm

Correo: ramaseum@yahoo.com

Twiterr: @ramthalneo

Imagen artística: Ramsés Uribe