¡Sociedad embasurada!

Por: Ramsés Uribe…

Generalidades. “La basura es un tesoro”. Siempre hemos sabido de esta frase paradigmática y superconocida en su significado aunque desgastada  por la audacia poética/literaria que promete quizás ingenuamente un mundo de riqueza inusitada.

Es innegable que la basura ha llegado y se ha instalado con total desenfado impune, es la nueva plaga en Venezuela. Otra pata chueca que le sale a la mascota mimada. Esa peste no viene del lejano oriente, de Egipto,  como castigo divino según relatan las Sagradas Escrituras. ¿O tal vez si?. Algunos dirán que no tienen responsabilidad al respecto. Otros señalan al vecino, actuando como se describe en “La culpa es de la vaca”, título del libro de Jaime Lopera Gutiérrez y Marta Inés Bernal Trujillo.  Esta escena es más que conocida, es sufrida cotidianamente  por la inmensa mayoría de los venezolanos. La basura pestilente llegó de visita inoportuna. ¿o viene para quedarse?. Dios nos libre. Donde hay gente hay consumo de recursos y por consecuencia: desechos. La basura no se va, así lo asegura el Instituto de Investigaciones Económicas y empresariales de México,  (2015), dirigida por Ivón Hernández. Nos invitan a reflexionar, pues demuestran esta terrible verdad ya que los malos hábitos de la población en cuanto a negación de separación y reciclaje de residuos en el Municipio de Maravatío, Michoacán, ocasionan que sus niños tendrán que lidiar con dos rellenos sanitarios cerrados y uno operativo y se ha estimado para cuando tengan 48 años de edad, existirán 6 rellenos de basura clausurados y se tendrán que abrir otros nuevos para cubrir las necesidades de la población.

Más datos científicos. Es un círculo vicioso de la basura allá en México, y por cierto debemos vernos en ese espejo pues la población venezolana y regional cada vez aumenta, pese al éxodo migratorio de connacionales, haciendo constante el problema de los residuos sólidos que aunque es parte de la naturaleza social, puede controlarse, mantenerse a raya como lo hacen diversos países. Suiza es un magnífico ejemplo. En Latinoamérica, Chile y otros países están luchando seriamente en esa dirección.

Según National Geographic (2013), un venezolano promedio consumía cerca de 34 kg de pescado por año, de los cuales 1/3 parte eran enlatados. Hoy en día ya sabemos la enorme dificultad para conseguir alimentos y dinero. Macky Arenas (2018), en su excelente y preocupante artículo virtual, “América latina: un continente forrado en basura”, da la voz de alarma cuando dice que en la región se generan 540 mil toneladas de basura diarias y los depósitos sanitarios están al borde del colapso. Para el año 2050 esa cifra se elevará a 671 mil toneladas por día. Asimismo México y Colombia figuran entre los países con mayores dificultades en el manejo de desechos sólidos que están diseminados por las vías,  debido a que pocas familias separan y reciclan la basura. Venezuela obviamente entra en esa lista, pero el problema es la pobreza, el hambre y las penurias. Aunque han surgido recicladores a cielo abierto, esa no es la solución adecuada, finaliza la autora.      

Según varias organizaciones como la Universidad de Leeds (2017), los países industrializados son los que más producen desperdicios, por ejemplo Estados Unidos (734 kg por habitante)  y Canadá (777 kg x hab.). Los países que menos contaminan con residuos son Kenia (109.5 kg x hab.), Etiopía (109.8 kg x hab.) y Nepal (115.7 kg x hab.)

Puede deducirse un par de axiomas ambientales muy sencillos e ilustrativos: a mayor industrialización y desarrollo de un país mayor contaminación y basura. Y viceversa: a menor industrialización y desarrollo en un país, menor cantidad de basura. Por tanto Venezuela y particularmente la región andina tendrían que manejar con mayor efectividad el problema de los desechos sólidos pero esto no ha sido posible porque la ineficacia gubernamental y la inherencia malsana de la política ha privado en esta situación. Si bien hay que reconocer las enormes dificultades financieras y la escasez de otros recursos, en la actualidad los gobiernos regionales y municipales han sido más que incompetentes en el manejo de este grave problema que amenaza con ocasionar serias enfermedades, un cuadro desagradable antiestético que ahuyenta a propios y a turistas, malísimos olores, aunado a la depresión y preocupación de los ciudadanos por no poder resolverlo.  Es insólito que se haya retardado tanto su solución a pesar de contar con la presencia y asesoría técnica y científica de la Universidad de los Andes y la sociedad civil que estaría más que dispuesta a coadyuvar en la solución urgente de este desastre ambiental  ecológico urbano.

Soluciones. Atender este problema con la urgencia del caso sin más dilaciones, sin tantas reuniones y comisiones, pues existe una gran cantidad de información técnica para la toma de decisiones pertinente liderizada por el ejecutivo regional y municipal. Debe diseñarse y organizar un plan estratégico de manejo de residuos sólidos que haya sido implementado con éxito anteriormente en otros países y considere la crisis nacional en donde participen todos los ciudadanos. Ese nuevo sistema híbrido, contemplaría nuevas ordenanzas municipales o ajustar las existentes. Normas estrictas con penalizaciones ejemplares para el infractor. Asesoría especializada de la Universidad con educación ambiental en todas las instituciones educativas, comunidades, organismos públicos y organizaciones privadas, a través de sendas y agresivas campañas de concientización difundidas por todos los medios de comunicación que incluyen las redes sociales. Emplear el desarrollo endógeno y sustentable para que sea efectivo en el tiempo y con poco financiamiento y escasos recursos disponibles en la región y el país, por medio del reciclaje, la reutilización  y la separación de residuos de cada uno de los habitantes. Incluir la metodología del empoderamiento y emprendimiento popular y social  para que cada comunidad maneje su situación particular.

Profesor Nuvm de la ULA

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