Soledad problemática

Prolegómenos con diagnóstico. Al caminar por cualquier calle de pueblos y ciudades del país nacional, encontramos pinceladas  multicolores brillantes y opacas, dulces y amargas; varias situaciones de toda corte, elementos inusitados y cosas particulares e injusticias a la orden del día. Una de ellas es el abandono infame en cada espacio público donde no provoca ir a pasear, pues casi no hay sitio adecuado para tal fin recreativo. La soledad del espacio público es notorio e innegable, excepto para los cegatones políticos, que pregonan que todo está “extremadamente normal”. Los profesores de ciencias sociales de las universidades hemos advertido que adultos mayores se han quedado solos para cuidar a sus nietos,  hay hijos de mediana edad que están al cuidado de sus padres ya ancianos. Muchas personas están en solitario sin sus hijos u otros familiares. Es una devastación social  sin precedentes, porque las familias están seriamente fragmentadas, separadas por el éxodo migratorio debido a la malísima situación país. Se ha perdido el hilo conductor familiar y generacional natural. El daño asestado a la socialización  de las nuevas generaciones es casi irreversible, porque está demostrado lo importante y necesario que resulta la familia en el desarrollo integral de jóvenes y párvulos. En otros países los muchachos criollos están solos sin el soporte de sus padres, a la deriva frente a sociedades foráneas, a su vez están manteniendo a sus familiares; es una total disfuncionalidad social pues los roles se han invertido. Esta soledad en Venezuela no es filosófica, profiláctica o estética, sino social. Inclusive las mascotas están huérfanas sin sus amos que en ocasiones los han abandonado. Desde luego que este hecho insólito y emergente amerita tiempo y más datos para investigarlo con mayor profundidad.

Epidemia de soledad. Recientemente se habla, si es que no fue ventilado el tema hace tiempo, de una nueva problemática social, una calamidad pública emergente que amenaza ferozmente con quedarse y hacerle la vida a cuadritos  no sólo a países europeos, sino que sus efectos y tentáculos pueden llegar al resto de los continentes, con altos costos para la salud social, de acuerdo con los expertos. En Cnn, programa Oppenheimer (2018), Sir Simon McDonald, jefe del servicio diplomático del Reino Unido, plantea que las redes sociales y la soledad están relacionadas, porque la gente llega a tener infinidad de amigos virtuales pero pocos o ninguno en la realidad social. La soledad destruye vidas y le cuesta mucho al erario público. La situación es tan seria en Gran Bretaña que fue creado recientemente el Ministerio de la Soledad. Y es en serio, no es una broma alegre.

Estadísticas. John y Stephanie Cacloppo (2016), profesores de psiquiatría y psicología de la Universidad de Chicago, presentan datos como para empezar a reflexionar y luego a preocuparse: la soledad trae graves consecuencias para la salud como irritabilidad, angustia, depresión, hostilidad. Biológicamente, se elevan los niveles de cortisol (la hormona del estrés), se incrementa la resistencia a la circulación sanguínea y disminuye en parte la inmunidad. Además causa insomnio y agotamiento aunado a un estado de alerta social exagerado, lleva como consecuencia reducción del sistema inmunológico y aumentando el riesgo de contraer infecciones virales y otras enfermedades crónicas.  Según varios estudios internacionales, una de cada tres personas se siente sola frecuentemente. Otro reporte que  señalan los anteriores autores dice que en un análisis reciente de 70 estudios mezclados, con más de tres millones de participantes, se demuestra que la soledad es un riesgo de mortalidad 26% aproximadamente igual que la obesidad. Sir Simon McDonald, citado en líneas anteriores, cuenta que el parlamento investigó que hay 9 millones de británicos, un 14% de la población, que padece este mal social.

Para un  buen lector, sobran las explicaciones respecto de los anteriores datos.

Soledad filosófica. Como siempre gracias a Dios hay muchas alternativas para solventar, mitigar, reducir, ponerle un parao, a esta seria situación que empieza a preocupar a los expertos y a la opinión pública en general. Rubén Funes, filósofo y teólogo de la Universidad Don Bosco (2013), plantea algo un tanto controversial sobre el tema difícil de la soledad: si queremos una auténtica vida intelectual tenemos que propiciarla, hoy la necesitamos. Zubiri, un tremendo filósofo español, afirma que Sócrates (otro gigante del pensamiento universal), ante la ola de notoriedad o fama, asume la actitud de retracción de la vida pública, se retira a su casa.

Schopenhauer, destacadísimo pensador alemán, recordado, entre otras, por su gran obra, “ El Mundo como Voluntad y Representación”, escribió: “ el instinto social de los hombres no se basa en el amor a la sociedad, sino en el miedo a la soledad. No se busca la grata presencia de los demás, cuanto se rehúye la aridez de la propia conciencia.” “ Como el águila, las inteligencias realmente superiores se ciernen en la altura, solitarias. La soledad es la suerte de todos los espíritus excelentes”.

Interpretando lo manifestado por Funes y Zubiri, junto con Schopenhauer, significa simplemente que para el filósofo hacer bien su trabajo y vivir su vida a plenitud, necesita la tranquilidad e imperturbabilidad de un rato largo a solas. Requiere de la laguna apacible de la montaña andina. Para filosofar, investigar, estudiar, emprender, hacer artes visuales o de todo tipo, meditar, orar al Altísimo, es menester abrazar la soledad. No se trata de evadir la realidad sino de apartarse momentáneamente, tomar distancia para luego comprender la situación de manera más consciente y producir alguna obra espiritual o material que sirva para la sociedad y para sí mismo. Sin importar que sea algo extraordinario, puede ser algo sencillo: un poema hermoso, una canción alegre, una coreografía juguetona, una oración consoladora, un consejo oportuno, un invento o emprendimiento acertado, una idea destacada, una lección bien aprendida, entre otras maravillas.   

Soledad y ciencia. El gran y afamado  médico neurocientífico argentino, Dr. Facundo Manes, explica que la soledad puede revertirse con varias medidas: usar el cerebro con nuevos retos cognoscitivos, estar en contacto con la gente, sin aislarse. Hacer ejercicio físico, mantener la mente activa, tener propósitos en la vida, ser generoso; hacer el bien, innovar y ser creativos como lo señala el periodista Oppenheimer. A los adultos mayores recomienda ser voluntario en causas sociales,  enseñar a los jóvenes, bailar y ejercitar la mente. 

Hagamos algo para erradicar la soledad en cualquier rincón de este aún maravilloso planeta Tierra.

Ramsés Uribe, profesor ULA, del Nuvm

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Imagen artística: Ramsés Uribe