Sobre una guerra civil en Venezuela

Por: Fernando Luis Egaña…

Pablo Iglesias, el ambicioso líder del partido español Podemos, ha declarado estar preocupado por la posibilidad de un “enfrentamiento civil”, vale decir una guerra civil, en Venezuela. El tema es tan grave, y tan real, que es necesario hacer algunas precisiones. Para que ocurra una guerra civil propiamente dicha, es indispensable que haya dos bandos armados que se enfrenten con su poder de fuego. Pero resulta que la oposición democrática a la hegemonía no tiene armas. Luego no podría constituir una parte beligerante en un conflicto armado.

Las armas en nuestro país las tienen las FAN, por una parte, y una constelación de grupos para-militares, llamados colectivos, milicias, o como sea, muchos de ellos equipados desde núcleos la Fuerza Armada. También están una multitud de bandas hamponiles armadas hasta los dientes, pero no es fácil distinguirlas de los referidos grupos para-militares. Estas verdades las conoce todo el mundo en Venezuela, y también las padecen el conjunto de los venezolanos. Pero todo ello forma parte del llamado “modelo” político-revolucionario, o lo que se proclamaba de una “revolución armada”.

Estos son los resultados: una violencia desbocada, con ribetes sociales y hasta políticos, que hace ya tiempo llevaban al escritor y polemista Domingo Alberto Rangel, a afirmar y reiterar que en Venezuela había una guerra civil no-convencional. Ahora bien, los riesgos que ello se transmute en una conflagración anárquica, en un desbordamiento desordenado, en una especie de guerra civil de varios frentes y comandos, no se pueden subestimar, entre otras razones porque ya hay trágicos signos al respecto.

La crisis humanitaria en lo social y económico, aunada a las crecientes tensiones internas del oficialismo, en los dominios políticos y militares, más el atrincheramiento de Maduro y los suyos detrás de decretos inconstitucionales para justificar poderes aún más despóticos, son realidades que conducen a los peores escenarios, a situaciones de mayor represión, de mayor violencia, de caracterización más acabada de un enfrentamiento endógeno con alcances de guerra civil. Nada de esto son hipótesis de un eventual futuro, sino hechos del tiempo presente.

Quien quiera parecerse al avestruz y meter la cabeza debajo de la tierra, para no encarar lo que está pasando, está en su derecho… Pero esa no puede ser la actitud de los que luchan para que se abra una nueva etapa política que permita la reconstrucción de Venezuela.

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