Al otro lado del puente: Educación en la pandemia

Por: Anderzon Medina Roa…

La finalización del año escolar ha debido replantearse como consecuencia de las medidas de aislamiento social impuestas por la pandemia de COVID-19, lo que ha obligado a un cambio de modalidad de educación presencial a modalidad a distancia. Para este cambio, se ha designado la señal de una televisora estatal como apoyo para el buen desenvolvimiento de las clases y puedan de esta manera cubrirse los contenidos para cada grado. Así, vemos en la programación de este medio de comunicación a “Cada familia una escuela”, un programa en el que docentes de diversas áreas del conocimiento dictan las clases para los estudiantes del país. Una forma de apoyar el trabajo que cada docente, cada estudiante y cada familia ha tenido que hacer en esta nueva modalidad.

Hace unos días, mientras hacía zapping, me consigo con una clase de inglés en el programa y, por curiosidad disciplinar, me detuve a ver el desarrollo de la clase. Lo primero que me llamó la atención fue el esfuerzo y determinación del docente por hacer bien el trabajo de dar su clase, lo segundo, estaba dándole su clase a un país. En este texto, quiero elaborar en torno a estos dos aspectos.

No es de menospreciar el hecho de poder contar con un medio de difusión como la señal de un canal de televisión para apoyar los procesos educativos en el país. Más aún si consideramos que contamos con la velocidad de conexión a internet más lenta del continente y las limitaciones que esto implica. Así, contar con la televisión que tiene un amplio alcance a lo largo y ancho del país presenta un gran abanico de posibilidades no solo para apoyar sino además para potenciar procesos educativos. Y si hablamos de la enseñanza del inglés como lengua extranjera, entonces podemos pensar en la cantidad de materiales educativos desarrollados en ese formato, la posibilidad de adaptar productos de las diversas culturas que hablan esa lengua (conocidos en nuestra cultura o no, tales como música, series de televisión, películas, realities, etc.) a nuestras metas de formación. La posibilidad de desarrollar materiales que permitan mostrar la diversidad cultural y cómo nuestra cultura se inserta en ella; mostrar a los estudiantes que el mundo es una compilación de mundos, que el mundo se ve distinto dependiendo de la cultura desde donde se vea, dependiendo de la lengua con la que lo expresemos. Esto además genera espacios para elaborar en torno a la comprensión y aceptación del otro desde su diferencia, quien a su vez nos comprende y acepta desde nuestra diferencia.

“Todo depende del cristal con el que se mire”, dice el refranero popular, y podemos decir que cada cultura representa un cristal. La enseñanza de lenguas extranjeras implica inevitablemente aspectos relevantes de las culturas que hablan la lengua que estemos enseñando; desprovisto de esto, aprender una lengua extranjera carece de sentido real. Precisamente la clase que me detuve a ver en televisión estuvo desprovista de un componente cultural y cargada de un componente de estructuras. Antes de emitir cualquier juicio de valor respecto al todo de estas clases por TV, le invito a que recuerde sus clases de inglés de bachillerato y piense cuánto de componente cultural había en ellas, respecto a cuánto tiempo le dedicó a estudiar el verbo To Be, por ejemplo. Exacto.

A pesar de intentos de cambios en el enfoque tradicional que presta mayor atención a las estructuras, hechos hace menos de cinco años con el desarrollo de la colección Bicentenario o a mediados de los 80 cuando se propuso una aproximación más bien comunicativa a la enseñanza del inglés, seguimos tomando clases de inglés, al menos, durante 5 años en bachillerato y, salvo casos especiales, el resultado de esos 5 años es que no somos capaces de expresarnos mucho más allá del saludo en esa lengua. Seguimos enfocándonos en la estructura, como si aprender una lengua pudiera hacerse sin la riqueza cultural de la misma.

Esa clase de inglés por TV es un reflejo de las clases de inglés en un salón de clase pre-pandemia en cualquier parte del país. El docente hace su mejor esfuerzo, pero su enfoque más que hablar de su visión respecto a su clase, habla de su formación, del sistema educativo, de la necesidad de revisión, actualización y mejor manejo de recursos, humanos y técnicos. El docente hace el mejor trabajo que puede con las herramientas que tiene, de conocimiento y tecnológicas. Cabe preguntar si, históricamente y más allá de los últimos cuatro lustros, el sistema ha hecho su mejor trabajo para formar a ese docente. Las herramientas tecnológicas en sí mismas (esta clase contaba con un computador de pantalla táctil de al menos 48’’, cargado con los contenidos a enseñar para cada grado, que sirve de pizarrón o tablero, el acceso a señal de TV que le da alcance a nivel nacional) no son sino atención a las formas de la clase (de inglés o de lo que sea). El docente necesita mejor formación para que ese computador no sea solo un pizarrón donde escribir ni una cartelera donde leer contenidos y la señal de televisión sea más que un inmenso salón de clase.

Este enfoque y práctica de las clases de inglés en nuestro sistema educativo es más común de lo que queramos admitir, y el andamiaje tecnológico no hará que funcione mejor en TV de lo que lo hace en el salón de clase, pues una clase no solo es forma, es también sustancia. Tener parte de la práctica del proceso educativo en la pantalla puede ubicarlo en el campo de atención de una audiencia que trascienda sus actores habituales (docentes, investigadores, estudiantes) e incluso ofrecer una perspectiva distinta a estos. Quizá mayor atención y perspectivas novedosas sean un catalizador necesario para la revisión, actualización y mejor manejo de recursos, humanos y técnicos de nuestro sistema educativo.

Dr. Anderzon Medina Roa

Prof. ASOCIADO de la Universidad de Los Andes

@medina_anderzon

(Día 65 de cuarentena)