Carrera Olímpica 2021

Por: Ramsés Uribe…

Datos orientales. Los expertos en el campo del periodismo deportivo y los profesores de educación física y los deportistas se lucen estos días de olimpiadas. Gozan un montón. Así tiene que ser. Algo admirable es la tenacidad nipona en cualquier asunto que emprendan. Hay una filosofía oriental basada en la disciplina y la sobriedad en la vida. El Kaizen (en japonés significa: cambio a mejor y mejoramiento), consiste en el empleo de la creatividad, estudio de los procesos, y trabajo en equipo para el  mejoramiento constante. Los pequeños cambios producen grandes progresos con un plan para ello, es decir mejoramiento continuo que evita el despilfarro. No debe pasar un día sin hacer algo para mejorar. Mejorar el proceso, mejorar la mejora es el lema y mantram del éxito según  Shigeo Shingo. Un país como Japón con escasos recursos naturales y una abundante población con una cultura que vive en lo tradicional y la actualidad. Su mayor y mejor activo natural es la materia gris, puro cerebro rebosante de inteligencia y actitud resiliente. Aunque parece un peladero de chivo, es un buen ejemplo de éxito de un pueblo asediado por volcanes, terremotos, tsunamis y con un pasado terrible, luego de haber padecido guerras y el impacto de bombas atómicas en Nagasaki e Hiroshima en 1945, y un devastador accidente nuclear  en Fukushima en 2011.

Uno no puede menos que maravillarse hasta el techo cuando observamos la extraordinaria organización de las olimpiadas de ese país emergente tan admirado por todos. En el reino de los samuráis saben luchar muy bien en cualquier terreno. En la inauguración del evento supremo del deporte mundial, la sobriedad y orden aunado al despliegue tecnológico espectacular y siguiendo las medidas de bioseguridad fueron la nota brillante del día. Nadie apostaba a los japoneses por la difícil situación de la pandemia. Aunque se han producido algunos inconvenientes como las denuncias de sexualización femenina de algunas atletas o el hurto de una bicicleta, todo ha salido de maravilla. Todos creían que era imposible que se efectuaran los dichosos juegos en tierras exóticas y de Mazinger Z, Ultraman y la Señorita Cometa.  Para evitar discrepancias o incomodidad o enemistad de algunos, se puede incluir a Pikachú con todos sus Pokemón pegando brincos de lo lindo; también a los Teletubis.

Orgullo criollo. Por fortuna, la providencia celestial nos ha brindado un regalo momentáneo: la participación de un grupo de atletas venezolanos que están representando dignamente al tricolor nacional en una competencia universal.  Por ejemplo, Julio Mayora, logró una medalla de plata en halterofilia; otros 44 atletas criollos dan la lucha por destacarse. Esperamos que tal triunfo no sea explotado políticamente sino que sea un éxito del deporte., de la Venezuela luchadora y deportista. De ese buen ejemplo que tanta falta hace hoy día. Nos preguntamos en ese sentido, ¿cuántas penurias habrán pasado estos deportistas criollos y los demás para llegar a esas formidables alturas del Olimpo con compleja situación epidémica?. El caso no es usar el triunfo del medallista para la mala política. Un campeón debe ser ejemplo para todos. Inspiración de niños y jóvenes para motivarlos a que se esfuercen al máximo, no tanto para romper récords mundiales, que tampoco es poco trazo, sino para ser mejores personas, modelos de excelencia y sacrificio hasta terminar la competencia de la existencia. Parafraseando las escrituras: anímate y esfuérzate y manos a la obra; no temas ni desmayes, porque Dios estará contigo, no te dejará ni te desamparará hasta que acabes la obra. (1 de Crónicas 28-20).  

Un buen gobierno no causa el éxodo de millones de sus ciudadanos. Ni ocasiona la miseria y humillación de su pueblo. Al contrario: Impulsa el desarrollo de su población con políticas públicas de calidad, efectivas y serias para el bienestar de todos por medio del deporte, la salud, la educación, economía productiva, seguridad de verdad, respeto a los derechos humanos, independencia de las instituciones y poderes públicos y un estado de derecho confiable.

Competencia vital. Hoy casi todos los países luchan desde hace más de un año contra el covid y sus secuelas sociales. Los venezolanos pelean más; desde hace muchos años, son hoy los mejores atletas de la supervivencia por culpa de la crisis humanitaria compleja y la pandemia.  Están en la más dura de las competencias deportivas, la de la lucha infatigable por el sustento diario y de sus familias. Los que se fueron luchan doble porque a juro deben adaptarse a tierras desconocidas y a veces hasta hostiles por la infame y reprochable xenofobia que golpea al criollo. Los que se quedaron también guerrean y sufren.

Insólita justa. Las Olimpiadas del 2021 son quizás, una de las más curiosas y sorprendentes en toda la historia del deporte mundial. No deja de impactar el asunto de las fechas fuera de orden de la saga deportiva. ¿Cómo es eso de los juegos deportivos del 2020, pero en el 2021?. Parece una broma estrafalaria de algún desocupado o de un agudo maestro de la ironía de la existencia.  ¿Es una ironía del destino, del devenir que enfatizó la filosofía presocrática fatalista aunque bastante ajustada a la realidad?. El caso es que parece que tenían  razón los filósofos, agoreros y futurólogos del sentido trágico y desastroso de la existencia.

Aunque no todo es tan malo como aparenta ser, si sabemos sacarle provecho en todo el más amplio sentido del término. Así piensan y actúan mucha gente que es muy alegre e inquieta como inteligentísima que anda por allí en el anonimato y algunos en la celebridad y la fama grosera. Abnegadas y amorosas amas de casa, estudiantes luchadores, personas ordinarias de a pie, animosos trabajadores, caminantes solitarios o emparejados, teólogos empeñados en alcanzar al Ser Supremo, psicólogos de mentalidad amplia, junto con otros intelectuales como los filósofos, artistas y periodistas olfateadores del  porvenir infinito, apuestan  todas sus barajas de póker al futuro prometedor del mundo; extraen lecciones crudas de la vida pandémica y al reseteo existencial. Le sacan un jugo dulce a la amarga fruta que la vida misma nos da en ocasiones como ahora con la pandemia y/o con crisis humanitaria compleja.

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