Cuarentena existencial forzada

Comienzo. Hace pocos días tocamos el tema en boga de la pandemia en el artículo “calma y cordura ante la adversidad”, en donde se propuso una actitud filosófica de serenidad frente a esta difícil situación planetaria. Mucho antes escribimos sobre áreas afines al examinar brevemente  en el texto “cultura de prevención”, lo referente a cómo se ha venido manejando este tipo de eventos. Ahora continuamos con una nueva y preocupante situación social y asistencial de lo que se ha dado en la pandemia y su interpretación haciendo acopio de una hermenéutica emergente. En principio lo afirma el Salmo 91, hay que pedir protección divina contra la peste (pandemia); orar, tener fe y esperanza en Dios. Cabe acatar lo dictaminado por las autoridades de salud, seguidamente mantener una actitud mental y conductual positiva de responsabilidad y alerta para sostener en alza el sistema inmunológico.

Insensatez política. Es insólito, aunque no extraña, las políticas de algunos gobiernos tanto de derecha como de izquierda que se preocupan más por la bolsa de valores; la economía que cae en picada, que darle el mayor valor a la vida humana, hoy seriamente amenazada. Verbigracia, China y Nicaragua, con el dictador Daniel Ortega a la cabeza, se desvela más por el turismo que genera divisas que por el sufrimiento de su pueblo con esta pandemia aunado a su falta de libertad. Al menos el gobierno venezolano si ha acertado en activar una cuarentena nacional a tiempo. Otro punto a su favor es la ejemplar unión gobierno nacional, regional y municipal para combatir el flagelo pandémico.¿ Por qué hay esperar hasta que el agua llega al cuello para unirse en la solución de los problemas del hermoso país tropical de Ricardo Gil Otaiza?. Es mejor que sean políticas serias y permanentes.

Datos interesantes. En esta emergencia mundial el ingenio del emprendimiento florece por doquier y en la forma más inesperada; por ejemplo, un hombre diseña un portabebé en forma de burbuja para protegerlo de la pandemia y ha tenido un éxito extraordinario pues recibió muchas ofertas para producirlo en serie. Indudablemente ante el desastre sanitario global hay emprendedores que generan nuevas formas de curar o prevenir enfermedades u otras dificultades de estos nefastos eventos. Más que el interés económico a ellos y a los valientes del sector salud los mueve la ética profesional, la solidaridad y la compasión por la humanidad sufriente o simplemente su angustia por el mal patológico que pudiera afectar a nuestra gente.

Este 24 de marzo 2020, la Agencia EFE, publica un impactante escrito de Bill Gates, magnate y creador de productos informáticos, (padre de Windows), filántropo y uno de los tipos más ricachones del mundo, ha donado la bagatela de unos 85 millones de Euros para investigación microbiológica contra el virus. Resumiendo, el magnate afirma que el virus nos vino a enseñar   un propósito espiritual. La pandemia ataca a todos por igual, por tanto ahora sí somos iguales. Lo que uno hace afecta a los demás. La salud es muy importante y la hemos descuidado por los malos hábitos, así que tenemos que cuidarnos. La vida es muy breve y es más que comprar compulsivamente y lo esencial es lo necesario. La vida familiar y hogareña es primordial y se ha descuidado. Frente a nuestra actitud egocéntrica un virus es capaz de detenernos a la fuerza. Tenemos el libre albedrío para actuar adecuadamente o no. Podemos ser tranquilos o asustarnos, es mejor lo primero. Esta situación puede ser el final o un nuevo comienzo. Esto puede ser un momento de reflexión y comprensión, donde aprendemos de los errores o hasta que aprendamos la lección. El planeta está enfermo por culpa de nosotros. Después de cada dificultad, siempre hay una salida. La vida es cíclica, esto ya había ocurrido y pasará. Mientras que muchos ven al problema del virus  como un desastre podemos verlo como un gran corrector de nuestra conducta. Sin comentarios.

Ética laboral. Ahora muchos claman a los poderosos y políticos, ambas especies siempre han contratado mano de obra baratas, que reconozcan a los trabajadores de la salud, seguridad pública o privada y de la limpieza, mantenimiento y servicios, para que sean valorados en su justa dimensión. Resulta que pocos quieren ocupar hoy día esos puestos por el tremendo riesgo que puedan tener. Algunos hasta piden firmas para rebajar los exagerados y groseros sueldos y prevendas multimillonarias de los funcionarios públicos como diputados y otros cargos dizque de confianza, para aumentar los de los servidores públicos que enfrentan esta crisis de salud. Por cierto, Angela Merkel la dama de hierro del gobierno alemán, ante una petición necia del gremio de los ingenieros pidiendo aumentos descarados, respondió que no podían ganar más que los que los formaron: sus profesores. Si bien es cierto que un empresario, deportista, artista o alto funcionario público gana acorde con su alta labor, no es menos cierto que servidores públicos deberían ganar muy bien y tener grandes beneficios, pues su trabajo es fundamental para que se apoyen y luzcan los anteriores mandones y figuras de élite.

En esta  coyuntura de amenaza mundial el primer frente son precisamente los funcionarios que limpian y desinfectan los espacios o reciben a los enfermos, exponiendo sus propias vidas. Estos valientes profesionales, técnicos y trabajadores luchan incansablemente para que el resto de la población sobreviva seguro bien lejos de las trincheras virales: hospitales, ambulatorios, y demás centros de salud. En cambio en Venezuela y otros países de corte autoritario comunista o socialista, esas mismas personas son perseguidas, censuradas o encarceladas por su encomiable labor y por denunciar la falta de insumos para atacar la epidemia global o por informar con total veracidad estos hechos en el caso de los periodistas. Ya es hora que los gobiernos mundiales premien y paguen excelente sueldos a los guerreros de la salud, los educadores, y otras profesiones indispensables en la sociedad, aparte de dotar sus instituciones con lo mejor del mercado médico y educativo, como lo afirma la gente pensante.

Aprovechar el tiempo detenido. Desojar la margarita es lo que algunos ociosos hacen en estos momentos estancados. Dicen: hago algo o no hago nada y así pierden miserablemente estos instantes quietos que podrían ser movidos  creativa y productivamente. Sin tener un proyecto de vida completo o al menos de medio tiempo, no saben en qué liquidar la pausa obligada. Es mejor hacer cosas para mantener la salud mental; ocuparse y no lamentar luego y acometer la voluntad “en busca del tiempo perdido”, como se titula la novela psicológica y autobiográfica del escritor francés Marcel Proust. Los psicólogos aconsejan elaborar horarios de rutinas, especialmente para los chiquillos, hacer actividades para no deprimirse o engorilarse con su propia familia o los vecinos por la encerrona. Dios nos bendiga y ayude.

Ramsés Uribe, profesor de la ULA

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