PIDO LA PALABRA
VENTANA DE PAPEL
PATRIOTERISMO RAMPLÓN
Además de poner al descubierto el engaño gubernamental cuando exalta de forma desproporcionada el concepto de patria con la retorcida intención de hacer proselitismo de ocasión, la reflexión anterior también busca dar cuenta de la aberración a la que se llega toda vez que del concepto de patriotismo se cae inmediatamente en el de patrioterismo. A este estado de hechos es al que se arriba luego de dejarse atrapar por el maniqueo del régimen al pretender seducir al venezolano (incauto) con el grotesco cuento de que ahora “tenemos patria”. Cuando por lo contrario, menos que nunca, “tenemos patria”. Y no puede ser distinto en un país como Venezuela, donde casi todo está descompuesto, desarreglado, acabado, inexistente, derrumbado, obstruido, cerrado, entrampado y derruido. O muy próximo a alcanzar cualquiera de las categorías o calificaciones anteriormente descritas. Si no hay patria, tampoco hay patriotismo. Pero lo que si existe, y en exceso, es patrioterismo. O sea, el degeneración del sentido de pertenencia que caracteriza a quien vive desubicado del sentido de la responsabilidad compartida que debe tener toda persona consciente de los desafíos que plantea el futuro en democracia. El patrioterismo es encerrarse entre los límites del fanatismo con la excusa de defender lo propio cuando sólo está justificando el miedo a enfrentar ideas diferentes a las propias. Entonces bien puede asegurarse que el patrioterismo es la virtud del furibundo cuando cree que sólo su pensamiento está por encima del resto de las ideas. Es el escondite donde el pusilánime pretende edificar su guarida pensando que es su palacio de gobierno. Es justo lo que repite el régimen cuando plantea que su proyecto ideológico es capaz de estimular el desarrollo y bienestar del venezolano. Cuando eso son sólo patrañas. O sea, patrioterismo ramplón.
CONSPIRACIÓN ANTI-UNIVERSITARIA
La preocupación por la crisis universitaria, sacude a cualquier venezolano con un mínimo de solidaridad y también de sensibilidad. A decir de Jorge Armand, profesor jubilado de la Universidad de Los Andes, “basta señalar que hace una década el sueldo de un profesor universitario de máximo escalafón equivalía a más o menos 6 salarios mínimo de aquel tiempo y hoy apenas llega a poco más de dos”. Lo demás puede el lector imaginárselo. Sin embargo, Armando se pregunta: ¿Cómo explicar que hayamos descendido a este abismo, siendo que Venezuela ha recibido durante los últimos 12 años los más altos ingresos de su historia? Para él, la respuesta es obvia y simple. “El progresivo deterioro de los sueldos de los profesores y del presupuesto de las universidades autónomas, responde a una conspiración para asfixiarlas económicamente, la cual lleva más de 10 años, con miras a sustituirlas por un sistema universitario de corte totalitario conocido como “Sistema Docente Socialista”, integrado por universidades en las que las autoridades académicas son nombradas por el presidente de la República y la enseñanza es confesional. Es decir, basada en un pensamiento único”. La suspicacia lleva a Jorge Armand a señalar que, “siendo políticas las raíces del actual conflicto universitario, la pelea de los universitarios debe ser igualmente política. Los universitarios estamos conscientes de nuestra misión histórica y de nuestro poder. Los universitarios hemos liderado todas las grandes transformaciones políticas en nuestro país desde hace casi un siglo. En este momento están dadas todas las condiciones para que los universitarios lideremos acciones de masas coordinadas con los diversos gremios de trabajadores a quienes el régimen chavista igualmente les viene negando desde hace años sus derechos laborales y humanos. Es más, nuestras acciones deben incorporar a toda la sociedad, la cual está gravemente afectada en estos momentos por toda la crisis económica, social y política derivada de 14 años de políticas absurdas. El objetivo es generar un amplio movimiento nacional y eventualmente un paro cívico nacional”. Pareciera entonces de que esta crisis es el resultado de una conspiración anti-universitaria.
La Universidad no se reclama a partir de contradicciones o conjeturas. Sus realidades se instan en la congruencia entre sus objetivos y capacidades. Al construirla de esa forma, se consolida sin que nada ni nadie pueda derrumbarla pues se fortalecerá sobre la grandeza de una comunidad digna y estudiosa.
AJM.