Eduardo José Castro: Una generación de lectores en peligro de extinción

En la era digital, donde la atención se fragmenta en un torbellino de estímulos audiovisuales, la lectura parece estar perdiendo terreno entre las nuevas generaciones. Las pantallas, omnipresentes en nuestras vidas, capturan nuestra mirada y nos ofrecen entretenimiento instantáneo, relegando a los libros a un segundo plano. Sin embargo, la lectura no solo es una forma de ocio, sino también una herramienta fundamental para el desarrollo intelectual, la empatía y el pensamiento crítico.

Hoy se celebra en todo el mundo el Día del Libro y del Idioma, y en Comunicación Continua no dejamos pasar esta fecha que nos parece tan importante y, en este sentido, decidimos entrevistar a un joven lector, Eduardo José Castro Engelke, egresado de la Escuela de Idiomas de la Universidad de Los Andes, y fundador-director de ACADEMO, una institución educativa que se centra en capacitar para la vida, es decir, prepara  a los alumnos no solamente en idiomas, sino que se dedica a formar ciudadanos conscientes del papel que están llamados a representar en su entorno. “”Conocer nos hace libres“” es el eslogan que Eduardo utiliza para recordar la necesidad que tiene los seres humanos de aprender.

A.E.-Eduardo, tú que creciste entre libros, que sientes el deseo de tenerlos cerca, y que buscas tus momentos para poder dedicarte a leer, ¿piensas que los libros van a desaparecer en la era digital?

E.C.- Pienso que el libro como patrimonio de la humanidad, como ícono de la cultura y como fuente fidedigna del conocimiento no se va a acabar. Desde tiempos inmemoriales los libros han soportado incendios, guerras, cruzadas, terremotos, persecuciones, censura, desastres naturales, y han permanecido, pero lo que sí podría extinguirse,- señala Eduardo- es la  generación actual de posibles lectores, debido a muchas causas, pero la principal diría yo, es la inmediatez de las redes sociales, que no se compara con el esfuerzo  y la «peregrinación  intelectual» que amerita leer un libro.

A.E. – Es interesante eso de la “peregrinación intelectual.” ¿Podrías explicarnos ese punto?

E.C.- Sí. Me refiero a que el lector debe poseer una serie de cualidades o características que le facilitarán el viaje, su peregrinación, hacia la aventura de leer, por ejemplo: La habilidad de procesar información, de entender el significado de las palabras y frases, de captar el mensaje general del texto. Desarrollar la imaginación, en fin, no es lo mismo enfrentarse a la lectura de un libro, que revisar las redes sociales caracterizadas por su brevedad. Las redes, sin duda, ofrecen información fragmentada y superficial, generalmente enfocada en eventos o ideas del momento. La síntesis de los textos y el predominio de imágenes y videos limitan la profundidad del análisis y la reflexión. El lector -explica el maestro- requiere de tiempo, de disposición anímica, en una palabra debe estar motivado para emprender su peregrinación.

Los jóvenes en la actualidad – continúa – están tan acostumbrados a las “píldoras informativas”, que abundan en las redes sociales, que se les hace difícil enfrentarse con las páginas de un libro. Sin embargo, y es justo decirlo, hay muy buenos grupos o incluso «influencers» o «influenciadores» en redes sociales que promueven la lectura de una forma adecuada.

A.E.- ¿Podrías darnos un ejemplo de estos promotores de la lectura en redes?

E.C.- Últimamente la corriente filosófica del Estoicismo se catapultó, gracias a una serie de post, que muestran hombres fuertes, valerosos, aceptando su destino, destacando la importancia de la virtud, la razón, y la aceptación de las cosas que están fuera de nuestro control. Estas son ideas fundamentales que destaca el estoicismo. Las redes lo transmiten en una forma más sencilla en comparación con lo que podría representar la lectura de las «meditaciones.» de  Marco Aurelio.

A.E.- Qué otros factores pueden influir en eso que tú llamas “una generación de lectores en peligro de extinción”?

E.C.: Algo muy importante y que no podemos ignorar es el contexto país. Tengo entendido que en Europa quedan todavía muchos lectores hábidos de libros físicos, pero no podemos comparar a Europa con Latinoamérica, porque poseen hitos históricos y procesos culturales muy diferentes. Y…  Si hablamos en el contexto venezolano la situación se pone todavía más cuesta arriba porque debemos pasar por todos los peldaños de una pirámide que nos lleva a la cúspide de adquirir un libro, entre ellos y por solamente mencionar algunos: la crisis económica y la falta de poder adquisitivo de la población. También influye el desinterés por la lectura porque ha faltado una buena política de estímulo a la lectura desde la infancia, cuestión que considero crucial para que un adulto se transforme en lector.

Otro ritmo de vida.

Definitivamente, los tiempos han ido cambiando en todos los sentidos, comenta nuestro entrevistado. Antes, el trajín diario se acababa cuando se ocultaba el sol, y a la gente no le quedaba otro remedio que buscar sus velas y ponerse a leer antes de irse a dormir. Recordemos que la Iluminación eléctrica, como la conocemos hoy en día, surgió apenas en el siglo XIX, por lo tanto, eran frecuentes las tenidas literarias y también las tertulias donde los libros eran el centro de la atención. Pero en este siglo XXI, tú puedes prolongar el día y saltarte el ciclo del astro rey. Puedes trabajar toda la noche metido en una laptop, entonces, ahora, los espacios con los que cuenta la humanidad para leer parece que se han ido acortando, amén de los miles de distracciones que las nuevas tecnologías han traído.

A.E. Profesor, ¿qué puede hacer un padre, un representante, las escuelas para incentivar el gusto por la lectura?

E.C.: Básicamente, y este fue mi caso, la estimulación temprana. Desde muy pequeño, incluso desde que estaba en el vientre, mi mamá me leía cuentos. Cuando fui creciendo y aprendí a leer, siempre había un libro en mi mesita de noche. Si nos íbamos de vacaciones, no podía faltar un libro. Entendí la importancia de consultar en los libros la información para mis tareas escolares, y así poco a poco me volví un buen lector. Esto lo agradezco mucho porque a través de los libros he conocido países, costumbres, personajes maravillosos como Jean Valjean protagonista de la novela «Los Miserables» de Victor Hugo. En fin, ¡exclama el profesor!, si la gente aprendiera a disfrutar de un buen libro, sería muy feliz.

Eduardo José pertenece a una generación que sí estuvo, desde pequeño,  muy en contacto con los libros de carátulas y papel. Usó su primer celular cuando ya estaba en bachillerato. Añora que llegue el fin de semana para poder dedicarle algunas horas a la lectura. En su academia, siempre hay un sitio para que sus alumnos estén en contacto con los libros.

Me preocupa, señala Eduardo, que son pocos los colegios que en sus planes de lectura mandan libros adecuados para las edades de sus discípulos. Los docentes no son asertivos en sus recomendaciones, es algo así como que a un niño que no sepa nadar lo lancen al Océano Pacífico. Un profesor que asigna, por ejemplo, leer al Quijote a jóvenes  de bachillerato, denota  un total desconocimiento de la comprensión que se requiere para leer esta obra cumbre de la literatura universal. Ojo-aclara Eduardo con una gran sonrisa-no estamos subestimando al maestro ni mucho menos, ellos hacen el esfuerzo pero les falta una guía en ese sentido, porque cada libro tiene su momento apropiado.

Terminamos esta grata conversación con  Eduardo José Castro Engelke, esperando que la celebración del Día Internacional del Libro y del Idioma sea por todo lo alto, aquí en Venezuela.

Arinda Engelke. Comunicación Continua.

23-04-2024