Por: Andrés E. Mora M…
La llegada del «Bolívar Digital» al «terreno de juego» venezolano, tercero de una dinastía que inició el «Fuerte» y que continuó el «Soberano», con el segundo siendo «más caimán» que el primero y sin ninguna expectativa en cuanto a que esa tendencia cambie con el tercero, nos trae a la memoria – precisamente por ser la antítesis de los «concebidos en socialismo» por «socialistas trasnochados» – un par de tríos de hermanos de muy destacadas carreras en los terrenos de juego estadounidenses, ternas, indudablemente, de Grandes Ligas.
El primer trío al que nos referiremos será al de los hermanos puertorriqueños Molina – Bengie, José y Yadier – todos receptores de alta factura, aunque José no fue un jugador regular en el «Big Show», que tienen en su haber 11 guantes de oro – 9 de ellos para Yadier, uno de los mejores «caretas» de la historia de la MLB y seguro morador del HOF en Cooperstown – y seis Series Mundiales, en 46 temporadas y más de 4400 partidos recibidos, y aun contando.
Para que tengamos una idea de la habilidad y capacidad de Yadier por mantener bajo control el movimiento de sus adversarios en las bases, el sempiterno cátcher de los Cardenales de San Luis, con 18 campañas a cuestas en la «Gran Carpa», y a sus 39 años, tiene un asombroso porcentaje de 40.4% de corredores retirados intentando robar, en números absolutos hablamos de 368 corredores inmolados en las bases de por vida por el poderoso y preciso brazo del más joven de los tres Molina, encabezando ambas estadísticas entre los receptores activos. Además, batea un sólido .280 como promedio vitalicio, aparte de haber participado en 10 Juegos de Estrellas y cuatro Series Mundiales, ganando un par de anillos al quedar campeón en 2006 y 2010.
Por su parte, Bengie bateó para .274 en 13 temporadas con Anaheim, Toronto, San Francisco y Texas, consiguiendo dos Guantes de Oro, dos anillos de Series Mundial (2002 con Anaheim y 2010 con San Francisco, año de la postemporada de ensueño de «El Panda» Sandoval) y un porcentaje de «out» en las bases de 31%.
Mientras que el segundo de la trilogía Molina, José, aunque no fue jugador a tiempo completo en la MLB, exhibe un par de anillos de campeón (2002 con Anaheim y 2009 con Yankees) y un porcentaje de 37% de corredores eliminados en intento de robo.
Empero, el trío borinqueño no fue la primera terna de hermanos latinoamericanos en jugar en las Grandes Ligas. El privilegio de ser los pioneros le correspondió a los dominicanos Alou, Felipe, Mateo y Jesús, excelsos «jardineros» y habilidosos bateadores, quienes entre los tres sumaron 45 temporadas, 5129 juegos y tres participaciones en Series Mundiales.
Pero sería el 15 de septiembre de 1963 cuando los quisqueyanos, para entonces fichas de los Gigantes de San Francisco, pasarían a la posteridad por ser protagonistas de un hecho inédito: ser los primeros tres hermanos, y hasta la fecha los únicos, en jugar juntos en los «jardines». La circunstancia se presentaría luego que Willie McCovey y Willie Mays, que junto a Felipe habían iniciado en el «outfield» del equipo californiano, fueran sustituidos por Mateo y Jesús. Al final los Gigantes vencerían con pizarra de 13×5 a los Piratas del legendario Roberto Clemente, el miembro del Salón de la Fama que con sus 3.000 hits ocupa la casilla 32 de todos los tiempos, próximo objetivo de Miguel Cabrera en su carrera por convertirse en el primer venezolano con ese número de imparables en la MLB.
De igual manera, la trilogía Bolívar – Fuerte, Soberano y Digital – también pasará a la historia pero no, precisamente, por números deslumbrantes, sino por todo lo contrario, por números opacos, grises, mejor definirlos como negros, por lo luctuoso, penoso y funesto que representan. Nacidos, el primero al restarle 3 ceros, el segundo 5 ceros y 6 ceros al que ayer por primera vez vio la luz, bueno la profunda oscuridad, para sumar, a punta de plumazos, 14 ceros menos a lo que fue nuestro insigne signo monetario. Procedimiento por demás inútil, que se puede comparar a inyectarle botox en la cara a un enfermo terminal para que muestre un mejor rostro, sin preocuparse de la enfermedad que le está consumiendo la vida.
Las nefastas consecuencias de tan irresponsables medidas, «pañitos de agua tibia» para una economía moribunda, se encuentran reflejadas en los resultados de la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida en Venezuela (Encovi 2021) de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB). A continuación, una sinapsis de la crisis económica «hecha en socialismo» que ha conllevado a que la pobreza en Venezuela se ubique en 94,5% y la pobreza extrema alcance un 76,6%: “A) El tamaño de nuestra economía se ha reducido notablemente. En el período 2014-2020 el PIB real muestra una reducción acumulada de 74%. Se ha mermado la capacidad potencial de producción y la productividad de los factores disponibles, efectos difíciles de revertir en el corto y mediano plazo. B) Colapso de la renta petrolera. Merma de los ingresos petroleros externos por una combinación de factores esencialmente domésticos (gestión de PDVSA, falta de inversión, etc.), a los cuales se añade posteriormente el impacto de las sanciones. C) Persistencia de una elevada inflación que deviene en hiperinflación desde 2017. Reducción del empleo, incremento de la informalidad, destrucción del poder de compra”.
Así las cosas, el Bolívar Fuerte, Soberano y Digital, es una trilogía pa’ caimaneras. De tal manera que la economía roja-rojita es, ni más ni menos, que un «juego de beisbol» improvisado, sin árbitros, en el que se escogen a «panas» o «socios» como jugadores. «Para ejemplo un botón», el empresario barranquillero – y dizque «enviado diplomático» – quien, acusado de hacer negocios con el hambre del pueblo venezolano a través de las cajas CLAP, espera ser extraditado a Estados Unidos desde Cabo Verde.
Prof. Titular jubilado ULA – Cronista deportivo
aemora@gmail.com, @amoramarquez
02-10-2021