El Big Ben Deportivo: Un loco de atar, suelto en el Kremlin…

Por Andrés E. Mora M…

Rusia, la enorme nación euroasiática que mantiene por estos días en vilo al mundo por su conflicto con Ucrania – país europeo que formó parte de la extinta URSS, cuya población es en un 20 por ciento de origen ruso, que comparte más de 2.000 kilómetros de frontera con Rusia, que su acercamiento a la UE en 2014 enfureció a Vladimir Putin, quien generó una crisis interna en aquel país, bautizada Euromaidán, la cual le sirvió de pretexto para invadir la península de Crimea que derivaría en un referéndum de escisión de Ucrania, inconstitucional, por demás, dando pie a su posterior anexión a la Federación Rusa, reconocida solamente por 10 países (Afganistán, Bolivia, Cuba, Corea del Norte, Kirguistán, Nicaragua, Sudán, Siria, Venezuela y Zimbabue) y que dejó una guerra en el este de la exrepública soviética –  ha vuelto a ser noticia en un tema que, por su asiduidad, es más que recurrente, el doping. En esta ocasión en los Juegos Olímpicos de Invierno Beijing 2022.

Recordemos que el Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) sancionó a Rusia en diciembre de 2020 prohibiéndole participar en todas las competiciones internacionales hasta finales de 2022, después de que la Agencia Mundial Antidopaje (AMA), que por unanimidad había acordado sancionarla por cuatro años en 2019, encontrara pruebas de que la patria que Putin maneja a su antojo usó el dopaje como política de Estado para mejorar el rendimiento de sus atletas. Sin embargo, en la sentencia quedó bien establecido  que aquellos atletas rusos que probaran no haber recurrido al dopaje podrían competir bajo una bandera neutral, que luego se decidiría fuese la del Comité Olímpico Ruso.

En el caso que nos ocupa, Kamila Valieva, una talentosísima muchachita de apenas 15 años, dio positivo por dopaje durante el Campeonato Ruso de Patinaje Artístico en San Petersburgo el 25 de diciembre. Sin embargo, el laboratorio sueco a donde fue enviada la muestra que se le tomó para ser analizada, al no ser advertido de su prioridad por la Agencia Rusa Antidopaje (RUSADA), no informó de los resultados sino hasta el 8 de febrero, un día después de que el equipo del Comité Olímpico Ruso ganara el oro en el evento de Beijing 2022, con la jovencita, de paso, como la gran vedet al ejecutar un salto cuádruple inédito hasta entonces y que maravilló a todo el mundo. El huracán no tardó en desatarse y la quinceañera quedó en el ojo mismo.

Valieva recibió inmediatamente una suspensión provisional de la RUSADA. La patinadora impugnó el 9F, la RUSADA, que tenía la obligación de tener los resultados antes de que sus deportistas viajaran a grandes competiciones como la de Beijing, levantó la sanción.  El Comité Olímpico Internacional (COI), la Unión Internacional de Patinaje (ISU) y la AMA solicitaron al Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) que restableciera la suspensión. Sin embargo, el TAS autorizó el lunes 14F – posiblemente por intermediación de San Valentín – que Valieva siguiera compitiendo.

La jovencita cedió ante la presión a la que estuvo sometida desde el 8F y finalizó cuarta en la final del patinaje artístico individual disputada el jueves, competición en la que salía como gran favorita luego de terminar la rutina del programa corto del martes en primer lugar, superando por amplio margen al resto de las participantes.

No obstante, la investigación continúa y está enfocada en su entorno – entrenadora y médico – ya que por ser menor de 16 años es «persona protegida» de acuerdo con el reglamento antidopaje y podría evadir una sanción mayor, no así ellos. Entretanto, ella argumenta que la sustancia prohibida, trimetazidina, entró accidentalmente a su cuerpo – por beber del vaso de agua usado por su abuelo, a quien se la ha prescrito esa droga por sus problemas cardíacos – la AMA ha presentado pruebas que socava ese argumento. En fin, esta es una de esas historias oscuras y retorcidas con las que el mandamás ruso seguramente se divierte en su despacho del Kremlin, aunque, en esta oportunidad, le haya disgustado el desenlace. Pero no es la única que lo ha estado distrayendo por estos días.

La otra historia que lo tiene como muchacho con video-juego nuevo es la tensión en la frontera ruso-ucraniana. La incertidumbre generada por él y Lukashenko, su colega bielorruso, a raíz de los ejercicios militares de ambos países en la península de Crimea, se encuentra enmarcada en la “guerra híbrida” que tanto lo ha entretenido desde que se hizo de la presidencia de Rusia en 2012, nuevamente. La desinformación, columna vertebral de ese nuevo tipo de beligerancia, apuntalada por los medios rusos RT y Sputnik en las diferentes plataformas de las redes sociales con apoyo de “bots” y “trolls”, ha servido para generar confusión, debilitar instituciones y crear conflictos en países occidentales, sus adversarios. Expertos en el tema ponen como ejemplo el Brexit,  las elecciones de Estados Unidos en 2016 y el referéndum de independencia en Cataluña en 2017.

El conflicto ruso-ucraniano de 2014 le sirvió al exKGB ensayar con lo que pudiéramos denominar como la  «conflagración del nuevo milenio». En 2022, la crisis ruso-ucraniana es el resultado de una versión mucho más elaborada de este tipo de hostilidad, pero con el objetivo subyacente del obcecado presidente de relanzar el sueño de reconstruir la Unión Soviética, y que mejor que la tierra que parió al legendario Serguéi Bubka, el mejor de la historia en salto con pértiga – campeón olímpico en 1988 y campeón mundial en 1983, 1987 y 1991, representado a la Unión Soviética; campeón mundial 1993, 1995 y 1997, representando a Ucrania; y con 35 plusmarcas en su haber – para dar inicio a sus desquiciados propósitos… ¡Alerta máxima! Hay un loco de atar, suelto en el Kremlin

 Prof. Titular jubilado ULA – Cronista deportivo            

      aemora@gmail.com, @amoramarquez

      13-11-2021