Por: Juan Carlos Delgado Barrios*
Los venezolanos cada día nos sentimos asfixiados por la imposición de un modelo político e ideológico que desde el régimen denominan socialismo del siglo XXI, que contiene un sistema de gobierno centralista, militarista, sectario, excluyente e irrespetuoso a la diversidad y pluralidad política, que mediante leyes inconstitucionales imponen de manera radical alejada de cualquier consenso nacional o consulta refrendaría, un modelo de Sociedad, de Estado, de Economía, de Educación, de Salud, de Justicia, de Institucionalidad Militar, de Comunicación Social, de relaciones del Estado con la Sociedad que es contrario a lo establecido en la Constitución Nacional de la Republica de Venezuela y de la tradición democrática venezolana, sobre todo, desconoce la voluntad popular del pueblo soberano que en el 2007 le dijo NO, mediante un referéndum constitucional, a una propuesta de imponer en Venezuela un Estado Socialista. En el 2007 los venezolanos de manera mayoritaria expresamos nuestro rechazo a ser socialistas.
Sin embargo, no atendieron la decisión del soberano, continuaron por los “caminos verdes”, por atajos inconstitucionales la construcción de una estructura legal que les permitiera imponer mediante leyes habilitantes decenas de leyes inconstitucionales que desarrollan los cambios estructurales negados en el 2007 por el poder constituyente. Hoy, precisamente en el mandato de Nicolás Maduro, han aprobado un plan nacional denominado del Plan de la Patria que en su segundo eje establece la obligación de todos los venezolanos asumir el socialismo como ideología o credo nacional, ya el socialismo y la obligación de acatarlo es una ley de la República. Evaden a la Constitución Nacional que expresa el carácter democrático y plural del Estado Venezolano, pero además, desconocen la Carta Magna cuando indica que la pluralidad, la tolerancia y el respeto a la diversidad es fundamental en los procesos democráticos y de la vida pública nacional, en consecuencia, consideramos a estos postulados constitucionales como derechos políticos y ciudadanos que exigimos nos sea respetados, máxime, cuando medido en diversas elecciones nacionales, regionales y municipales los que nos oponemos al socialismo del siglo XXI y que nos negamos a uniformarnos con un solo pensamiento alcanzamos más de la mitad de los venezolanos.
El régimen en su estrategia de imponer su socialismo del siglo XXI desconoce no solo la Constitución Nacional sino que arrincona a la sociedad venezolana descalificándola con un discurso violento e irrespetuoso llamándola fascista, imperialista y demás epítetos que se les ocurren en los momentos en que el odio se les eleva de volumen. Esta imposición del pensamiento único se expresa en el silencio informativo que acalla, censura y autocensura a los medios de comunicación social, en el secuestro de libertad de expresión y de las libertades económicas, en la criminalización de las manifestaciones, en un sistema judicial parcializado y controlado desde el poder ejecutivo para perseguir a la disidencia, en un sistema electoral no transparente mucho menos equilibrado que les permita bajo argucias mantenerse en el poder con “carátulas democráticas”, en el desarrollo de un sistema de terrorismo de Estado para amedrentar a la sociedad sustentado en cuerpos paramilitares bajo la protección de las mismas FANB, en una institución militar altamente parcializada y denominadas socialista, revolucionaria y chavista, en la estatización de la vida económica, social y cultural, en el secuestro del pensamiento de los niños y adolescentes mediante el adoctrinamiento escolar.
Este socialismo del siglo XXI a pesar de disponer de los ingresos petroleros más altos de la historia venezolana esta llevando al país a la ruina, destruye la empresa privada, en consecuencia, exporta el 86% de lo que consumimos, tenemos la inflación más alta del planeta nos hace a ser una sociedad cada vez más empobrecida, más indefensa frente al hampa que ha sido institucionalizada como aliada del régimen ya que actúa con abierta y extraordinaria impunidad y que nos muestra como una Nación con los mayores índices de inseguridad del mundo, con sistemas viales, hospitalarios y educativos en completo abandono, con un desempleo, desabastecimiento y escasez de alimentos y medicamento que solo se compara con países en guerra.
En este escenario ocurren las grandes manifestaciones de descontento nacional que el régimen lejos de oír para concertar la salida a la crisis reprime con brutalidad las protestas alejando la posibilidad de un verdadero diálogo nacional donde el primer punto debe ser la suspensión del arrinconamiento asfixiante a la sociedad venezolana que se deriva de la imposición unilateral del socialismo del Siglo XXI . Condición que el régimen no esta dispuesto a aceptar ya que solo demanda de los venezolanos sumisión y arrodillamiento a su “revolución chavista”, por tanto, tranca el juego y se coloca al margen de la constitucionalidad, sobre todo, de los preceptos de la democracia.
*Profesor Titular (Jubilado) ULA-Venezuela; juancdula@yahoo.es