El sueño de ser Profesor Universitario se está esfumando

Por: Angélica Villamizar…

Los profesores de la ilustre Universidad de Los Andes, así como de todas las demás Casas de Estudio del país, se encuentran en muy malas condiciones. Esos académicos, que son dignos de orgullo y ejemplo a seguir, por ser los formadores de tantos profesionales, viven hoy día una situación muy crítica. 

Actualmente, no cuentan con un salario digno, devengan salarios miserables que rondan los dos, cuatro o seis dólares mensuales, que no les alcanzan para vestirse, ni alimentarse, cuando lo que se requiere es de por lo menos doscientos cincuenta dólares para adquirir la canasta básica, para poder asistir a sus aulas de clases, que esto aunque no lo es todo, entristece y avergüenza, presentarse en niveles paupérrimos ante sus estudiantes, en muchos casos con los estómagos vacíos. Se les está haciendo cuesta arriba cumplir con sus actividades académicas, situación nunca antes vista en nuestra Alma Mater.

Era muy común escuchar a los estudiantes más destacados que deseaban algún día, después de una excelente preparación, llegar a convertirse en profesor universitario, para transmitir sus conocimientos a las nuevas generaciones y aportar algo valioso a la sociedad, a su país; pero hoy, al ver en la situación en que están sus profesores, prefieren culminar sus estudios e irse a otro país en búsqueda del bienestar que su país no les ofrece.

Solo quedó como un relato o un cuento de añoranza de los profesores que ahora están jubilados, que el salario devengado de los docentes universitarios, según al nivel de cada escalafón, eran considerados como uno de los más altos de cualquier profesión o en comparación con lo devengado en otras universidades, y no solo eso, que esos salarios eran justos, reconocían el mérito por su esfuerzo y dedicación en la formación de nuevos profesionales. Era un verdadero orgullo y una gran aspiración ser parte de la Universidad de Los Andes.

Y ni hablar sobre la experiencia de participar en programas de investigación, desarrollo, o profundizar sus estudios, actualizar conocimientos, publicar sus trabajos en revistas científicas.

Algunos fueron llamados a recibir una ayuda de un organismo internacional, que su afán no fue más que dar un pequeño respiro a esas personas que dan el todo por un país que está desmoronándose cada día más a causa de las malas decisiones tomadas por un grupo de personas. Para unos está acción fue un insulto, una humillación, pero para otros fue considerada como una mano amiga que necesitaban.

A los profesores universitarios, así como a muchos, les tocó la peor parte de esta Crisis Humanitaria Compleja que se vive en el país, están desprotegidos, no cuentan con un sistema de salud eficiente, ellos han tenido que ingeniársela de mil maneras para poder comer, pagar por los pésimos servicios públicos y otros gastos fundamentales. Así es, muchos profesores hoy sobreviven en este país gracias a la solidaridad de los que están afuera, cada uno de ellos tiene una historia dolorosa que contar, ninguno escapa de ello.

Sin embargo, todavía hay quienes apuestan por seguir construyendo un país libre, democrático, en revalorizar a las instituciones que forman parte del Estado, que hagan cumplir las leyes. Pero  estos ideales no son posibles si se tiene el estómago vacío o si se está enfermo, si no tiene con qué vestirse, esos profesores que aún siguen batallando aquí, ahora son mantenidos por sus familiares, esposas o esposos, hijos, hermanos, algún pariente, que ha huido del país en búsqueda de una mejor vida, son los que han apoyado desde afuera para que los que quedaron aquí sigan de alguna manera aportando su granito de arena para sacar el país adelante. Es desgarradora toda esta historia y la ausencia de los familiares.

Esta situación responde a un plan malvado, de dejar a la sociedad sin intelectuales, que sean capaces de levantar su voz ante quienes quieren pisotear y seguir destruyendo un país que fue próspero. Urge entonces, que las autoridades defiendan de verdad los derechos fundamentales de los universitarios, principalmente el derecho a tener una vida digna, sin llegar a convertirse en mendigos, además que garanticen el cumplimiento de esos proyectos de vida que alguna vez fueron trazados, para los que dieron su juventud y madurez en impartir sus conocimientos y para aquellos que apenas inician su proyecto de vida en la universidad.

Que no haya miedo a la competencia, sino todo lo contrario, que se apoyen a aquellos que estén iniciando un proyecto exitoso para que se siga dejando el nombre de la ULA en alto.

Correo: amvs286@gmail.com

18-02-2021 (32)