Por: Ramsés Uribe…
Libación ferial. Don Ortega y Gasset (1998), conocido filósofo periodista español, hizo un juicioso estudio sobre aquella y estrecha relación del vino y el carnaval. En su artículo, “Tres cuadros del vino”, protesta enfáticamente acerca de la necia por repetitiva temática de las obras de artes pictóricas antiguas en contraste con las del pasado y reciente siglo XX. En otra dirección más cotidiana, también opera dicha oposición artística. Se cree con frivolidad que “…el progreso humano consiste en un aumento cuantitativo de las cosas y de las ideas”. No se trata de eso, más bien hay que retomar los grandes temas y problemas de siempre con henchida sensibilidad luminosa, sintetiza Ortega.
En materia política o politiquera en Latinoamérica no se ensayan nuevas soluciones o alternativas a los serios problemas sociales de siempre, como por ejemplo, la pobreza, sino que se retoman las viejas y carcomidas fórmulas populistas y simples que lejos de resolver la problemática la agravan sin vislumbrar luz al final ni en ningún momento de esas gestiones gubernamentales porque se basan en el dogma y fanatismo político retardatario e ignorante.
Con la llegada de la modernidad en el siglo XVI, se inician los esfuerzos para cambiar el mundo a través de las ciencias. El afán del paradigma positivista lógico, es decir, el enfoque cuantitativo, aquella manera de concebir o estudiar al mundo social o natural, incluso al propio humano, tenía la pretensión de alcanzar los mayores estándares de progreso material. Incluso los políticos adoptaron esa manera de pensar con ciertos acomodos, según sus intereses mezquinos. En este orden de ideas numerosas, Don Mariano Picón Salas (1949), importantísimo humanista, que descolló en muchas áreas, inclusive llegó a ser rector de una universidad chilena; en su agudísimo estudio crítico sobre las políticas públicas nacionales, llamado “Comprensión de venezuela”, expone la fatalidad que constituye concebirlas como una mera sumatoria de recursos para propósitos administrativos sin una clara visión de país. El célebre autor merideño señaló que la grave situación del país no se resuelve con reformas improvisadas y gestión lúdica, con repartición de presupuestos en ministerios según criterios partidistas. La solución puede ser incentivar la identidad nacional, la ciudadanía y productividad del país. No se desconoce la importancia de los recursos sino el aspecto filosófico, porque hace falta pensar, tener una fuerte voluntad y definir de manera certera los fines nacionales.
En una visita al Museo el Prado, Ortega selecciona 3 cuadros de Tiziano, Poussin y Velázquez sobre el tema del vino, que lo cataloga curiosamente de un problema cósmico. En la antigüedad el vino era un tema divino con su respectiva deidad el infame Baco, hoy es un problema muy serio: el alcoholismo.
Ciertamente, Ortega estaba en lo correcto. Todavía ese problema está vigente y es muy probable que se incremente en la época ferial de cualquier país y cultura. Extrapolando la visión orteguiana de la belleza y dinamismo pictórico al fogonazo alegre ferial, sin duda puede darse cierta correlación emotiva. El latinoamericano en general brilla por su tremendo optimismo y sonrisas infinitas. Por algo, en los ranking de felicidad mundiales la gente amable de los países de lengua española logran clasificar con la calificación de sobresaliente. Cuando hay penurias una salida al templete o la fiesta puede alejar tal condición desagradable. De acuerdo con filósofos como Aristóteles o la psicología social de nuestros días, por medio de eventos culturales y espectáculos populares dirigidos a las masas urbanas y rurales se puede lograr una suerte de catarsis social en donde el pueblo se desfoga por un momento determinado, para luego regresar más tranquilo a la cotidianidad. Sin estar totalmente de acuerdo con tales afirmaciones sistemáticas, porque no son meras conjeturas callejeras, sino producto de profundo estudio y reflexión, creemos en una festividad ordenada que rescate los valores tradicionales de las ferias agropecuarias del siglo XX en el hemisferio occidental; así lo señalamos en el artículo: “Tauromaquia 2022”, publicado en el portal de internet: comunicacioncontinua.com, disponible: www.comunicacioncontinua.com/tauromaqui-2022/
Esperanza carnestolenda. Giovanni Cegarra, en su artículo, “Esperanzadora feria taurina” (2024), aboga por la restauración óptima de los servicios públicos tan deteriorados y que el colectivo empresarial comercial turístico cuente con una esperanza ferial que “representa un reimpulso económico para la ciudad y el estado en sí”. Desde luego, estamos de acuerdo con lo que dice el periodista citado, aunque el mejoramiento de la apaleada economía local, regional y nacional, debe ser bien planificada, organizada y con respeto al libre tránsito vehicular y peatonal que no tenga que desviarse al desplazarse en una arteria vial fundamental como la avenida Las Américas, en la ciudad capital de Mérida, el estado Mérida, debido a su bloqueo por la presencia de una tarima ferial. El derroche de miles de dólares en bonches feriales para aparentar y degradar al pueblo es una política equivocada. En pleno siglo XXI seguimos abrazando nuestros más caros anhelos y esperanzas en economías provisionales e itinerantes. En algunas ciudades se vive así con economías total o parcialmente improvisadas, de a ratos, sin planificación alguna o muy poca. El famoso argot popular venezolano contemporáneo que impuso Eudomar Santos, uno de los personajes de la novela “Por estas calles”, que decía: ·”como vaya viniendo vamos viendo”, es un fiel reflejo bochornoso de la realidad gubernamental nacional y del común de la gente. No es que no creamos en la intuición, pero en la economía, la salud o la educación se procede con criterios humanísticos, científicos y tecnológicos para su adecuada implementación y gestión. Pretender que unas 3 veces al año se puede componer la economía regional es bastante ingenuo. Y el resto del año ¿qué?. Esos picos económicos son insuficientes para sostener el bienestar de cualquier sociedad del mundo. La economía es una ciencia social tan completa como para no dejar cabos sueltos en la dinámica social. Por lo tanto, las festividades de carnaval y muchas otras temporadas turísticas o de tradiciones son fundamentales pero no exclusivas en materia de beneficio económico. Es mejor planificar una economía mixta que dure todo el año y que se evalúe el impacto de cada sector productivo y de servicios para hacer las modificaciones a que haya lugar. Se pasaría así de ferias y celebraciones lunares a festividades culturales de alto nivel sin perjuicio para las regiones.
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13-02-2024