Por: Angélica Villamizar…
La crisis política, económica y social que sufre el país ha impactado gravemente la vida de los trabajadores universitarios, debido a que todos, cualquiera que sea la actividad que desempeñe dentro de estos recintos de conocimiento, enfrentan una serie de problemas que requieren una solución inmediata.
Comenzando por unos salarios de miseria golpeados por la inflación, que ha disminuido significativamente su poder adquisitivo, por lo que no pueden cubrir las necesidades básicas de alimentación, vivienda y salud, generándoles una situación de pobreza generalizada en este sector.
La falta de beneficios laborales, como seguros de salud, seguros de vida y planes de jubilación se suma a esta lista de problemas, haciendo que los trabajadores se sientan desprotegidos.
Las condiciones de trabajo son precarias, porque la infraestructura universitaria se encuentra en un estado de deterioro generalizado, con fallas en los servicios básicos como agua, electricidad y seguridad, los profesores dan clases en aulas oscuras y en mal estado, el personal administrativo enfrenta la escasez de equipos e insumos para realizar sus actividades y funciones que le corresponden y esto genera malestar.
La falta de autonomía universitaria es otra de las aristas que preocupa e incomoda a los trabajadores universitarios sobre todo en lo que respecta al presupuesto, lo que ocasiona retrasos en el pago de algunos beneficios.
Este tipo de problemas hace muy notorio la violación de la Constitución, la vulneración a los derechos humanos, y el pobre presupuesto con el que cuentan las universidades desde hace muchos años para su funcionamiento.
Es importante dar un alto reconocimiento para todas las personas que continúan apostando a una mejor universidad, que se mantienen en sus puestos de trabajo a pesar de tantas adversidades, esas personas que terminaron prácticamente pagando por ir a trabajar, porque deben tener dos o tres trabajos al mismo tiempo para poder subsistir a esta crisis que les robó la calidad de vida.
Cada obrero, personal administrativo, cada profesor, son los que realmente mantienen la universidad abierta, con su esfuerzo, dedicación, sentido de pertenencia y amor por lo que hacen.
De acuerdo con estudios recientes, se necesitan por lo menos 91,33 salarios mínimos para poder acceder a la canasta alimentaria familiar, lo que es insostenible ya que algunos trabajadores universitarios no tienen ni para movilizarse, lo que obliga a las instituciones educativas a implementar medidas especiales para mantener la educación.
Por ejemplo un docente universitario gana aproximadamente entre 27,14 bolívares como auxiliar docente III de Tiempo Convencional (TCV) y 522,16 bolívares como titular dedicación exclusiva; el personal administrativo gana entre 159,26 bolívares y 310,73 bolívares según algunos datos obtenidos.
Este 1 de mayo el gobierno nacional anunció la triste noticia de un aumento “indexado”. Desde marzo de 2022, el salario mínimo se mantiene en 130 bolívares al mes, que en ese entonces, al cambio oficial, eran unos 30 dólares. Este año tampoco se produjo aumento de sueldo, sigue siendo de 3,56$. Tantas protestas parece que no valieron de nada.
Es importante tener en cuenta que las universidades son fundamentales para el progreso social, económico y cultural de Venezuela, y que el bienestar de sus empleados es fundamental para asegurar su funcionamiento adecuado y el cumplimiento de su misión.
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02-05-2024 (124)