Por: Rosalba Castillo…
Más allá de la virtualidad, las personas llegamos al mundo como polvo de estrellas y con programaciones ancestrales que van cobrando importancia en la vida del niño, y luego del adulto, dejando improntas en el alma. Las heridas emocionales son lecciones afectivas que nos impiden tener una existencia plena. Vienen desde generaciones anteriores y se construyen en la niñez, afectando la vida de hombres y mujeres. Todos las poseemos, a pesar de que nuestros progenitores trataron de hacer lo mejor posible, desde aquello que recibieron a través de su vida familiar. Los padres nos hacemos sin manuales. Estas huellas están presentes en las relaciones personales, haciendo difícil asumir situaciones de la realidad. Borrar lo que sucedió no se puede. Mirarlo de otra forma sí. Para esto se requiere de un trabajo interior proveniente de la conciencia de cada uno
Estas heridas del alma, originadas por el maltrato físico y emocional, del abandono, de la injusticia, son producidas por padres o cuidadores presentes o ausentes quienes ocasionan, sin saberlo, carencias emocionales en los pequeños, convirtiéndose en hábitos difíciles de reconocer en los adultos. De igual manera pueden ser el resultado de malinterpretaciones por parte de los niños que carecen de un aparato psíquico desarrollado para interpretar sus impresiones y sensaciones de la forma más adecuada. Un pequeño descuido de los adultos puede desembocar en una interpretación catastrófica de los niños. Si supiéramos que los pequeños están hechos de sueños, les ayudaríamos a tejerlos con hilos del corazón. Ser capaces de reconocer nuestras cicatrices, nos conducirá a transformarlas. Una herida no la sana el tiempo, ni las distracciones. La sanamos nosotros cuando la enfrentamos, la entendemos, la perdonamos y aceptamos su existencia.
En nuestro andar por la vida vamos cosiendo un manto de heridas en nuestra alma, el duelo por la partida de seres cercanos, rupturas de pareja, amores imposibles, separación de familiares y amigos, pérdidas de empleo, enfermedades, rechazos. Todo ello se convierte en líneas de dolor que nos pueden hacer complejo nuestro bienestar emocional. Focalizarnos en el dolor no ayuda a que nos superemos como seres humanos. Se hace necesario aceptar esas heridas como parte de nuestra historia, pero también aceptar que nos hacen daño produciendo emociones negativas. Solo el autoconocimiento nos conduce a un encuentro con nosotros mismos. Un viaje a nuestro interior nos hará ver el material de que estamos hechos y así superarnos. El habernos colocado armaduras para sobrevivir es una herramienta que utilizamos para sobrellevar ese dolor, pero es hora de enfrentar esas heridas para poder abrazar al mundo. Aceptarlas, perdonar a quien nos las produjo y transformarlas es el camino adecuado.
La decisión de sobreponernos es el primer paso a nuestra sanación. Es una iniciativa que asumirnos con nuestras heridas. Es una responsabilidad que nos corresponde a nosotros mismos y nunca a los demás. Pretender creer que otros pueden hacerlo por nosotros solo hará más compleja la situación. El apoyo de un profesional nos ayuda en el crecimiento y el restablecimiento de la salud emocional. Es probable que nuestro ego sea especialista en crear barreras de protección para ocultar los problemas. Es necesario normalizar que todos los tenemos y eso no nos hace mejores ni peores personas. Todo cambio requiere de un esfuerzo. Necesitamos mirar al frente, sin filtros y aceptar que podemos mejorar.
Desapegarnos de estas cicatrices que nos han acompañado durante tanto tiempo, quitarnos nuestras máscaras, sin juzgarnos, ni buscar culpables, curar nuestras improntas de dolor a profundidad. Sera entrar en el camino de la recuperación. Es el momento de la reconstrucción, necesaria para el desarrollo como personas. Permitámonos ser felices y estables. Trabajemos este proceso desde el merecimiento del bienestar. Que nos sobren ganas de conocernos para mejorar cada día, poniendo en marcha la maquinaria del afrontamiento que nos permita sanarnos. Miremos nuestras heridas, reconozcámoslas y sepamos que tener situaciones por resolver es parte de las experiencias del ser y por ello nos hace grandes. Haber construido corazas para protegernos también fue un acto de amor propio.
rosaltillo@yahoo.com
05 02 2022