Por: Cardenal Baltazar Porras Cardozo…
Al amanecer del día de los santos inocentes, 28 de diciembre de 2023, entregó su alma al creador el Padre José del Rey Fajardo, uno de los ilustres jesuitas que se sembró en nuestra tierra y nos deja como ejemplo su vida de entrega en la Compañía de Jesús y una amplia hoja de servicios en el campo de la educación y en la gigantesca obra de investigación histórica de la Compañía de Jesús en Venezuela y Colombia, con referencias de primer orden a la cultura y antropología. Además, fue cultor de alumnos y colegas a los que incentivó en publicaciones compartidas con varios de ellos.
Formó parte de aquellos jóvenes que quemando naves dejaron su tierra natal para ir a tierras desconocidas enviados por sus superiores en esa ola misionera impulsada por el Papa Pío XII después de la segunda guerra mundial. Había nacido en Zaragoza el 18 de abril de 1934 y llegó a Venezuela con apenas 18 años, enamorándose de su nuevo destino, como él lo manifestó, por la bonhomía de la gente que lo acogió desde el primer momento. Amplia formación religiosa, sacerdotal y humanística en Venezuela, Colombia y Alemania. Convencido de que el mejor aporte que podía darle a nuestra tierra pasaba por la educación y por el amor a la historia como maestra de vida.
Su labor educativa giró en torno a las universidades Católica Andrés Bello de Caracas y Católica del Táchira pero desbordó sus límites por su actuación en las academias de la historia y de la lengua, siendo pionero en la creación del Centro Venezolano de lenguas indígenas (1967); del Centro de historia eclesiástica venezolana(1967); de la revista Montalbán y Paramillo. Fue Director de la Escuela de Letras de la UCAB (1968-1971); director del instituto de investigaciones históricas en diversos periodos; decano de la facultad de Humanidades y educación de la UCAB (1975-1979); Vicerrector Académico de la UCAT (1979-1982) y rector de la misma de 1982- 2002. Su producción bibliográfica supera el centenar entre libros de gran enjundia y artículos diversos. Reconocimientos y doctorados de diversas universidades entre los que sobresale su amor por la Javeriana de Bogotá a la que acudía con frecuencia para hurgar viejos papeles con proyección de futuro.
Tuve la dicha de gozar de su amistad. Nos unió la pasión por la historia pero sobre todo la pasión por la investigación de nuestra realidad. Junto con el P. Hermann González concebimos algunos proyectos editoriales, como el que contó con la bendición y beneplácito del Cardenal José Humberto Quintero. Durante mi estadía como administrador apostólico de San Cristóbal y gran canciller de la UCAT se consolidaron varias iniciativas suyas que forman parte de la vida de dicha universidad para el Táchira y más allá de las fronteras.
Incansable en el trabajo y en el soñar con grandes proyectos para conocer mejor la cultura humanocristiana de nuestro gentilicio, fue para mí una escuela de alegría y esperanza al beber en su propio pozo dispuesto siempre a compartir sin mezquindades. Los achaques de la edad le cortaron un poco las alas pero con tosudez intentaba seguir al ritmo de siempre. Su querencia era la universidad y el estar fuera de ella era como negarle el agua al pez. Por eso su paso por la enfermería del San Ignacio donde recibió las mejores atenciones no le satisfizo pues no era su puesto. Como los árboles vivió y murió de pie.
Doy gracias a Dios por su vida y por el legado que nos deja con el compromiso de no dejarlo morir. Gracias por su ejemplo de sacerdote y su sello ignaciano que lo hacía incansable en tener siempre la mano puesta en el arado. Me uno a los reconocimientos de tantos que valoran su estela de bien porque sin educación integral no hay futuro para ninguna sociedad. Es uno entre muchos hijos de la Compañía que nos han dejado herencia rica en obras. Su piedad profunda y el amor a los santos fundadores y a la Virgen Santísima fueron parte de su cotidianidad. Como nos señala el Concilio Plenario de Venezuela “la educación es un ministerio de servicio al hombre y al mundo. Proceso dinámico que dura toda la vida de la persona y de los pueblos. Recoge la memoria del pasado, enseña a vivir hoy y se proyecta hacia el futuro”. Esa máxima fue guía del querido Padre José del Rey Fajardo. Descanse en paz.
2.- 08-2-24 (4322)