Por: Fortunato González Cruz…
Cuando los partidos agrupados en la MUD decidieron concurrir a las elecciones de gobernadores sabían a qué atenerse. La Asamblea Nacional Constituyente ilegítima pero como poder fáctico advirtió que los gobernadores electos tenían que ir a prestar juramento ante ella, como poderes constituidos que son; además, sin elección de legisladores regionales, de modo que todos estarían de antemano sometidos a Consejos Legislativos en manos del PSUV; con el CNE que impidió el referendo revocatorio y organizó el monumental fraude de la constituyente; con el ventajismo de unos candidatos apoyados por el gobierno que apelarían a todas las formas de control del voto, en particular de los electores de los sectores más vulnerables de la población; con la amenaza de una gran abstención de los sectores de la oposición que se sintieron burlados con el incumplimiento del mandato de la consulta popular del 16 de julio. Con todo, el pueblo fue a votar con una abstención significativa en determinados municipios opositores, pero en un porcentaje razonable para unas elecciones regionales y, además, en condiciones extremadamente adversas.
Ahora la constituyente cubana convoca elecciones municipales y le ordena al CNE organizarlas. Nada se dice de elecciones de Consejos Legislativos. En consecuencia, ya, de antemano, se sabe las condiciones en las que se realizará dicho proceso: las mismas de la elección de gobernadores pero mucho peor porque estarán los electores más controlados, habrá más chantaje, más ventajismo y, como guinda, con la oposición debilitada. ¿Se puede ir a un proceso así?
La oposición agrupada en la MUD y otros sectores adversos al gobierno no tienen argumentos para decir que no ahora, pues se trata de una repetición del mismo proceso que aceptaron en su día, con los mismos mecanismos de control, sólo que ahora están probados y los resultados dejaron las trampas al descubierto, al gobierno envalentonado y maltrecha a la oposición. Pero el pueblo, los venezolanos que no tenemos otro instrumento que nuestra voz y nuestro voto no tenemos alternativa. No podemos renunciar a un instrumento que es esencial en democracia y una paradoja en dictadura. Con todos los riesgos y con todas las dificultades, no hay alternativa a manifestar con el voto nuestra opinión política.