La crónica menor: La cerveza, alimento primordial

Por: Mons. Baltazar Enrique Porras Cardozo…

La amenaza del gobierno de acabar con Polar suena a premonición apocalíptica. Parece que los venezolanos sin “la rubia espumosa” es un ser incompleto. Como en algo nos debemos parecer a los alemanes, deberíamos también declararla bebida nacional intocable. Curiosamente, coincide este aviso catastrófico con dos anécdotas. La primera, que Alemania ha celebrado con bombos y platillos una de sus tradiciones centenarias. Hace exactamente 500 años, el 23 de abril de 1516, los duques de Bavaria Guillermo IV.

Alemania respeta las tradiciones centenarias. En esto somos las antípodas de los teutones. Se cumplen 500 años de la ley que reguló la fabricación de cerveza. La norma de la pureza de la cerveza fue dictada el 23 de abril de 1516 por los duques bávaros Guillermo IV y su hermano Luis X en la ciudad de Ingolstadt. La norma reducía a tres los ingredientes de la cerveza: lúpulo, cebada y agua. La levadura que ayuda a la fermentación como lo demostró Pasteur, fue incorporada mucho más tarde y se reformó la ley para incorporar esta novedad.

La primera motivación de Guillermo IV era económica, pero también sirvió para preservar la calidad de la producción de la cerveza, porque entonces le mezclaban todo tipo de ingredientes, hasta hollín, en un alimento básico en la dieta de entonces. El 500 aniversario fue celebrado por todo lo alto pues es orgullo alemán el considerar la cerveza como la bebida nacional; contó con la presencia de la primer ministro Merkel quien afirmó que “la ley de la pureza de la cerveza es una historia exitosa” y hasta se atrevió a decir que “la cerveza es la prueba más convincente de que Dios ama al hombre y lo quiere ver feliz”.

La segunda, es la noticia de la primera cerveza artesanal trapense española. Lleva por nombre comercial “Cardeña”, por la abadía cisterciense de San Pedro de Cardeña (Burgos), siguiendo los pasos de otras abadías de la misma Orden en Bélgica, Holanda, Austria, Italia y Estados Unidos. “Cardeña”, está elaborada bajo control de los monjes, como parte de su trabajo monástico y siguiendo unos criterios éticos y comerciales propios de su vida. La cerveza tiene dos fermentaciones, la última cuando está embotellada le da más cuerpo. Tiene un sabor afrutado y herbal, con un final largo y seco. Parte de los beneficios de la comercialización de Cardeña se destinará a Manos Unidas, Cáritas y otras instituciones eclesiales sociocaritativas.

Me imagino que más de uno se declarará ahora más católico y monacal degustando la polarcita y esperando poder algún día, probar la “Cardeña”. Nuestros monjes trapenses de Estanques no tendrán la tentación de seguir los pasos de sus hermanos, porque seguramente, además de no conseguir los insumos, no contarán con los permisos necesarios que son exclusividad de la revolución que nos tiene sumidos en la peor de las crisis que hemos vivido, también en 500 años. Invoquemos a Santa Aleida, monja cisterciense del siglo XIII, quien vivió en el monasterio de La Camabre, cerca de Bruselas, en Brabante, enferma de lepra y sin vista, que a su santidad le agregó el alimentarse con cerveza, por lo que los miembros de su Orden la consideran patrona de la espumosa bebida.

40.- 22-8-16 (3255)