La Odisea de emprender un viaje por Venezuela.

Si usted, por cualquier motivo tiene que viajar otro Estado, llénese de valor y paciencia porque desde el mismo momento en que tome la decisión, comenzará una odisea tan  o más difícil que la descrita por Homero en su obra. Usted, si sale ileso y sobrevive a la aventura, será un Ulises, un héroe, un valiente que enfrentará toda clase de vicisitudes, como para escribir su propio libro. En la Odisea,el protagonista, combate monstruos, conoce lugares fantásticos y encara los peligros propios de los viajes por mar en frágiles navíos como los utilizados en las expediciones griegas. Sin embargo, usted intentará abordar un autobús de cualquier tipo en un terminal de pasajeros que antes era muy agradable, donde uno podía comprar su pasaje, inclusive con antelación , en el que había varias líneas de prestigio con cómodos “Buscama “ y  listo, como en cualquier país civilizado. Ahora, la situación se ha tornado muy distinta, ante la escases de unidades y sus precarias condiciones, las personas deben permanecer en largas y extenuantes colas, desde tempranas horas de la madrugada, y por si fuera poco estar pendientes para que los “marquen”, así como al ganado, hasta que por fin puedan abordad el dichoso vehículo que con mucha suerte lo lleve a su destino.

Algunos pasajeros toman la opción de hacer un periplo, llegando a diversos terminales, bajándose de un bus, para montarse en otro y así ir rebasando obstáculos e ir acercándose al lugar escogido. Todo es incierto. Nadie sabe si podrá o no lograr el cometido, porque lamentablemente, ya no hay horarios que se cumplan y cualquier travesía se convierte en una incertidumbre.

Una vez acomodado en su asiento, se encomendará a Dios y a todos los santos y por supuesto a la destreza de su conductor, que gracias a su experiencia en estas lides, sorteará los baches, derrumbes, cierres de vía etcétera, etcétera y conducirá con precaución, porque eso sí hay que decirlo, esos choferes son unos licenciados en el arte de manejar, hay que ver el sacrificio que implica transitar por nuestras carreteras.

Aquí o allá será objeto de una parada obligatoria. Hay una alcabala. Viene la requisa. Hombres, mujeres, niños y hasta ancianos, tendrán que bajarse no importa si llueve o el sol calienta más que nunca, para que guardias muy mal encarados y poco amables, revisen sus pertenencias. El viaje continua, el calor aumenta, la unidad, no tiene aire acondicionado, el camino se hace largo y tortuoso, y cuando ya piensa que pronto llegará, otra vez,unos hombres con pasamontañas y armas largas pertenecientes al grupo de Fuerzas Especiales (FAES), se subirán a su transporte, lo mirarán como su usted fuera el terrorista más buscado y con mucha suerte saldrá bien librado de esta incursión. Por cierto, la nueva modalidad es sacar fotos mientras hacen este tipo de operativos.

Como lo decíamos al principio, cualquier viajero que se atreva a encarar nuestrossenderos,desafiará situaciones insospechadas, riesgosas. Si, a este escenario nada halagador, le añadimos   la escasez de efectivo, los sitios de venta de alimentos y agua, desabastecidos y lo poco que se consigue, carísimo. Los baños, si es que los hay, muy sucios por la falta de agua, las ciudades con sus estructuras derruidas, los terminales convertidos en mercados persas, no por lo exóticos, sino por lo desordenados, el estrés de resguardar las pertenencias por si un “choro” anda cerca… viajar por el país es una temeridad y sea la que sea su motivación para emprenderlo, merece un reconocimiento al mérito.

La moraleja

En esta crónica hemos  relatado sucintamente algunas de las peripecias que usted deberá hacer para llegar a su objetivo. Todo es cierto y “por ser tan cierto es triste” como decía el poeta José Ángel Buesa en su poema del “Desencanto”, en nuestra querida Venezuela nada funciona correctamente. Nos hemos convertido en el país de las colas, de la falta de consideración y respeto. Las caras antipáticas y las malas contestaciones a cualquier inocente pregunta, son el reflejo de una pésima educación por parte de los funcionarios de cualquier oficina, sea pública o privada. Como ciudadanos tenemos que hacer valer nuestros derechos denunciando los atropellos porque aun cuando pensemos que nadie nos escucha, siempre habrá personas con capacidad de decisión que deseen , al igual que cada uno de nosotros, un cambio significativo, una reconstrucción de los valores morales, y el uso de las buenas costumbres para vivir en paz y armonía.

Pese a todo, le deseamos un Feliz viaje y pronto regreso!

Redacción CC